Capítulo 7- No me olvides.

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Entrecerré los ojos, era mi madre. Sí, estaba claro, era mi madre. Estaba en una playa con un hombre rodeandola los hombros, un hombre con ojos azules como hielo, pero llenos de amor sincero. Mis ojos. Mi padre.

Hacía tiempo que no les veía, ni si quiera en mis sueños, ya que a penas tengo recuerdos sobre ellos, porque murieron cuando yo tenía 5 años en un accidente de tren. Pero eran ellos, estaba segura, eran mis padres, y podría reconocerlos en cualquier parte.

A su lado estaba la inconfundible Kalia, con su caracterizada sonrisa de oreja a oreja y esos ojos verdes iguales a los de mi madre.

Era mi familia, y estaba en frente de mi. Los podía ver, les oía reír. La sonrisa más grande de mi vida se dibujó en mi rostro.

Corrí hacia ellos con una alegría indescriptible, les hiba a abrazar de nuevo, estaba segura de ello.

Pero de pronto, choqué con algo. Era una especie de cristal que me impedía llegar hasta ellos. Di un puñetazo en el cristal, y nada. Una angustia empezó a recorrerme. Necesitaba verles, saber que no estaba sola.

-¡Mamá, papá, Kalia! -No me oían.

De pronto, de la nada salió un grupo de agentes de la paz. La angustia recorrió de nuevo todo mi ser cuando vi que corrían amenazantes hacia ellos.

-No... -Susurré. -¡Mamá, papá, Kalia! -Esta vez mis gritos eran de pura desesperación.

Tiraron a mi familia a la arena de la playa del Distrito 4, y empezaron a pegarles. Veía como la sangre brotaba de ellos y yo no podía hacer nada. Gritaba que parasen, pero nadie me oía. Sus gritos de desesperación se me clavaban como hachas en la mente, crudos, violentos y letales.

Me tiré al suelo, de rodillas, y me tapé los oídos.

-No es real, no es real... -Pero los gritos de mi familia eran absolutamente reales. Los ojos me ardían y la cabeza me daba vueltas.

De pronto pararon. Tenía la nariz taponada, y las lágrimas salían violentamente de mis ojos. Cogí aire, y levanté la mirada.

Tenía a tres agentes de la paz mirandome, con sus armas en la mano y sus trajes blancos salpicados de sangre, sangre de mi familia. Los que les habían pegado. Ahora venían a por mi.

-No... -Uno me dio una patada en el estómago, chillé de dolor y retrocedí arrastrándome.

Otro se preparó para darme de nuevo.

-No, porfavor... -Se acercó a mi. -No, a mi no... ¡NO!

_____

-¡NO! -Abrí de pronto los ojos y me encontré la mirada preocupada de Finnick. -Finnick... -Susurré, con voz ahogada.

-Ellos están bien. -Dijo, en un susurro, y me abrazó.

Pero ellos no estaban bien. Ellos estaban muertos.

-Dios, era todo tan real... -Dije, tranquilizandome mientras el me acariciaba el pelo.

-Es normal tener pesadillas, tranquila. -Habló mientras su palabras me acariciaban reconfortandome.

Me separé de él.

-No, pero esta no ha sido como las demás, sabía que estaba dormida y no podía despertarme. Ha sido diferente. Ha sido...

-Tranquila, no hace falta que me lo digas. -Sonrió. -Por cierto, tienes la herida mucho mejor, no se que diantres era lo que te has bebido pero con solo medio bote a hecho mucho efecto.

Tenía razón, no había notado el dolor. Me miré la herida. La cubría una postilla rojiza, aún sin curar del todo, pero el dolor había disminuido increíblemente. Sonreí, por fin algo bueno.

Finnick me levantó la barbilla y me obligó a mirarle.

-A si me gusta. -Dijo, con una sonrisa al ver que yo porfin sonreí. -Ven aquí.

Dijo, apoyándose en una pared. Me acerqué a él y apoyé mi cabeza en su hombro. Él paso su brazo por los mios. Cerré los ojos con una leve sonrisa, mientras su brazo me rodeaba.

-No sé que va a ser de nosotros... -Dije, y suspiré. -¿Crees que alguien nos recordará algún día?

-Somos los trágicos amantes del Distrito 4, supongo que dará que hablar más de una vez. -Dijo el, irónico, mientras trazaba círculos en mi hombro con la yema del dedo.

-No quiero perderte. -Confesé en un susurro.

-Y no lo harás nunca. Tenlo presente.

Yo fruncí el ceño. Me dolía la cabeza.

-Si sales de aquí y yo no, me olvidarás. -El pareció tensarse, y se separó de mi.

Me miró a los ojos.

-Clarie, pase lo que pase nunca olvides esto. Aunque esté con muchas más personas, tienes y tendrás algo mío que siempre será enteramente tuyo. Eres lo que me faltaba para completarme, y nadie más va a ocupar el espacio que tu tienes en mi. Tienes mi corazón, y nadie más será capaz de conquistarlo de la manera en la que tu lo has hecho.

Su mirada estaba llena de ternura, y no pude evitar bajar la cabeza, no debía dudar de él. Él había sido diferente conmigo a los demás, había sabido tratar conmigo, que eso ya es difícil, y siempre se ha mostrado a mi como su  verdadero yo, no como el personaje prepotente y creído que el Capitolio quiere que sea. Siempre transparente, admitiendo sus errores y trantando de reconponerme y ayudarme. Sonreí débilmente y le miré, el me sonrió de nuevo y me volví a apoyar en su hombro.

-Te quiero, Finnick. -Hacía unos días que no se lo decía, y quien sabe, en estas circunstancias esa podría ser la última vez en la que se lo podría decir.

Me acarició una mejilla suavemente con la llema de sus dedos y me besó en la cabeza.

-Yo también te quiero.

Cerré los ojos, con intención de dormirme. La noche empezaba a caer, y aunque había dormido medio día estaba terriblemente cansada.

Estaba apunto de dormirme, tranquila con Finnick a mi lado, cuando de pronto, un grito me despertó.

Abrí los ojos de golpe.

Era el tributo del Distrito 2, al que yo lanzé el cuchillo, y el que acababa de cortar la garganta a Jack.

Sonó un cañonazo.

El cuerpo de Jack cayó al suelo con un último grito de agonía.



Hooolaaa a todo el mundo!:D

Quería saber que os parece esto, personalmente es de los capítulos que más me gustan.

Últimamente los leídos y comentarios bajan y la verdad esque me gustaría saber vuestra sincera opinión.

Gracias!

El verdadero amor de Finnick Odair. /sin editar/Where stories live. Discover now