2. Viaje Eterno.

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Ellos no iban a callarse.

Louis deseaba tener una cinta industrial y taparles la boca con ella. A ver si así lo dejaban conducir tranquilo. Él podía soportar la energía de Harry, pero la de Charlotte y su amigo juntos era demasiado. Era como dos bombas nucleares cayendo dentro de su auto. Pero Louis no hacía nada para hacerlos callar, porque no quería demostrar que los estaba oyendo, no quería que Charlotte pensara que las estupideces que hablaba le importaban. Porque Charlotte no le importaba.

Pero luego si le importo. Y eso no le gustaba.

Porque Harry había invitado a Charlotte a salir. Indirectamente, con un «podríamos ir a la heladería que queda cerca de la casa de Lou», pero lo había hecho, y Louis se había sentido extrañamente furioso. Quiso detener el auto y golpearlo, pero no lo hizo por respeto a la integridad física de su amigo.

Habian dos probables razones para su repentina violencia y una de ellas (la que Louis consideraba correcta) era porque Harry estaba invitando a salir a su enemiga de la infancia. En la otra opción no quería ni pensar.

Él sabía que Harry era un coqueto empedernido y jamás le molesto; Harry sabía lo que hacía. Pero esa vez le molesté, y se molestó consigo mismo por sentir ira hacia su amigo. Bien, podía pensar que era un traidor, pero no se iba a molestar con él solo porque estaba haciendo un estúpido intento de coqueteo con su enemiga.

—¿Has tenido novios?—le preguntó Harry a Charlotte, que estaba sentado junto a ella en los asientos de atrás.

Louis vio por el espejo retrovisor que Charlotte enrojecía y se preguntó porque lo hacía.

—No, nunca quise—contestó ella, sin mirar a Harry a la cara. Luego se removió en su lugar, mirando por la ventana. Luce levemente incomoda, Louis pensó, volviendo a mirar por el espejo retrovisor rápidamente.

—¿Y eso porque? No creo que no hayas tenido pretendientes—comentó Harry, contrariado.

—Simplemente no quería. Estaba demasiado ocupada para tener...

Louis dio un fuerte movimiento del volante para esquivar un auto. Eso no le estaba agradando nada. Primero eran las maletas negras y ahora viene y dice que nunca ha tenido novios. ¿Y qué más?, ¿Qué aún era virgen? Louis tuvo que tragarse la carcajada que iba soltar. Eso era muy gracioso. Y además, esa estúpida conversación lo estaba haciendo sentir incómodamente atento a ellos y no a la carretera. Estaba siendo el peor viaje que había tenido, incluso el tener que conducir le estaba haciendo sentirse molesto.

—¿Y ustedes han tenido novias?—preguntó Charlotte. Louis volvió a mirar por el espejo retrovisor y se encontró con la mirada de la chica.

—No—negó Harry—. Al menos Louis no. Tiene esta idea loca de que las mujeres son unas mentirosas.

Louis ni siquiera alcanzo a hacerlo callar. —No es cierto—se defendió—. Simplemente no tengo tiempo. Toco todo el día el piano y...

—¿Siques tocando el piano?—preguntó Charlotte, apoyando sus manos sobre el asiento de Louis. Ella sonaba maravillada.

Louis se acomodó en su asiento, inclinándose un poco para simular que miraba por el espejo lateral. —Sí—gruñó.

Cuando llegaron a casa, la madre de Louis no se encontraba. Estaba tan vacía y silenciosa como siempre. Bueno, un poco más, porque a esas horas Louis ya estaba tocando piano y la señora Signoret hacia ruido con las ollas y cantaba.

Louis se quitó las zapatillas en la entrada y las dejo a un lado, para caminar descalzo por la casa. Se dirigió a la cocina y saco una botella deliciosamente fría de cerveza. Harry entró unos minutos después y se sentó en uno de los taburetes. Se miraron en silencio unos segundos, hasta que Harry alzó los brazos, como exasperado.

—¡No me mires así, no es lo que tú crees!—exclamó.

—Yo no creo nada—murmuró Louis, y luego bebió un largo trago de la cerveza.

