Capitulo 11.1

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Quiero ser aquella con la recuerdas las tardes de invierno por la ciudad. Quiero ser tu inspiración al despertar, quiero que me mires como si me pudieras olvidar y no quisieras dejarte ningún detalle de mi retrato fuera de tu cabeza.

Quiero que escribas poesía por mi cuerpo con tus labios, que quieras dejar el mundo entero por mí. Quiero que me recuerdes mis defectos y que me susurres que son los que me hacen auténtica. Que no quieras esconderme y que al recordar la letra de mis canciones favoritas pienses en mi bailándolas a la luz de la luna.

Quisiera ser tu musa, la que te hace morderte el labio cuando hablas de mis locas teorías cambiantes como el viento y que viendo el atardecer recordaras mi habitación y las noches en vela en mi terraza observando las estrellas, que te rieras de mí al querer tocarlas. Que aunque como al arte, no me entendieras, me encontraras interesante y te gustara observarme.

La realidad es que no haces ninguna de estas cosas y que con tenerte ya me sentiría afortunada. Me alisté en esta aventura sin saber que me convertiría en la tonta que te sabe a poco y en la que una noche decidiste que no era para ti. Ciertamente nunca llueve a gusto de todos, tú sigues buscando una sonrisa de repente en un bar y yo sigo deseando ser una colilla con tus labios al fumar.

Soy aquella con la que jugaste a los dados y dejaste que apostara todo lo que tiene por ti. La verdad es que soy yo la que escucha canciones pensando en ti y la ingenua que no compró billete de vuelta, mientras que tú, siempre previsor, cogiste el pack de ida y vuelta, estando ya de camino a otra falda que se ondea con el viento y yo te observo, desapareciendo en el horizonte, desde el barco en el que me dejaste, a pesar de que estuviera tocado y hundido.

Lo peor de esta historia es que me volvería a equivocar, a ser la tonta que cae por tu sonrisa y aunque tú no lo sepas, la que dice ser feliz y no para de sonreír pensando que toda su risa puede ganar el pulso al dolor que dejaste en su corazón.

Pero ahora es demasiado tarde, ya no puedo darte un beso en la mañana al despertar, una sonrisa que pueda transmitirte calidad, algo que debo agradecerte, es que conocí a una persona maravillosa gracias a ti, alguien que me quiso de la misma manera en que yo te quise a ti. Desde donde este los estaré cuidando, y buscare la manera de que les vaya bien en la vida.

Ama a nuestro hijo, de la misma manera en la que amas a Sophie, pero ámalo de verdad, tanto que no existas para el, déjalo con Maurice, él es el mejor padre que podría tener, ámalo a la distancia, porque aunque estuviera contigo, no tendrías tiempo para el.

Con todo el amor que una mujer pueda dar.

Tais.

Edrik leía y volvía a leer esa carta, tenía frente a él al hermano de Tais, Maurice, quien le acababa de decir que además de todo, no podría mirar a su hijo, por qué estaba con Tais. Le dio su más sentido pésame a Maurice, lo acompañó hasta el ascensor, cuando miro que se había ido, suspendió labores ese día, necesitaba estar solo.

Entro a su despacho, volvió a leer esa carta y cayó de rodillas su cuerpo ya no pudo más, supo que la amaba con todo su ser, sentía como le desgarraban el corazón, y como esas partes de su corazón se iban haciendo duro, jamás volvería a comprometerse con una mujer, mucho menos tener un hijo.

Suficiente con lo que había pasado con su padre y su hermana, un maldito Cancer hereditario, aunque él no lo tenía, lo más probable era que sus hijos lo tuvieran, por eso estaba contra todo pronóstico de tener hijos.

EgoístaWhere stories live. Discover now