Capítulo 25

3.4K 182 8
                                    

Sus manos se deslizan por mis piernas descaradamente.

Esta necesitado, y yo igual.

Entierro mis uñas en su espalda, intentando no provocar rasguños o heridas.

Un pequeño gemido se escapa de mi boca.

Veo como muerde su labio inferior.

Toma uno de mis pezones y succiona con delicadeza.

Tengo las enormes necesidades de gemir muy fuerte.

Sin embargo, me contengo lo que más pueda.

-Oh.

Gimoteo.

-Sabes muy bien preciosa- Murmura.

Mis mejillas se sonrojan.

Estoy muy nerviosa, como en mi primera vez.

Y tengo las necesidades de taparme con alguna cosa.

Aun así no lo hago.

Tiro su cabello con una mano.

Y siento que ya estoy por correrme.

Muerdo mi labio inferior.

-Mmm...

-Ross...

Sus embestidas suben de velocidad.

-Me voy a...correr.

Hablo con dificultad.

Unos segundos después las posibilidades de que mi cuerpo aguantará un poco más fueron arruinadas.

Un enorme gemido sale de mi garganta, dejándola adolorida.

El cuerpo de Ross instantáneamente baja hasta mi sexo y comienza a lamer, succionar y jugar con mi clitoris con su lengua.

-Preciosa en serio, sabes bien.

Murmura con debilidad ante mi parte baja...

*

Abro mis ojos poco a poco.

Intentando saber donde estoy.

Sonrío cuando recuerdo lo que sucedió hace unas horas.

¿Donde estoy?

Miro a mi alrededor confundida.

Estoy acostada en una cama bastante grande, hay algo de ropa de Ross en una silla, un televisor muy grande estaba frente a mis ojos, un par de libros en una estantería, y unos cuantos pares de zapatos que no eran más que converse juntos en una esquina y zapatos formales que más de una ves los vi con ellos puestos en el instituto.

Me observo a mi misma, frunzo el ceño al ver una camisa puesta en mi, que no tapaba más abajo de la mitad de mi muslo.

Miro a mi lado, pero Ross no está.

Y siento un leve dolor en mi entrepierna.

Me levanto y camino hasta la puerta de la habitación cerrandola detrás mío.

Aun así con mis pies descalzos.

Alzo las cejas al sentir la voz de dos personas masculinas, por suerte una de esas voces es de Ross.

Me devuelvo a la habitación, y tomo mi pantalón que estaba a un lado de la cama con mis bragas de bajo.

Mis mejillas comienzan a arder.

Tomo las dos cosas y me visto dejando la camisa de Ross puesta en mi cuerpo.

Busco entre toda la habitación mis zapatos y me los pongo.

Profesor Lynch | Ross LynchWhere stories live. Discover now