Capitulo 4

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Capitulo 4

–y bien...¿porque tan silenciosa? –preguntó el rubio. Lo miré con el ceño fruncido, ¿esperaba que lo tratara como un viejo amigo? ¡nunca lo había visto en mi vida! 

–estoy aquí porque me prometiste que me dejarías de fastidiar, pero no veo resultados. –solté cruzándome de brazos. Él soltó una risita lo que llamó mi atención. Estábamos en Starbucks, sinceramente jamás había probado el café de este lugar. Esta es la primera vez que vengo. El mesero se acercó con una sonrisa a nuestra mesa.

–¿puedo ofrecerles algo? –cuestionó. El rubio le pidió dos cafés con crema chantillí arriba. El mesero asintió y se retiró.

–veo que eres de carácter fuerte. Escucha, no voy a hacerte daño. –se apoyó con los codos en la mesa inclinándose al frente. Me encogí de hombros.

–no he dicho que lo harías, pero es extraño estar en un lugar con un desconocido. 

Sonrió y asintió.

–muy bien, entonces mi nombre es Matt. –extendió su mano mirándome. Vacilé un momento y la estreché.

–Chelsea. –dije soltándola rápidamente. Rió, pero no dijo nada cuando se dio cuenta que el mesero se acercaba con nuestros vasos. Supongo que aquí es diferente, muchas personas dicen que piden tu nombre y luego te llaman cuando esta listo, pero aquí lo sirven como en cualquier restaurante. Me gusta.

–gracias. –murmuramos. Le di el primer sorbo, el sabor amargo inundo mi boca, apuñé mis ojos por reacción y sacudí la cabeza. Estaba muy amargo. No para decir que no me gusta pero de todos modos lo estaba. Abrí los ojos cuando escuché la risa de...Matt.

–oye ¿de que te ríes? –pregunté enfadada. Se tapó la boca impidiendo que otra risa se le escapara de su boca. 

–es la primera ves que vienes ¿no es cierto? –bajé la mirada apenada. Pero a los segundos volví a mirarlo. Asentí sin darle tanta importancia– se nota. 

–cualquiera reaccionaría así por el sabor tan amargo de esto. –me defendí señalando al vaso.

–no lo digo por eso. –fruncí el ceño– lo supuse porque te llevaste el café a la boca sin darte cuenta que tenía crema, y bueno, tienes un bigote...ahí. –señaló. Tomé una servilleta y me limpié con mis mejillas ardiendo. Soy una tonta. Empezó a reír mas fuerte llamando la atención de la gente que pasaba. Pero eso era lo que menos me importaba. Me importaba que se estaba burlando de mí. 

–lo siento, lo siento. –soltó cuando notó que lo miraba seria. Puso su cara seria, bueno trató de hacerlo, pero de todos modos la comisura de sus labios subían dibujando una sonrisa. –entonces, háblame de ti. Íbamos a conocernos, empecemos contigo.

–no hay mucho que decir. –solté encongiéndome de hombros. 

–solo dilo –apoyó su espalda en en el respaldo de la silla haciéndole ver relajado. Suspire y lo miré.

–bien. No soy de aquí, soy latina. Estoy aquí porque me trasladaron para acá. –conté.

Me sonrió mostrando sus dientes blancos.

–que bien tener a una latina aquí. –comentó. Lo miré extrañada– Es que...no sé, es bonito conocer personas de otros lados.

Asentí y me llevé una cucharada de crema a la boca.

–¿de que trabajas?

–secretaria. –asintió– ahora vas tú. Dime lo que haces y el porque te gusta seguir a la gente. –sonrió y soltó un gran suspiro.

–mi vida es normal. Ya sabes, trabajo en una empresa, y vivo por cierto...solo. –dijo levantando las cejas divertido. Puse mis ojos en blanco haciendo que riera.

–¿puedo saber de que trabajas?

–en oficina. Nada importante. Debo suponer que vives cerca de esta zona. –asentí con mi mirada clavada en la calle a mi derecha. El ambiente era muy tranquilo, he visto muchas personas que se visten y se peinan como quieren sin miedo alguno. Podría quedarme por siempre aquí. 

Vi la hora en mi reloj de muñeca y decidí que tenía que irme.

–oye, gracias por la invitación pero yo ya me tengo que ir. –agradecí levantándome de la silla. Él hizo lo mismo.

–no te preocupes, esta bien. ¿Quieres que te acompañe? –negué, y le hice un gesto con la mano de despedida. Comencé a caminar directo al departamento. Volteé mi cabeza hacia atrás y noté que Matt aún seguía parado ahí viéndome. Sentía la necesidad de correr para que dejara de hacerlo. Pero La puerta del edificio ya estaba a mi lado. Abrí la puerta y luego la cerré. 

El Jefe 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora