Decem

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Al día siguiente, Brooke se despertó con el sonido de las suaves olas que provocaba el agua del lago al ser empujada por el fuerte viento. Al levantarse, no vio a ninguna de sus compañeras en el cuarto excepto a Astoria. La niña se cepillaba el cabello y en cuanto se dio cuenta de la presencia de Brooke, le dedicó una sonrisa nerviosa.

Entró a la sala común, y al contrario que en su habitación, éste estaba repleto de gente. Incluso el profesor Snape estaba sentado en uno de los divanes. No era de extrañar, ya que días como estos, sin un rayo de sol, eran perfectos para los Slytherin. Marcus Flint se encontraba hablando a viva voz con su escoba en la mano, presumiendo de ella ya que era de última generación. Cassandra charlaba tranquilamente con Blaise y Crabbe, que como siempre estaba comiendo algún dulce.

Como vio que nadie le hacía caso, Brooke volvió junto a Astoria a ponerse su túnica y preparar su maleta para las clases. Pero primero debía de desayunar, y eso hizo. Se encaminó al Gran Comedor con sus compañeras y sin ninguna prisa tomaba sus tostadas con mermelada e intercambiaba unas pocas palabras con Cassandra.

Sintió un extraño impulso de buscar al profesor Lupin con la mirada, él mantenía una intensa conversación con Hagrid. Al instante, percibió los ojos fijos de su alumna en él, en modo de respuesta le guiñó un ojo. Tiempo atrás, seguramente Brooke se hubiera sentido asombrada e incluso incómoda con ese gesto, pero ahora no despegaba su mirada del plato con una disimulada sonrisa.

El comedor ya estaba vacío y ella seguía esperando a su amiga, que no dejaba de hablar con su novio. Cansada de aquello, agarró su maleta y salió de allí sin compañía de nadie excepto de sí misma. Su primera clase sería Adivinación con Trelawnie, que aún se preguntaba el por qué tuvo que haber escogido esa asignatura. Y tampoco es que esa mujer tuviera devoción por ella, le decía que suspendería si no dejaba de inventarse cualquier presagio porque se notaba demasiado.

Llegó al aula, sumido en un gran silencio. La profesora miraba a la bola de cristal sin dejar de mover las manos como si estuviera delante de un caldero. A través de las grandes lentes de sus gafas, los oscuros ojos se posaron en Brooke y sin decir una sola palabra la chica se sentó en un asiento doble del fondo, sin nadie a su lado ya que Cassandra seguía por ahí saltándose las clases.

-Oooh, querida.- Murmulló la mujer delante de su pequeña mesa.- Veo que una gran tragedia ocurrirá en tu vida.

-Ya...- Respondió seria.

La clase transcurrió lentamente sin haber aprendido nada nuevo, salvo que seguramente le pasará algo malo una vez a la semana. No dejaba de suspirar y que apenas conociera a los demás compañeros no ayudaba mucho. Por fin, después de media hora, Cassandra llegó. Pero la profesora le castigó estando fuera de clase hasta que acabara la hora, y eso a Brooke no le parecía un castigo, sino todo lo contrario.

Al finalizar Adivinación, ella salió lo más rápido de allí y se reunió con su amiga. La otra rebosaba felicidad, lo que cabreaba a Brooke.

-¿Qué te ha pasado? ¿Fred te ha pedido matrimonio?- Preguntó recelosa.

-No, algo mucho mejor. Vamos a ir juntos a la fiesta de la semana que viene.

Brooke no recordaba que la fiesta de Navidad fuera la semana siguiente, le emocionaba tan poco, incluso nulo. Su madre anteriormente le preparó un vestido y maquillaje, que ni siquiera se molestó en desempaquetarlo. Y cayó en la cuenta de que dentro de tres días la mayoría de alumnos se irían de vacaciones a sus casas, lo que ella anhelaba con toda su alma.

-¿Qué toca ahora?- Quiso saber la rubia sin recordar su horario de clases.

-Pociones con Gryffindor.- Respondió la otra.- Y después Defensa Contra las Artes Oscuras.

La favorita de Remus Lupin ©Where stories live. Discover now