Statues

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- Estoy bien -respondió cortante, agarrando la mano de ella como si de eso dependiera su existencia, como si así pudiera impedir que se la arrebataran.

- Insisto, Señor. Su madre y hermano están preocupados por usted. No ha asistido a los actos sociales que tenía marcados en su agenda y...

- ¿No entiendes que me da igual? ¡Debo estar aquí! ¡Vete!

Su secretario privado abandonó la estancia, seguido del guardaespaldas personal del jefe de estado. Si intentaban convencerlo de que aparentara de cara al mundo que todo estaba bien y su corazón no estaba al filo de ser destrozado... ya podían esperar sentados.

Richard mantuvo su mirada posada en Hope, recordando cada rasgo limpio y sano de su cara...y no el desastre que llevaba ahora como marca personal. Un rostro con tonos de morados y verdes, cortadas que apenas empezaban a cicatrizar después de haber limpiado las infecciones, zonas hinchadas a causa de los golpes, huesos que tardarían en soldarse y músculos que debían regenerarse. 

Era cierto que su cuerpo estaba destrozado  tanto por dentro como por fuera. También era cierto que los médicos  estuvieron en quirófano operándola más de once horas seguidas, y que a pesar de hacer lo mejor que pudieron su trabajo, aún se preguntaban cómo ella pudo haber sobrevivido tanto tiempo aquella tortura y a la propia operación.

 - ¡Doctor! -se levantó de manera apresurada Richard Writter, abandonando la conversación que había estado manteniendo con su hermano sobre qué pasaría con Hope una vez saliera de allí. Se acercó al médico tan recto como pudo, sin mostrar el cansancio sobre sus hombros y la preocupación en su rostro-. ¿Cómo ha ido? ¿Ha salido todo bien?

- Tan bien como se pudo, Señor. Ha sido muy complicado restaurar partes de su cuerpo, pero había suficiente piel en las piernas para reconstruir el rostro. Quizá termine con unas pocas cicatrices por el cuerpo pero tomando sol se irán oscureciendo y se camuflarán con la propia piel. También hubo una pequeña complicación con el corazón: una astilla del hueso se había clavado en el órgano pero hemos podido extraerlo y sellar el orificio a tiempo de provocar un desastre.

- Perfecto -suspiraba aliviado Richard, agradeciendo tan buena respuesta a todo lo que había rezado por primera vez en su vida-. ¿Alguna recomendación de cara al post-operatorio?

- Mi consejo, Señor, es que guarde reposo absoluto. Debe darse cuenta que recuperará muy lentamente el movimiento de las extremidades, y es posible que las primeras semanas tarde incluso en poder notarlos. Le recetaré unas pastillas para calmar a la paciente si le entra un ataque de ansiedad en ese caso.

Cuando salieron de allí no querían saber nada más de hospitales y salas de urgencias en lo que les quedaba de vida. El corazón de Hope se había parado dos veces durante el proceso... y según el informe médico, estuvo muerta cerca de un minuto... A Richard se le ponían los pelos de punta al pensar que podría perderla una vez más. Y hacía todo lo posible para tenerla rodeada de los mejores profesionales que la salvaran de cualquier altercado... Para algo era su hermano mayor el jefe de Estado.

Aún días después, con Hope postrada en la cama y dormida, el terror y el miedo controlaban el corazón de Richard... La Comandante casi parecía haber abandonado aquél mundo y la sola visión de ello le causaba escalofríos por todo el cuerpo. Pero se esforzaba por mantenerse en el presente, sosteniendo su cuerpo y ofreciendo calor con sus manos, acompañándola con su voz y repitiéndola al oído:

- Como te atrevas a dejarme, iré hasta el final del mundo para traerte de vuelta. Te lo juro, para que luego no digas que no te aviso.

El diagnóstico médico seguía repitiéndose cuando los doctores visitaban a la enferma en el palacio del Jefe de Estado: cuatro costillas rotas que soldaban perfectamente, varios órganos gravemente dañados que ahora estaban en recuperación, inflamación del cerebro, agravada desnutrición, un brazo partido, rupturas de los dos tímpanos, quemaduras de tercer grado... Habían tantos factores que condicionaban la supervivencia de la mujer que incluso los doctores dudaran de que mereciera la pena tanto el esfuerzo.

Las máquinas permanecían día y noche conectadas en la habitación, interrumpiendo el silencio con aquellos malditos sonidos repetitivos, pero que tanto se agradecían de escuchar. Significaba que todo estaba bien... y aunque los datos aparecidos en las pantallas eran buenos, Richard no paraba de comprobarlos por si mismo, por inercia... por si fallaba algo.

Cuando Richard conseguía echar una cabezada sobre el brazo de Hope, se levantaba asustado ya fuera por la pesadilla del momento o por no notarla respirar. Comprobaba los signos vitales en las máquinas y posteriormente calmando sus propio corazón desbocado, buscaba el pulso en la muñeca de la joven, exhalando pesadamente el aire retenido por el miedo en su cuerpo.

Aquél estado de preocupación comenzaba a pasarle factura... y su familia se enfadaba por no verle cumplir con sus deberes para sí mismo.

Ya fue difícil hacer uso del avión privado del presidente para ir a rescatar a Ryan, sino que además se atrevía a retar la tranquilidad y seguridad de las agendas nacionales, con su propia y única preocupación: la mujer que amaba.

¿Qué pasaría si Hope conseguía vivir? ¿Sería la misma de antes? ¿Podría seguir siendo una de las mejores soldados de la promoción? ¿O por el contrario, el Ejército habría perdido una baza tan importante?

¿Podría ella misma realizar una vida normal y corriente?

Richard comenzó a creer en Dios en aquellas largas y tenebrosas semanas... alzando plegarias en los idiomas que conocía o enfadándose con todo el mundo por no ver aquellos ojos verdes abiertos de nuevo y  las palabras tan sarcásticas características de Hope.-

Los periódicos y revistas de su país se aprovechaban de la situación, declarándole como alguien incompetente, capaz de abandonar a su pueblo por una situación que desconocían. Todo el mundo preguntaba "¿Dónde está el hermano del Presidente? ¿Qué ha sido del buen joven? ¡Qué inmadurez!" Pero él ya no les ponía atención. Su hermano incluso se había rendido en pedirle que asistiera a algún acto público. "Ahógate en tu tristeza", solía decirle, antes de cerrar la puerta delicadamente.

Richard era consciente de que tendría que dar la cara llegado el momento, fuera cual fuera el resultado. Pero necesitaba unos días más. Aún no estaba preparado para salir al mundo de nuevo, no sin saber que Hope estaría bien.

Su cordura dependía completamente de ella... desde que la vio en el campo de instrucción... Y seguiría siendo de ella, aunque nunca pudiesen estar juntos físicamente.

¿Quién honra a los que amamos con la vida que vivimos? ¿Quién envía monstruos a matarnos y al mismo tiempo canta que nunca moriremos? ¿Quién nos enseña qué es real y cómo reír frente a las mentiras? ¿Quién decide por qué vivimos y por qué daríamos la vida? 

¿Quién nos encadena? ¿Y quién tiene la llave que puede liberarnos?

Soldado HopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora