Spys

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- No sólo se trata de quién es capaz de entrenar las habilidades psicológicas necesarias para aguantar momentos de muchísimo estrés... También se trata de cómo os vistáis físicamente, y de cómo usar el ambiente para propio beneficio. Es esconderse a plena vista, mezclarse con el entorno. No existe, afortunadamente, una "ropa de espía" con un traje elegante y lentes oscuras. Hay que tener diferentes vestuarios para diferentes lugares y situaciones. Es ponerse una ropa oscura y sucia si queréis vigilar una cafetería punk, o llevar un bolso de mano y una cámara si queréis mezclaros con un grupo de turistas. Si por el contrario tenéis dudas sobre determinado escenario, siempre podéis coger un periódico, un maletín o bolso y convertiros en una simple persona tomando un poco de café después del trabajo.

>> Eso sí, recordad que menos cosas significa mejor movilidad, así que sólo llevéis los objetos esenciales y que sean vitales para la operación y supervivencia. No llevéis armas, que suelen ser incriminatorias y reveladoras de vuestra identidad secreta si eres atrapado. Si os atacan, improvisad vuestras propias armas con objetos normales. O mejor aún, haced uso de un buen entrenamiento en artes marciales para defenderos. Si sentís que explotará un conflicto, apoyaos en vuestras palabras antes que otra cosa. Los espías son maestros de la manipulación y pueden hacer creer cualquier cosa a cualquier persona. Podéis lanzar una sonrisa y un guiño como añadidura.

Cuando las dos horas de Iniciación al espionaje hubo terminado, los reclutas se dividieron en distintos grupos, diseminándose por las distintas zonas del pabellón, aprovechando aquellos quince minutos de descanso para despejar la cabeza, o darle al cuerpo un poco de hidratos de carbono antes de la sesión de entrenamiento cuerpo a cuerpo.

Desde que hubo entrado allí, Hope se vio inmersa en una actividad mucho más alta y exigente, con clases sobre defensa personal y miles de palabras para describir distintas luchas, movimientos para facilitar la movilidad en cualquier lugar y tantas artes marciales como nombres extraños hubiera para describirlas; clases sobre taxicología, bioquímica, cultura (música, cine, arte...), criminología, psicología, lingüística, idiomas... La mejor forma de cómo mantener tu cuerpo y mente en actividad a pesar de no realizar el más mínimo movimiento.

A Hope le gustaba cada una de aquellas clases porque le ayudaban a descubrir una nueva mujer, una persona mucho más preparada y capaz de alcanzar todos los logros que quisiera; una mujer valiente, decidida, inteligente, culta... Capaz de apreciar incluso la más insignificante comida y los pequeños buenos momentos de la vida -aquellos pequeños descansos-.

Y no sólo se erguía como una mujer docta en cualquier tema, sino como una luchadora incansable, que mientras hubiera aliento en ella, seguiría defendiendo a un inocente.

Eso la hacía sentirse muy orgullosa de sí misma.

Aunque la rutina la dejaba exhausta, como siempre... Llenar toda la semana con horas de distintas clases y labores... tan variopintas... muchas veces llegaba a su habitación y apenas notaba el momento en que se quedaba profundamente dormida. Valía la pena cada segundo invertido... pero su cuerpo y mente pagaban el mayor precio.

Un entrenamiento de los Navy Seals cada día, donde eliminaban a todos los que no dieran la talla, aquellos que se rendían en cada ejercicio... Porque la oportunidad de formar parte de la élite militar de América requería un precio muy alto, una cabeza bien amueblada con un férreo control sobre uno mismo, unos valores que si bien era difícil alcanzar, luego no los perderías nunca.

No sólo era dejarse la piel en cada pisada... sino dejarse la vida en el intento por ser de los mejores. No era sólo entregar tu vida al Ejército... sino tu alma a tu patria.

Lo iba entendiendo, gracias a Dios... y aceptaba el sacrificio.

Las injusticias que llenaban día tras día los periódicos la motivaban a seguir adelante, a no rendirse... porque ella quería ayudar a salvar el mundo, porque se negaba a recluirse en una casa, a la espera de que la rescatasen. Ella quería tomar parte activa, ansiaba tener un papel importante en la historia, marcar la diferencia entre una persona común y alguien de valía.

No podía conformarse con una simple civil... Hacía tiempo que necesitaba más.

Simone la convencía continuamente para acompañarla a cursos del organismo de Inteligencia del Estado, donde se reunían los soldados de alto rendimiento para formar posteriormente parte del Consejo de Militar.

Muchas veces no sabía cómo comportarse rodeada de aquellos profesores especiales... Su compañero respondía con suma facilidad las cuestiones estratégicas que planteaban, o situaciones muy increíbles que sólo una persona enterada del tema encontraba una salida viable que protegiera su vida o la de un equipo.

Fueron aquellos momentos en los que a Hope no le cabía duda de que su amiga sabía más de todo de lo que confesaba. Era difícil esperar que una persona, la cual partía de cero técnicamente, supiera desenvolverse con facilidad en un mundo tan amplio como aquél. Pero Simone no ponía de su parte, no soltaba ni una sola palabra que pudiera arrojar un rayo de luz sobre tanta oscuridad que conformaba su propia persona.

Las técnicas de la mujer eran elaboradas y elegantes para escabullirse de cualquier tipo de extracción de información, contaba con el don para sacar de quicio a Hope en un mismo día. Era todo demasiado exasperante.

- ¿Hope?

La aludida levantó su vista del libro que leía, tenían un examen de bioquímica pronto y quería sacar buena nota. Su amiga sonrió.

- Mi familia y yo hemos pensado que si no tienes nada que hacer en la semana que nos dan de vacaciones ahora en Navidades, te vengas con nosotros a Canadá a esquiar.

Tremenda invitación hizo abrir los ojos de Hope de par en par, no la esperaba en absoluto.

Solía hablar con la familia de Simone, algunos correos que escribía con determinadas dudas o para preguntar por el estado de aquella familia que apreciaba especialmente... Pero nunca había pensado en dar un paso más allá entre ellos y pasar unas vacaciones en compañía de todos. No es que tuviera un plan mejor... podía irse a su casa con su familia... bien sabía Dios que podía pagar como seis billetes de avión si quisiera, pero le faltaban ganas para ver a tantas personas que se le antojaban desconocidas, más preocupadas por la felicidad de un traidor a un matrimonio que por su propia hija.

- Habrá tiempo de todo, tranquila. Mi madre tiene pensado este viaje para entrenarme en la nieve. He pensado que tú también podrías sacar provecho de ello.

Y ahí estaba una pequeña pista de la vida de Simone... Su madre, entrenamiento, nieve... No podían estar hablando de una madre común, ni de un simple policía o guardabosques... La madre de Simone debía pertenecer al ejército, así como su hija, y por cómo solía hablar de ella, tener un cargo importante. Quizá con aquel viaje podría arrojar un poco más de luz sobre el asunto.

- Estaré encantada de ir, Simone.

- Me alegra escuchar eso, verás que vale la pena.

Hundiendo ambas sus narices en los pesados libros, dieron por zanjado el asunto, aunque Hope no pudo concentrarse sobre moléculas porque su cabeza estaba elucubrando teorías sobre la madre de su amiga. 

Soldado HopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora