Capítulo 02

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Narra ___:

Mis lentos pasos son clave de no querer llegar a la oficina del director.

Hace dos semanas estaba en este mismo lugar, me siento cansada de venir tan seguido, la gente exagera, no he hecho nada.

Volteo la perilla de la puerta, un abultado cuerpo, con poco cabello en su cabeza, juega con un lápiz al tiempo que mira hacia la ventana.

-Buenos días señorita Latember- Habla sin dirigir sus ojos a mi.

Pongo mis ojos en blanco.

Voltea la silla donde su cuerpo descansa seguido de hacer un gesto indicando que debería sentarme.

-Señorita Latember usted más que nadie sabe que en este lugar no permitimos relaciones amorosas dentro del recinto, por lo tanto debe cumplir con las reglas.

Alzo mis cejas con exageración puedo sentir las pequeñas arrugas formadas en mi frente.

Resopla, alza su mano y la deja caer con dramatismo, es claro que no está llendo directo al punto.

-Lo que trato de decir es que fue acusada de romper la regla.

-¿Qué?, ¿Quien dijo eso?- Alzo mi voz al límite perfecto para describir mi molestia y confusión.

Esta situación donde solo logro estresarme gracias a idiotas me enfurece y debo hacer mis intentos por no golpear a nadie.

-Yo no delatare a nadie, solo le estoy advirtiendo, ojala hubieses sido como tu madre, fue una mujer intachable en este lugar.

"Mi madre"

El nudo en mi garganta es clave de querer llorar y no poder, no me lo permitiría hacerlo frente a nadie.

-No me compare con la mujer que me abandonó.

-Ella nunca te abandonó, ella murió.

-No me hable de ella, ¿Terminó?- Hablo con voz áspera.

-No, tienes que comprender, ¿Tu madre que podría pensar en estos momentos de ti?

-Probablemente lo que el resto piensa de mi.

-No, por que tu madre si sabría tus verdaderas calificaciones, eso la enorgullece, solo te pido que cumplas las reglas, de ese modo más lo estará de ti.

-Si es todo me voy- Camino hasta la puerta de madera asotandola.

Ya no me importaba nada en este momento, solo quiero llorar, por más que trato de olvidar, no puedo, es mi madre.

No quiero que nadie me vea en este estado tan desastroso.

El no ver demasiado ya que mis ojos no me lo permiten por el estado en que están provoca que choque con alguien.

Continuo con mi camino en un intento de llegar lo antes posible a los baños, pero una mano toma mi brazo deteniendome.

-¿QUÉ TE SUCEDE?- Grito.

-No grites- Murmura el hombre de cabellera rubia con súplica.

-Lo lamento Profesor lynch- Sollozo avergonzada.

-¿Me dirás tu que sucede?- Niego.

-No, no quiero.

-¿Por qué lloras?.

-Por nada, cosas mías, adiós.

No puedo dejar que me vea así, no puedo decirle nada, no puedo verlo ahora mismo, me siento vulnerable, y necesito tranquilizarme, a solas.

Profesor Lynch | Ross LynchWhere stories live. Discover now