Últimos pasos

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Eran más de 150 personas las que aquél día se presentaban a las pruebas de acceso a las Fuerzas Armadas. Un grupo de gente lleno de variedad: desde hombres y mujeres sin apenas músculo... hasta los que cargaban sobre sus huesos kilos y kilos de musculatura. Estaban los tímidos que nada más escuchar "¡Firmes!" se colocaron detrás de todos los aspirantes, intentando pasar desapercibidos... Y estaban los que ocuparon casi a la carrera la primera y segunda fila entre empujones e insultos murmurados a la espalda.

Para Hope aquello no era más que el último obstáculo para su ingreso. Las pruebas finales. Si fallaba... tendría que esperar a la siguiente convocatoria... y quién sabe qué habría pasado para ese momento futuro. Era mejor no arriesgarse, darlo todo ahora que podía. Para algo se había preparado. Para ser de las mejores.

Cuatro soldados esperaban pacientemente delante del gran grupo, observándoles, analizándoles... como si hicieran una apuesta silenciosa sobre quiénes pasarían la descalificación, y quiénes no. Aquello no mejoraba el nerviosismo de Hope. Y menos si uno de esos pares de ojos se centraban tanto en ella como en aquél momento.

Hope no sabía si el hombre que estaba justo delante de ella era el capitán, sargento o simplemente soldado de turno encargado de la tarea. Pero... lo que sí estaba claro, es que era demasiado incómodo saber que ella podía estar en la punta de mira, que ella podía tener más posibilidades de perder que los demás. Quiso apartar la vista... pero se negó a mostrar debilidad. Debía irse acostumbrando. Si daba la más mínima oportunidad, la gente la pisotearía. Y ya estaba cansada de tanta historia y puñalada.

Afortunadamente sólo bastaron unos segundos más de contacto visual para ver cómo el mismo hombre empezaba a pasearse por la primera fila, haciendo crujir su cuello al rodarlo por encima de los hombros. Con una voz grave y muy alta, habló a los candidatos:

- Buenos días, aspirantes. Son exactamente las 08:55, lo que quiere decir que exactamente en 5 minutos, daremos comienzo a las pruebas eliminatorias para el ingreso a las Fuerzas Armadas. Y aunque muchos de vosotros tendréis dudas, no sabréis qué hacer o cómo una prueba, el equipo evaluador no responderá ninguna de ellas. Tuvisteis tiempo de informaros hace mucho tiempo. Sin embargo, aclararemos que será tipo carrera. A cada sonido del silbato, saldrá uno de vosotros corriendo por la pista de atletismo. En el camino encontraréis cada una de las pruebas a realizar. En cada prueba habrá un evaluador que apuntará vuestra calificación. No está permitido detenerse durante la carrera. Empezaremos el orden por la primera fila, después irá la segunda, y consecutivamente hasta la última. No hace falta que digáis vuestros nombres en cada prueba, el número que tenéis en vuestro pecho nos lo indicará.

Mientras estuvo hablando, el hombre terminó su recorrido colocándose a la derecha del inicio de la pista, colocando entre sus labios un silbato plateado, comprobando la hora en su reloj cronometrado.

Hope se sintió morir en aquel instante, en la antesala del miedo, antesala del momento en que tendría que poner sus pies en movimiento y cumplir con su cometido. Agradeció la genialidad de ocupar un sitio en la cuarta fila, donde podría respirar un poco más de aire antes de salir a correr.

En medio del sepulcral silencio sonó el silbato, clavándose en lo profundo de su corazón. Y ante unos ojos atónitos, vio cómo el aspirante más próximo al organizador, abandonaba la fila, estableciendo un trote ligero sobre el camino de arena fina. Quince segundos después le siguió el segundo aspirante, al mismo ritmo. Cuando el primero terminaba de hacer el salto de longitud, el segundo ya preparaba sus piernas para volar. Y cuando el tercero había llegado a ese momento, el segundo ya estaba junto al primero, haciendo en sesenta segundos todas las flexiones que pudiera.

Hope estaba absorta en todos los movimientos, intentando pillar algún truco para mejorar sus marcas antes de hacerlas... y no fue hasta que uno de los aspirantes la avisó con un golpe del codo entre sus costillas de que pronto le tocaría a ella, que volvió a la realidad. No podía seguir distrayéndose. Su futuro inmediato dependía de aquél momento. "¡Céntrate, Hope! Tienes que demostrar a mucha gente que tú sí puedes." No había permiso para rendirse. Mucho menos abandonar.

Con un pequeño estirón de sus músculos como calentamiento, Hope esperó al lado del coordinador, esperando la señal. Fijó su mirada al frente, decidida a ir a por todas. Y cuando el aviso brotó del aliento del hombre, Hope ya comenzaba sus primeros trotes en la pista. Sus manos acompañaban a su cuerpo, respirando bien por la nariz, y soltando por la boca. Sólo habían unos pocos pasos hasta la primera parte del recorrido. Y poco a poco, tomando conciencia de su cuerpo y mente, Hope consiguió saltar la distancia, y fijándose en el pequeño y fugaz gesto en la boca del evaluador, bastante bueno.

Volvió a correr al mismo ritmo, tranquila, cuidando de no acelerarse y perder la tranquilidad. Su mente tenía que estar clara. Su cuerpo en calma.

Las flexiones no resultaron tanto problema. Se ayudaba de los latidos constantes de su corazón para ejercer un ritmo fijo, ni rápido ni lento... peor suficiente para aguantar el minuto entero y sobrepasar el mínimo.

Su único problema fue al final... Aún a pesar de realizar bien todas las pruebas pertinentes... la carrera libre fue bastante cansada... Ya estuvo desde el inicio de la pista corriendo, y cien metros más empezaban a doler en su garganta.

Hope se obligó a continuar, a no rendirse por más que quisiera. No le quedaba más nada... se negaba a regresar a casa de sus padres, o incluso con James. Era todo o nada.

James...

Quizás por una vez, una sola... Él pudiera ser de ayuda.

Contrariando su regla de mantener la mente despejada, Hope pensó en su ex-marido... en cómo la trató de tonta durante su matrimonio, cómo jugó con ella y sus sentimientos. Toda la rabia que le hizo sentir, cómo la obligó a sentir menos...

Aquella era la mejor adrenalina, la mejor motivación que podría encontrar en aquel momento. Y no dudaría en usarla.

Hope sintió sus músculos de la cara contraerse, sus ojos se achinaron...como si estuviera corriendo detrás de James con una escoba en las manos, preparada para darle con todas sus fuerzas una y otra vez. Sus piernas conseguían acelerarse, olvidándose del dolor de sus gemelos. Ese idiota no sabía con quién se estaba metiendo. Lo pagaría muy caro.

Los carteles que indicaban los metros recorridos se sucedían rápidamente, pero Hope apenas les prestaba atención. Todo su ser estaba centrado en alcanzar a James y poder reventarlo a palos. Quería vengarse por todo el daño hecho, por manejarla como una niña pequeña.

Un rugido salió de su pecho al mismo tiempo que sus pies sobrepasaban a gran velocidad los 100 metros.

"¡Te has equivocado de mujer, capullo!"

Soldado HopeWhere stories live. Discover now