Sedecim

2.4K 170 83
                                    

Remus pov

La voz de la profesora McGonagall resonaba en mi cabeza, pero no entraba. Hacía como que escuchaba sus palabras, pero mis pensamientos se encontraban en un lugar más lejano. Y mis ojos se perdieron en el comedor, en la mesa de Slytherin para ser más exactos, observando a una chica rubia con mirada agotada. Brooke escuchaba a su amiga castaña, aunque al igual que yo no le prestaba atención. 

  —Me gustas, Remus. 

  Desde hacía dos días no dejaba de preocuparme de ella y en cómo estaría. Recordaba lo ocurrido, en cómo pude verla derramar lágrimas de sus azules ojos por primera vez, en cómo pude verla desprotegida y en cómo ella misma no se dejó consolar. Y me dolió rechazarla. Su amor no era correspondido, no estaba seguro ni de que fuera amor, quizá estuviera confundida y eso la llevara a mezclar sentimientos. De todos modos, si realmente lo era, ¿una alumna y una profesor? Estaría demasiado mal visto. Ninguno de nosotros tendríamos suficiente para poder vivir y yo era muy mayor para ella. Y el milagro sería que siguiera a mi lado sabiendo mi licantropía. 

Salí de mi ensimismamiento cuando caí en la cuenta de que todos los alumnos se habían marchado a las clases, solamente quedaban algunos profesores y cuatro alumnos, y ella entre esos cuatro. Seguía sentada, pero fugaz como un rayo se levantó de un salto, recogió su mochila del suelo y caminó lentamente hacia la salida. De repente se dio la vuelta y una mirada gélida penetró mi ser. Me obligué a mi mismo a dibujarme una sonrisa en la cara y convencerme de que debía de dejarlo todo como estaba. 

Transcurrió una semana, en la que mi ánimo decaía y al parecer el de mi compañero Snape subía. Mis clases no eran las mismas con los de último curso, nadie hacía preguntas, nadie se interesaba y lo único que me quedaba por hacer era mandar a leer páginas del libro y prepararlos para los exámenes. Brooke, que era la única que solía atender a mis explicaciones, ahora se las pasaba bostezando y pasándose notas con aliados de su casa, incluso comenzó a llevarse bien con Cedric Diggory. 

Estaba sentado en mi mesa leyendo un artículo sobre el nuevo paradero de mi viejo amigo Sirius Black, mientras oía susurros y risas bajas de estudiantes. Aparté el periódico de mi cara fijándome en que esos cuchicheos venían de la rubia, murmurando con un chico de Hufflepuff muy cerca uno del otro. Una llama nació en mi interior, e intentando comportarme de buena manera, me levanté de mi asiento. Esbocé aquella sonrisa que me resultaba falsa incluso a mí, y me acerqué a la pareja. 

  —¿Alguna duda sobre el tema que estamos leyendo, Brooke? —Pregunté dirigiéndole mi mirada, y luego posándola sobre el socarrón Hufflepuff.—¿Problemas con abrir el libro?—Señalé su libro, pero esta vez mi voz sonó impasible. 

Ella entrecerró los ojos, abrió éste y leyó sin dirigirme palabra. 

El resto del día fue igual de desanimado que los anteriores, sin poder hacer nada excepto corregir tareas. Las clases habían sido suspendidas con Brooke desde el día de San Valentín, o más bien ella no quiso reaparecer más. Solté un largo suspiro y le di un último trago a la taza de chocolate que me había preparado. Escuché unos pasos detrás de la puerta y el corazón me dio un vuelco, esperando a que mi mejor estudiante entrara por ella y me pidiera reanudar nuestra tan buena relación profesor-alumna. La puerta se abrió, y aquellos cabellos largos y rubios fueron reemplazados por una cortina negra y grasienta. Snape se me acercó con un vaso grande lleno de poción matalobos.

  —Un gran trabajo, ¿cierto?—Espetó satisfecho viendo la cara de aversión que ponía al beber aquella asquerosidad.—Aunque nunca podría superarme. Es de una alumna, ¿sabes, Lupin?—Acariciaba el periódico justo donde había escrito en letra mediana "beso del dementor a Sirius Black" a la vez que su sonrisa incrementaba y se hacía más terrorífica. Aparentaba miedo y alegría al mismo tiempo. —Mi mejor alumna, Brooke Kauffman. ¿La conoces?—No despegó la mirada de la pócima.—Se ofreció a prepararla para que no sufrieras esta luna llena.—Difícilmente mantenía la compostura.—Que pena que esa Black bocazas no callara la boca, ¿no crees?

La favorita de Remus Lupin ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang