Capítulo 3- Mientras siga con vida.

5.1K 429 36
                                    

Ya era de noche. Lexa y Jack Sullivan; los gemelos, Sidney, Finnick y yo, caminábamos en busca de una cueva para pasar la noche. No nos habíamos encontrado a nadie por el momento, y todos íbamos armados.

Jack y Lexa llevaban mazas, Sidney un arco, Finnick su tridente, y yo el hacha. Caminábamos en silencio sin cruzar mucho más que un par de palabras, estábamos más pendientes de encontrar una cueva, cuando por fin, dimos con una.

-Haré la primera guardia. -Dijo Finnick.

-Como quieras, yo voy a dormir. Si alguien viene a matarme os agradecería que me avisaseis. -Dijo Sidney, y se metió en la cueva.

Lexa habló.

-Yo también voy a dormir. -Informó y se metió en la cueva.

-Yo voy a cazar algo peludo, y así que nos sirva de abrigo. Apuesto a que más de uno se muere por causa de una hipotermia. -Dijo Jack, intentado ser gracioso, pero su rostro no dejó de ser duro como de costumbre.

Se marchó, y Finnick y yo nos quedamos solos.

-Deberías ir a dormir. -Dijo, y reí.

-Esta conversación la tuvimos ayer.

Sonrió.

-Necesitas coger fuerzas, la puñalada en el brazo te ha dejado más débil.

-Iré a dormir. Pero tú ten cuidado, Finnick. Por favor. -Me acerqué a él, y me rodeó la cintura con los brazos.

-Estaré bien. -Juntó su frente con la mía y me dio un beso en los labios.

Me metí en la cueva, y vi que Sidney y Lexa ya estaban dormidas. Sin embargo yo tardé mucho más en dormirme.

No quería volver a tener otra pesadilla.

_________

-¡DESPERTAD TODOS, TENEMOS QUE IRNOS!

La voz desesperada me despertó, era Lexa.

-Tranquila, Lex, ¿Qué pasa? -Preguntó su hermano.

-Un alud, se dirige hacia aquí ¡Tenemos que irnos o nos quedaremos encerrados en la cueva!

Hubo unos segundos de silencio. Hasta que Finnick me habló.

-Clarie, levanta. ¡Levantad todos!

Dicho y hecho, nos levantamos y salimos de la cueva, a lo lejos vimos como una gran masa de nieve se abalanzaba sobre nosotros a una gran velocidad. El corazón me empezó a latir con fuerza y los nervios se apoderaron de mi.

Empezamos a correr como locos.

La nieve estaba cada vez más cerca, oía como cada vez corría con más velocidad y sentía su frío con mas intensidad. Corría todo lo que podía, pero los pulmones y el pecho me empezaron a arder, mi brazo se me resistía, y no sentía las piernas.

-¡Mirar ese árbol! -Gritó Sidney.

En efecto, había un árbol delante nuestro con un tronco enorme y grueso.

-¡Tenemos que subir! -Gritó de nuevo.

Dicho y hecho, empezamos a hacerlo, la nieve nos pisaba los talones y no tardaría en cubrirnos por completo si no lo hacíamos. Yo iba detrás de Sidney y Finnick, y él me ayudó a subir. Suspiré, más aliviada, sin embargo, sentía como el tronco del árbol vibraba, pero no se caía.

Jack y Lexa tuvieron más dificultades para subir. Jack llegó el primero, y tendió una mano a su gemela.

-Agárrate ¡Corre! -Su voz grave sonaba desesperada, estaba perdiendo los nervios.

Lexa estiró el brazo todo lo que pudo, pero estaba devastada, no paraba de hiperventilar. Fue a coger la mano de su hermano, cuando la rama donde estaba apoyada se rompió. El corazón me dio un vuelco. Su grito de socorro logró estremecerme. Nadie pudo ayudarla.

Lexa cayó en medio del alud, y se perdió entre la cascada de violenta nieve.

-No... ¡Lexa, NO! ¡LEXA! ¡LEX! -Chillaba Jack.

Pero era inútil, aunque todos estabamos en tensión, aún con la esperanza de que estuviese viva. Pero el cañón inevitablemente, sonó.

-No... ¡NO! ¡LA HABÉIS MATADO! -Empezó a gritar Jack, y se puso a llorar.

Cuando la nieve paró, todos bajamos del árbol con el corazón en un puño, y Jack se puso a escarbar entre la nieve, a buscar el cuerpo de su hermana para poder llorar su muerte.

No le molestamos, nos retiramos un poco y le dejamos solo para deshogarse. Le entendía perfectamente.

El resto del día transcurrió tranquilo, tan solo se oyeron dos cañones más. Al final del día nos enteramos de que los otros caídos fueron los dos del distrito 12. Y Lexa, claro.

Finnick y yo salimos a pescar, y traímos cena para todos.

-Creo que han bajado las temperaturas. -Informó Sidney de pronto. -Hace mucho más frío que ayer, quieren que muramos congelados.

Y tenía razón. El frío se estaba haciendo insoportable. Había nevado gran parte del día, y esa noche no teníamos cueva para cobijarnos. Todos teníamos trajes térmicos, pero no era ni mucho menos suficiente.

-Hoy empiezo a hacer guardia. -Dijo Jack, con un rostro impenetrable, y se alejó a sentarse en una roca.

Finnick y yo nos tumbamos juntos, y nos tapamos con la manta que había en la mochila.

-Once. -Dije yo.

Finnick me miró interrogante.

-Quedan once tributos. Diez deben morir, y no lo harán solos. ¿Cómo vamos a matar a esta gente? Están igual de destrozados que nosotros.

El me miró, apenado.

-No tienes porqué matarles. Además, probablemente muchos mueran por causas naturales. A saber lo que tienen preparado los Vigilantes. -Dijo, muy cerca de mi rostro. Sus palabras me acariciaban dandome calor.

Estaba congelada, y los dientes no paraban de castañearme. Finnick lo notó.

-Ven aquí. -Se acercó a mi, y me rodeó con sus brazos.

Su cuerpo me transmitía calor, aunque el también estaba helado.

-No voy a permitir que mueras, Clarie. -Hizo una pausa. -No mientras siga con vida.

Tomé una decisión.

El verdadero amor de Finnick Odair. /sin editar/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora