Duodecim

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Brooke bajó las escaleras rápidamente hasta chocarse bruscamente con alguien; ese alguien era conocido, alto, robusto y con hombros anchos.

-¿Practicando aparecerte?- Preguntó Oliver frotándose el pecho, donde exactamente colisionó la cabeza de la chica mientras le mostraba una de sus mejores sonrisas.

-Ah, iba a prepararme para la fiesta.- Mintió Brooke.- ¿Y tú?

-Igualmente, espero que el primer baile sea para mí.

Y antes de que ella pudiera darle la respuesta, de la nada, Oliver desapareció. Brooke, que estaba confundida y atolondrada por el golpe, siguió caminando, solo que esta vez teniendo más cuidado. Pensaba en la excursioncilla que tuvo horas atrás y de cómo casi las castigaban por ello, pero lo bueno era que podía ir a las cocinas siempre que quisiera ya que se conocía el camino.

Comió sola en el comedor, porque ni Cassandra ni Alpha aparecían, y tampoco tenía ganas de hablar con nadie más. Lupin no estaba sentado en la mesa de los profesores, y se fijó en que algunos otros tampoco, como Hooch o Sprout.

Cuando terminó todo el estofado de su plato, salió con un poco de prisa a la sala común de Slytherin para prepararse. Ya en frente del muro de las mazmorras, susurró la contraseña y éste le dejó paso. Junto a la mesa más grande había un niño de primero que parecía estar leyendo un libro, Brooke solamente se acercó a él sin decir nada y se espatarró en el sofá, no era muy cómodo ya que a los otros Slytherin les importaba más la apariencia.

Durante más de una hora el silencio reinó el lugar, a Brooke se le iban cerrando poco a poco los párpados y el niño seguía allí sin inmutarse. Pero de repente se oyó un gran ruido procedente de la chimenea, la chica abrió rápidamente los ojos con el corazón latiéndole a mil por el gran estruendo. De las escarlatas llamas salió una bruja de esbelta figura, pero andando torpemente fue hacia la rubia y le abrazó con alegría.

-Cuánto tiempo, Brooke.- Exclamó la mujer sacudiendo su corta y lila melena.- Estás altísima.

-Igualmente, Tonks.- Le devolvió el saludo fijándose en la diferencia de alturas, que realmente era enorme.

-Gracias por lo de la chimenea, te debo un favor.

El niño que anteriormente estaba acomodado en el asiento, miraba confuso a las dos chicas. Las otras, que no le hacían ningún caso, hablaban animadas entre sí, pero sobre todo Nymphadora. Charlaban sobre lo que habían hecho durante tanto tiempo y de vez en cuando criticaban a la familia.

-Ya me tengo que ir.- Se despidió la bruja saliendo de la habitación, seguramente directa a visitar al profesor Lupin.- Hasta la vista.

Miró la hora y solamente quedaban tres horas para que comenzara la fiesta, el tiempo pasaba volando cuando deseaba que fuera al contrario.

En ese instante Cassandra entró brincando de un lado para el otro, gritando y canturreando de la emoción. El crío la mandó a callar y ella hizo como que él no existía, así que se fue a los aposentos de los chicos.

-Vamos a prepararnos, YA.- Le metió prisa empujando a Brooke para que subiera las escaleras hacia su cuarto.

Allí dentro, Cassandra sacó todos sus vestidos y zapatos y no se decidía por cuál ponerse. En cambio Brooke ya lo tenía todo planificado desde esa misma mañana.
Se cambiaron lentamente e intercambiando miradas, burlándose entre ellas.

-Pareces una princesa, Brooke.- Dijo finalmente Cassandra al verla, con los ojos vidriosos, como si se fuera a poner a llorar en cualquier momento. Agarró de la mano a su amiga e hizo que la otra diera una vuelta para lucirse. Llevaba puesto un vestido largo y azul marino, ajustado con toques brillantes para resaltar partes como las caderas y sus largas y delgadas piernas. Era de palabra de honor, pero cubría los brazos con unos elegantes guantes blancos hasta casi llegar a los hombros. El cabello lo mantenía suelto y sin maquillaje, a lo natural.

La favorita de Remus Lupin ©Where stories live. Discover now