Harry echó hacia atrás su cabello, luciendo un poco frustrado. —Claro que no, pero me miras molesto.—Harry comenzó a jugar con una servilleta que había sobre la isla—. Sé que nunca quisiste a Charlotte, pero ella no es mala. Debes dejar de ser tan rencoroso.

Louis no le replico. Él sabía que estaba siendo demasiado rencoroso con ella, y también bastante prejuicioso, pero no podía evitarlo. Era así con todas las chicas, pero con Charlotte lo era el doble porque ella simplemente no le gustaba, de ninguna manera. Y Louis también sabía que estaba siendo prejuicioso, porque la verdad es no la conocía del todo. Solo habían compartido un par de palabras de rigor y uno que otro saludo en la mañana y en la tarde, y cuando las cosas pudieron haberse arreglado, Charlotte se estaba largando a Francia.

Y Louis siguió sin querer ni un poco a Charlotte. Siguió alimentando su infundado antagonismo hacia ella.

Ambos volvieron a quedarse en silencio, hasta más o menos una media hora después, cuando Charlotte apareció en la cocina con su cabello rojo trenzado sobre uno de sus hombros. Se había cambiado de ropa y traía esa sonrisa de niña buena que a Louis no le gustaba; no le daba buena espina. —Esto no ha cambiado nada—comentó, riendo levemente—. De hecho, la habitación de mamá sigue igual.

Louis siguió en silencio. Sin embargo, Harry comentó que siempre había algún cambio en la casa, pero que eran en cosas pequeñas. Charlotte se sirvió un poco de agua mientras oía a Harry hablar. Louis no podía dejar de mirarla. No sabía si era porque quería ver que ella hiciera algo malo o simplemente la miraba.

Charlotte era bonita, eso no lo podía negar. Pero Louis sentía que no era solo por su belleza, sino también por algo en ella que le hacía falta, o que quizás no lograba comprender. Le agradaban sus mejillas sonrojadas, o la manera en que sus ojos brillaban cuando sonreía, pero había algo en aquella sonrisa que le hacía pensar que algo en ella faltaba. No la miraba solo por mirarla, pensó luego. Algo le decía que ella a pesar de sonreír de esa manera tan deslumbrante, se sentía mal.

Tal vez era porque no había visto a su madre, pensó Louis, intentado quitarse esa sensación de pesar que sintió por ella. Se tuvo que recordar que eran enemigos.

—¿Qué tal si les preparo la comida? No creo poder hacer algo muy grande, porque estoy cansada, pero prometo que mañana será mucho mejor—dijo Charlotte, mientras se ataba un delantal a la cintura.

—Entonces me tendrás mañana aquí, también—comentó Harry, riendo, mientras echaba su cabello hacia atrás.

Harry estaba coqueteando con ella, pensó Louis, y otra vez se sintió molesto.

Perturbado, dejó la botella en la isla y salió de la habitación. —Voy a estar en el salón—murmuró, apresurando el paso.

Charlotte preparó algo que normalmente su madre haría. No era algo muy distinto, pero ella dejo en claro que las habilidades culinarias que ella tenía eran tan buenas como las de su madre. Louis no quería aceptarlo, pero le había gustado la comida. Y por primera vez en mucho tiempo, no se sentía solo.

En más de una ocasión, Harry le saco alguna suave sonrisa con sus chistes malos, y también lo había hecho Charlotte con alguna de sus anécdotas en la cocina. Fue un almuerzo agradable para Louis. Y hace mucho que no se sentía tan bien.

Su madre llego un par de horas después, cuando Louis estaba practicando en el piano. Ella se sentó en su poltrona, mientras leía un libro, junto a la ventana. A Louis le gustaba tocar para ella, pero aun así sentía que algo faltaba. Cuando lo hacía, no se sentía del todo completo. Sentía que le faltaba una pieza más, pero nunca supo cuál era.

Aunque quizás lo fuera a descubrir pronto.

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Me he dado cuenta de que en la colección de fotos de Louis que tengo en WeHeartIt él casi siempre está serio... Me encanta cuando sonrie, pero cuando esta serio es como aslhflkashklfhashklfhash y un montón de baba :) 



Piano Forte; l.t auWhere stories live. Discover now