La favorita de Remus Lupin ©

Viginti

El mayor error se cometería si Brooke se despertara de aquel sueño, si lo fuera, en el que la pareja en una nube flotaba abrazados. Pero esto superaba a su mayor sueños, sueño que ha tenido continuamente y que mantenía guardado en lo más profundo de su mente y corazón durante años. Su cuerpo se estaba derritiendo, al igual que su alma.

-Siempre fuiste la favorita del profesor Lupin.- Confesó el hombre, que con los ojos cerrados disfrutaba del silencio.

El callejón se encontraba desolado, dejando al castaño y su ex pupila en solitario, entrelazados en un abrazo eterno. La luna seguía resplandeciendo, iluminándolos como un foco.

-Remus...- Lo nombró la rubia. Presa del pánico, se zafó del agarre.
Brooke sentía angustia, y creyó que las lágrimas brotarían en cualquier momento. Aunque el beso fuera de un sabor dulce, la mirada profunda y el tacto vehemente deleitable, una sensación de tristeza invadía su mente. Sabía que actuaban vilmente, y se divertía con el hecho de tomar venganza con Nymphadora por haberle arrebatado a la persona que siempre había anhelado compartir un futuro a su lado, pero ella no se merecía aquello. Brooke no quería ser algo que no era. Brooke no quería ser como Oliver.

-¿Qué pasa con Tonks? ¿Qué pasa con tu matrimonio?- Preguntó la muchacha, observando el prudente semblante de Lupin.

Pensativo, se echó para atrás el castaño cabello, labrado de grisáceos mechones inquietos. Y no articuló palabra. Pero la reacción que tuvo no era para nada la que esperaba Brooke.

-Es cierto. Tonks es mi mujer.

Quizás la joven esperaba una confesión a su favor por su parte, que dijera que abandonaría a Dora por ella. Pero no. Rascándose la nuca, Lupin frunció el ceño y apretó los labios.

-Pero me arrepiento de haberme casado con ella.- Fijó la mirada en el suelo, sucio y gris. Luego coincidió con la de Brooke, cristalina y opaca.- Admito que he estado pensando en ti.

Como si viera una luz en un túnel interminable, la esperanza golpeó a Brooke simulando una ráfaga de viento. Dejando atrás los remordimientos y la culpa que la atormentaban, saltó a los brazos de Remus, con una sonrisa de oreja a oreja. Aunque el dolor de la duda de si todo era un sueño era mayor que la felicidad momentánea. Pero el amor que tiempo atrás padeció por su persona parecía haber vuelto, como una flor que nuevamente crece en primavera, después del frío invierno. Y ese inverno se alargó a tres años en los que llevaban separados. Tres años sin que ninguno se olvidara del otro.

-Brooke... Brooke...- Palideció. El semblante de Lupin tomó un tono blanquecino mezclado con verde.

La muchacha se despegó de su compañero mientras se fijaba en una figura a lo lejos, que con paso decidido se dirigía a ellos. Era un hombre maltrecho, que cojeaba con cada zancada. Distinguió cicatricen en su mejilla y un ojo de cristal que, a diferencia de lo normal, solo enfocaba para una dirección, ellos dos.

-Lupin, vamos atrasados con la partida a casa de los muggles.- Gruñó acercándose cada vez más.- ¿Dónde está Tonks? ¿Vas a ir con esta adolescente?- Examinó de arriba abajo a Brooke. No sabía cómo sentirse, si alagada porque aún tenía físico de adolescente u ofendida porque Ojoloco no supiera quién era ella, ya que también trabajaba en el Ministerio.

-Lo siento. Dora está en camino. Creo que iré a recogerla. Quédate aquí, ¿vale?- Con un rápido movimiento, Lupin se escabulló del callejón agarrado de la confundida Brooke.

Cuando doblaron una esquina, igualmente desolada, Remus sacó un pequeño anillo dorado y un frasco del bolsillo interior de la chaqueta. Se acercó tanto a Brooke, que ésta pensaba que le iba a dar otro beso. Pero cogió su mano izquierda y sin decir nada se lo colocó en el dedo anular.

-¿Qué pasa?- Preguntó confusa, curioseando la joya, que le resultaba muy familiar.- No me digas que...

Y se dio cuenta, aquella botellita que el hombre llevaba encima no era ni más ni menos que la poción multijugos.

-No hay tiempo. Tómala.

