Capítulo 11.

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¡Edrik me va a matar! Fue lo primero que pasó por la mente de Tais al mirar todas las rosas rojas, aunque sobresalían un ramo de color rosa, sus favoritas, se acercó hasta el y justo cuando iba a tomar la tarjeta que venía con el Edrik la sorprendió haciendo que se sobresaltara.

-Te espero en mi oficina. - Tais asintió sin decir nada.

Venía de malas, y no lo culpaba, parecía más una Floreria que una respetada oficina, aunque ella tampoco tenía la culpa, ¿cómo iba a saber a a Rafaele se le iba a ocurrir la gran idea de llenar con rosas el lugar? En fin, no lo pensó más, tomó sus cosas, tomó aire y fue directo a la oficina de Edrik. Al entrar a la oficina él empezó a hablar.

-Dile a tu nuevo amante que no se le ocurra mandar esa cantidad de Flores aquí, y haber que haces con ellas, son demasiadas. - Tais asintió, no se sentía de buena suerte hoy. - Hoy estaré ocupado tengo tres reuniones importantes.

- De acuerdo, y no es mi nuevo amante. - le contestó a Edrik.

-Lo dudo, nadie en su sano juicio es capaz de llenar todo un edificio con esa cantidad de flores para una "amiga".

Tais rodó los ojos. No tenía la más mínima intención de pelear a esa hora, era demasiado temprano.

-¿Ya es todo? - el asintió.

Cuando estaba a punto de salir, la volvió a llamar.

-Haz caso omiso de lo que dicen las flores rosas. - Tais frunció el ceño.

-¿Son tuyas? - el negó.

-Son tuyas Tais, pero yo las envié, tus favoritas.

-¡oh! - fue lo único que pudo responder.

Salió de la oficina seguía sorprendida de que Edrik recordara ese pequeño detalle de su vida. Ahora más que nunca tenía curiosidad por leer esa tarjeta, pero primero tenía que preparar los papeleos y las cosas necesarias para estas. El teléfono solo y Ella respondió.

-¿A qué hora sales a comer? - Tais sonrió al escuchar la voz de Rafaele.

-¿Para qué vuelvas a llenar el lugar de flores? - el río.

-Quiero comer contigo.

-En dos horas saldré a comer.

-Perfecto, pasó por ti en dos horas. - y colgó.

Edrik había escuchado toda la conversación, y no dejó pasar un pequeño detalle, la sonrisa de Tais, sintió que le hervía la sangre, miro que tomó las tarjetas de los ramos de rosas, y cada vez que los leía sonreía ¿así de fácil son las mujeres? Elimino ese pensamiento de su cabeza cuando miro que iba a tomar la tarjeta del ramo de rosas que el envío, Tais se detuvo, miro las rosas de nuevo, se acercó más a ellas y las olió, las acaricio como si fuera una pequeña bebé, y cuando de nuevo estuvo a punto de tomar la tarjeta salió corriendo.

¿Cómo rayos podía correr en unos tacones tan altos? Los misterios de las mujeres. Por mero instinto la siguió. Y se dio cuenta que estaba en el baño, regresando lo que había comido.

-¡Maldita gastroenteritis! - escucho que Tais murmuraba mientras se enjuagaba la boca.

El mejor que nadie sabía que era cierta, en varias ocasiones le pasó, incluso la vez que estuvo internada durante dos horas por deshidratación, solo de recordarlo, sentía que se le juntaba el cielo con la tierra, estaba muy preocupado por ella. Regresó a su despacho sin que Tais se diera cuenta, tomó una de las tarjetas de Rafaele y la leyó.

"¿Que le dijo un semáforo a otro? No me mires que me estoy cambiando"

Estupideces, pensó Edrik, no se podía creer que fuera tan infantil, aunque dicen que para enamorar a una mujer, tienes que hacerla reír, bueno a él le encantaba hacerlas llorar, en la cama, rogando por más, debajo de su cuerpo, o tal vez sobre él, como Tais, ¡Dios! Cuando gritaba su nombre al terminar y como lo miraba después, lo volvían loco.

EgoístaWhere stories live. Discover now