Capítulo 11- El principio del fin.

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Un pitido me despertó aquella mañana.

Pero sabía que ese pitido era algo bueno.

Patrocinadores. Paracaídas.

Me separé de Finnick y me levanté a duras penas. El paracaídas había aterrizado a unos metros de nosotros. Tuve que apoyarme en un árbol para no caerme, ya que el dolor en el vientre seguía siendo terriblemente agudo. Pero llegué hasta él.

Lo abrí, notando fuertes zumbidos en la cabeza aún. El paracaídas contenía dos rollos de vendas, dos botes de desinfectante, un bote con un líquido calmante, algodones y tijeras.

Pensé en todo el dinero que costaría eso ahora que tan solo eramos cuatro. Nos debería ir bien en el Capitolio. Seguro que nuestra historia era tendencia en todas partes.

Me acerqué a Finnick, y le tomé el pulso. Estaba vivo, como suponía, pero débil.

Le moví un poco, y unos segundos después reaccionó. Una ola de alegría me recorrió todo el cuerpo cuando abrió sus cálidos ojos azules, y por fuerza de un impulso, me abalanzé hacia el con una sonrisa de alegría, le sujete el rostro suavemente y le besé.

Por un momento pensé que no iría a besar su labios de nuevo. Pero seguían siendo igual de cálidos que siempre. Noté como sonrió bajo los mios y luego acarició mi pelo. El beso se hizo más apasionado, y nos separamos por la falta de aire. Apoyé mi frente contra la suya.

-Pensé que te había perdido. -Dije entrecortadamente con los ojos húmedos, acariciandole la mejilla para recordarme que todo era real.

Él me miró con una triste sonrisa, aunque más pálido de lo normal.

-Te sorprenderías de lo difícil que es matar a Finnick Odair.

Reí levemente y le di otro pequeño beso en los labios. Luego me giré y cogí el paracaídas.

-Tenemos que curarnos todo.

Me miró de arriba abajo.

-Te han arañado en el vientre y tienes una herida en la frente. ¿Tienes algo más? -Preguntó, incorporándose un poco.

-No. Bueno, creo que se me han movido los sesos del golpe me di. -Contesté.

El río débilmente.

-Tú tienes un arañazo que te recorre todo el brazo, no tiene muy buena pinta. -Dije yo, observando como tenía el traje cubierto de sangre.

-Pues... -Me miró. -Manos a la obra.

Tomamos un poco del calmante, y luego me desinfecté la herida de la frente. El arañazo que tenía Finnick parecía bastante grave, se lo desinfecté y se lo vendé, mientras el se retorcía y se entumecía bajo mis manos. La herida me daba miedo, aunque heché desinfectante, se pondría mucho peor si no recibía pronto atención médica. Su brazo había cogido un color morado.

Luego me puse de espaldas a el, para que me bajase la cremallera.

Sabía que me vería todo Panem solamente con el sujetador que llevaba, pero no había otra manera de poder curarme el arañazo del vientre. Finnick se acercó a mi espalda y me bajó poco a poco la cremallera. Sus dedos cálidos rozando mi espalda me provocaron un escalofrío. Me bajé el traje hasta la cintura, para poder ver bien la herida. Donde el primer día me clavaron el cuchillo, ya prácticamente no había nada. Ese brebaje azul que tomé consiguió hacer magia.

Ninguno dijimos nada mientras me ayudó a curarla. En otras circunstancias, tal vez que yo estuviese en ropa interior podría desembocar algo más entre nosotros. Pero sabíamos que había miles de ojos clavados en nosotros, esperando a que perdiesemos el control en un arrebato de pasión o algo parecido. Y no íbamos a darles esa satisfacción.

Me subí el traje de nuevo, y me tumbé alado de Finnick. El noveno día se acabó sin ningún cañonazo de fondo. Se avecinaba la última batalla.

E iba a hacer lo que fuese para que Finnick saliese con vida.

____

Me desperté con un largo bostezo, pero enseguida me puse alerta al ver que Finnick no estaba a mi lado.

Me erguí rápidamente, ignorando la punzada de dolor que había sentido en el vientre. Comprobé que Finnick estaba de rodillas enfrente del riachuelo, lavandose la cara. Sonreí de alivio y me relajé, pero me levanté para dirigirme a él.

Pero de pronto, oí unos pasos.

-¡Finn..! -Iba a avisarle.

Pero algo me dejó sin aire. Un tributo iba a atacar a Finnick por la espalda.

Ben McGuire. Distrito 7.

-¡NO! -Finnick de pronto se giró y Ben se tiró con un cuchillo hacia él.

Cayeron al agua.

Di un grito ahogado y rápidamente fui a por mi arco. Lo cogí jadeando, y me acerqué a la orilla del río.

Los dos seguían en el agua. No salían.

Seguían. En. El. Agua.

Mi pulso temblaba. Finnick estaba en el agua, débil, contra un contricante armado.

De pronto, un cuerpo salió a flote y sonó un cañonazo. Era Ben.

Suspiré de alivio, cuando Finnick gritó.

-¡CLARIE, CIUDADO!

Me giré rápidamente, y no vi a nadie. Pero una voz sonó encima de mi.

-Fin del juego, Clarie Morgan. -Era la voz de Riley.

Miré hacia arriba. Riley estaba en un árbol, con una flecha en su arco.

Soltó la flecha.

Pero la flecha no fue hacia mi.

Fue hacia Finnick.

___

Riley se fue. No se ha donde, pero no me mató. Corrí hacia Finnick. Su cuerpo había caído en picado al río. Tal vez habría muer... No. No podía ser.

-¡FINNICK! -Gritaba a pleno pulmón, mientras la corriente del río me arrastraba las piernas. -¡FINNICK!

Las lágrimas me nublaban la vista. Su cuerpo no estaba. Mi esperanza se iba apagando poco a poco y mi corazón se aceleraba y se oscurecía.

-¡FINNICK! -Mi voz acabo en un llanto, las lágrimas salían de mis ojos con violencia.

No podía perderle. No podía estar pasando. Finnick no.

Salí a la orilla para observar el perímetro, y una ola de alegría me recorrió al ver que estaba en la orilla, unos metros más allá. Le habría arrastrado la corriente.

Me arrodillé a su lado. Tenía una flecha clavada en el hombro, pero aún vivía. Le di golpecillos en la cara, y abrió los ojos.

-Clarie... -Susurró. Y volvió a perder la conciencia.

-Finnick... No. Despiert... -Dije, pero mi voz fue cortada por la de otra persona. Una voz que venía de todas y de ninguna parte.

"Si queréis salvaros todos, disponéis de lo necesario en la cornucopia. Los tres tributos de la arena estaréis perdidos sin eso. Lo que hay ahí os salvará, sin eso no hay modo de vivir. Gracias, y que la suerte esté siempre de vuestra parte."

Era el presentador de los Juegos.

La batalla final empezaba, y sería en la cornucopia.

Iba a matar a Riley.

E iba a salvar a Finnick.

El verdadero amor de Finnick Odair. /sin editar/Where stories live. Discover now