Sin poner pega, abrió el pequeño recipiente, lleno de una pócima de color rosa. Le recordó al pelo de su prima, a la que iba a suplantar en ese momento, pero sin saber el por qué. Pero aunque fuera ciegamente, ella nunca dejó de confiar en aquel hombre.

Sintió cómo cada vez iba encogiendo, el largo de la melena iba acortándose y cambiando de tono. Las facciones no tan bruscamente, pues eran familiares y un parecido sí que tenían.

-Por favor, no me odies.

Brooke no pudo preguntar a qué se refería, pero al momento lo supo, ya que Lupin, con un movimiento de varita, la dejó solamente en ropa interior. Experimentó una vergüenza que nunca antes pudo hacer, pues estaba desnuda en medio de una calle pública. Pero en menos de diez segundos, sin haberse percatado, vestía ropas que si fuera ella, nunca se las pondría.

El moreno volvió de la mano de Brooke, solo que ahora adoptó un carácter más serio y tranquilo. Ojoloco entornó el verdadero ojo, como si estuviera sospechando. Pero finalmente se dio por vencido y comenzó el camino para llegar a la casa de los Dursley. Pero la rubia, en parte, creyó que el auror la descubrió.

-¿Quiénes son los Dursley? ¿Para qué vamos a ir?- Susurró curiosa.

-Los tíos de Harry Potter. Vamos a salvarlo de Lord Voldemort.

Brooke se quedó perpleja. Sin planearlo, estaba de punto de jugarse la vida por alguien quien ni siquiera sabía si realmente era o no el Elegido. Pero no creía que Remus le dejaría morir, se negaba a aceptarlo. Tuvo un presentimiento de quedar victoriosa, así que calló.

Se aproximaban a un grupo de personas bastante considerable. Los integrantes se fijaron en ellos, y Brooke se sentía muy incómoda. Lupin, que entre susurros le decía quien era quien, les sonreía apretando la mano de la ahora pelirrosa.

-Ron, Hermione, Fred, George, Arthur Weasley, Fleur, Bill, Kingsley, Hagrid y Mundungus.

La joven se asombró de ver a Fred allí, sin dar crédito a su despreocupación, o al menos camuflaba muy bien su desasosiego por Cassandra.

Entre todos llegaron a una casa parecida a la que Lupin y Tonks compartían. Algunos iban en escobas, otros en thestrals y Hagrid en su motocicleta con sidecar.

-¿Has visto esto, Harry?- Dijo Brooke, enseñándole su mano. Que aunque no fuera el verdadero, estaba dispuesta a fardar de anillo.

-¿Os habéis casado?- Preguntó Harry mirándola, y luego a Lupin. Éste echó un vistazo de reojo a la chica, que le sonreía encaramada en la lavadora.

-Lamento que no pudieras asistir a la boda, Harry. Fue una ceremonia muy discreta.

Después de que le explicaran el plan a estudiante, se montaron en una escoba. Brooke acompañaba al falso Harry, que ciertamente era Ron. Se mostró satisfecha con ello, tampoco iba a suplicar por ir con Lupin.

Antes de partir, la rubia estaba eufórica, no se había emocionado nunca como en aquel instante. Así que, segura de que nadie sospecharía, volvió a pegarse a los labios de Lupin, dándole así un beso apasionado.

-No olvides que te quiero.- Murmuró, tan audible que Hermione soltó un gritito de emoción y ternura.
Solo ella y el que había sido besado sabía la verdadera identidad de la Nymphadora que intentaría proteger a Harry Potter en su escapada.

El viaje no fue como esperaban, los mortífagos les descubrieron. Y a Brooke le entretuvo su tía Bellatrix, que se empeñó en intentar matarla. Pero al menos hirieron a Rodolphus. Al llegar a casa de la tía de Ron, se les escapó el traslador; y tía Muriel estaba muy preocupada por ellos.

-¿Qué ha pasado? ¿Qué os ha retenido?- Cuestionó Remus, casi con enfado. Estaba muy inquieto por el estado de Brooke, y nunca se habría perdonado si le pasara algo.

Cuando ella le relató lo ocurrido, él sólo consiguió asentir, ya que le temblaba el músculo del mentón.

Cuando finalmente llegaron Bill y Fleur, el pelirrojo explicó cómo ocurrió la muerte de Ojoloco. Y Brooke simuló la tristeza que sufriría la Tonks auténtica.