Novem

3.3K 221 51
                                    

 Un día más, Brooke se encontraba en el aula de Remus Lupin. Volvía y volvía a quedarse después de clase de DCAO durante una semana, esperando pacientemente a que algún día de esos Lupin le enseñara algún hechizo o maleficio nuevo, todo en vano. El profesor siempre le decía que volviera al día siguiente, que mañana sí que lo iba a hacer. Intentando retrasarlo todo lo posible, el hombre la entretenía hablando sobre sus alumnos, hazañas y contarle algunos chistes, y de vez en cuando nombraba a Harry y que ese chico sería muy grande en el futuro. 

-Profesor, ¿usted cree que algo de esto me importa?- Preguntó chasqueando la lengua mientras se levantaba de su asiento y se disponía a marcharse.- ¿Cuándo me va a decir cómo se hace un Patronus?

-Mañana... Mañana...- Respondió el hombre apartando la mirada como siempre hacía cada vez que le preguntaba acerca del mismo tema.

-Ya...- Se hizo un silencio incómodo y con un pesar en el alma, Brooke resopló fuertemente.- No creo que vuelva a quedarme después de clase. He estado perdiendo el tiempo durante una semana, ya le pediré a Snape o McGonagall que me lo expliquen.

-No.- Se apresuró a decir Lupin deteniéndola a la vez que le agarraba del brazo.- El Patronus es algo muy difícil, y me da vergüenza admitirlo pero...

De nuevo volvió el silencio, con un Remus intentando encontrar las palabras indicadas y una Brooke escuchándolo atentamente, molestándose cada vez más. Iba a preguntar de una vez que qué es lo que le quería decir pero él otra vez la interrumpió. 

-Últimamente no he podido invocar un Patronus completamente.- Reconoció el maestro deshaciéndose del agarre, lo que le dio un poco de pena a Brooke, que se quedó asombrada por la confesión. 

-Solamente quiero saber qué se tiene que hacer para realizar el encantamiento.- Dijo la rubia dándose la vuelta para ver cómo el otro le daba la espalda. Remus se mordió el labio rezando para que la chica no le hiciera más preguntas que él no quisiera responder. Suspiró.

-Hay que pensar en un recuerdo muy bueno. Sí, hay que recordar lo mejor que te ha pasado y se formará tu Patronus.- Explicó el profesor con tristeza.

La mente de Brooke comenzó a funcionar, a unir cabos y se dio cuenta de una verdad del profesor que realmente le dolía. Él no recordaba ningún momento alegre, no le había pasado nada bueno en su vida, o al menos no últimamente. Se acercó a Lupin, le amarró el hombro y no dijo nada para dar por entendido que lo sentía, que no cuestionaba nada para no causar más sufrimiento. 

Finalmente, después de cinco minutos de tranquilidad, que a Brooke se le hicieron diez años, en los que lo único que se podía oír eran las voces de los alumnos gritando por la alegría de otra excursión a Hogsmeade, la Slytherin le regaló un pequeño abrazo a su profesor y se encaminó con sus amigos a Hogsmeade.

-¿Mañana a la misma hora?- Preguntó el hombre asomándose por la puerta y dedicándole una risita, a lo que asintió.

Salió del castillo con una sonrisa dibujada en el rostro y una alegría inusual que le florecía en el pecho, aunque también con algo de pena por Remus. Parecía que no, pero ese hombre comenzaba a importarle. Solamente como su instructor, claro. Lo que su amiga Ravenclaw había dicho tiempo atrás resultó ser verdad, era el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que han tenido nunca. 

Al llegar junto a la gran multitud de estudiantes de su edad, divisó entre el gentío a su amiga Cassandra. Ella estaba coqueteando con Fred Weasley, su nuevo novio. A su lado estaba Draco Malfoy, observando la escena estupefacto, y no le extrañaba a Brooke. Parecía que la castaña se alimentaba del odio de Malfoy, y no le bastaba salir con un Gryffindor normal y corriente, quería un Weasley. Llevaban siendo novios desde que Theo cortó con ella y Fred la consoló, esa escena que Brooke se perdió pero que le hubiera encantado presenciar. 

La favorita de Remus Lupin ©Onde histórias criam vida. Descubra agora