6. Harry.

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Las manos le dolían un poco por haber estado tocando piano toda la tarde, pero Louis se sentía un poco feliz porque Charlotte había hecho su comida favorita y, a pesar de que no sonreía, al menos su semblante no estaba oscurecido por una mueca de ira o desprecio.

Louis, después de haber ido a la playa, había querido evitar un poco a Charlie porque la verdad es que se había divertido un poco y uno no puede divertirse con su enemigo, por lo que trazó un pequeño plan para no toparse tanto con Charlotte como lo estaba haciendo hasta entonces.

Las comidas eran imposibles de evitar, pero Louis podía no entrar a la cocina cuando Charlotte estaba allí o no ir al salón después de la cena para ver la televisión; Louis simplemente agradecía la comida, se levantaba y desaparecía del radar de Charlotte.

Lo que más le estresaba, es que Harry había empezado a aparecer más en la casa como todos los veranos, y Louis se veía obligado a pasar un poco más de tiempo con Charlotte de lo estipulado en su plan. Sin embargo, solo se veían y compartían unas cuantas frases monótonas y un par de miradas extrañas. Harry, por otro lado, se mostraba bastante animado cuando se las arreglaba para que Charlie se quedara un rato con ellos.

Louis sospechaba que algo que no quería saber estaba ocurriendo allí.

Lamentablemente para él, Harry apareció aquella semana después de haber ido a la playa todos los días. Los primeros tres, solo se quedaba durante el almuerzo, porque no quería abusar mucho de la hospitalidad de su amigo, aunque después comenzó a quedarse hasta después de la cena, donde él y Charlotte se sentaban en el sofá y conversaban con un tono de voz que daba a entender cierto aire de privacidad.

Al quinto día, Louis, un poco enojado y sorprendido, comprendió cuales eran las intenciones de su amigo: Harry estaba coqueteando con Charlotte.

A Louis no debería importarle, porque Charlotte solo estaba allí para prepararle la comida a él y a su familia mientras la señora Signoret llegaba, y sin embargo, sí le importaba. Ella le importaba más de lo que estaba dispuesto a aceptar, pero no era solo por la comida que le preparaba o por como siempre le estaba preguntado como él se encontraba y esas cosas; Louis se preocupaba por ella mucho más que eso.

Charlie ya no se comportaba como solía hacerlo cuando tenía 16 años. A esa edad, ella era mundana y se preocupaba por cosas que realmente no merecían la pena, como el maquillaje, los chicos y la ropa (no es como si toda adolecente no lo hiciera, tampoco, pero Louis encontraba eso una aberración), y Louis se había estado sorprendiendo muchas veces al oír conversaciones de ella y Harry en donde el tema eran cosas mucho más profundas. Louis sabía que se estaba comportando como un cretino prejuicioso, pero también tenía este sentimiento de que Charlie había pasado por algo malo como para darse cuenta de que la vida no es simplemente la belleza —eso era lo que demostraba al menos, comportándose humilde y agradable.

Louis en esos momentos era un verdadero manojo de ideas desordenadas y contradictorias. No sabía cómo se sentía hacia Charlie ni cómo reaccionar ante Harry queriendo salir con Charlie.

Durante la tarde del día martes de la siguiente semana, Louis estaba sentado frente al ventanal del salón donde estaba el piano con un libro entre sus manos. No sabía cuál era el título, ni quien era el autor, solo estaba allí sentado, fingiendo que el libro le era interesante cuando lo que si le interesaba estaba ocurriendo a unos metros de él.

Charlie y Harry estaban allí conversando en voz baja, como cuando tienen un montón de secretos que quieren ocultar para los demás; como una verdadera pareja.

Las manos de Louis se cerraron fuertemente sosteniendo el libro cuando ambos rieron, pero se negó a mirar qué les causaba risa. No los voy a mirar, se repetía Louis, pero su curiosidad (y cierta amargura) hicieron que se girara a mirarlos.

Piano Forte; l.t auOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz