Capítulo 11

530 21 0
                                    

Casi en mes después del Incidente en Ikeda-ya, Sōji se apareció una tarde a buscarla después de una de sus patrullas esa mañana con el mismo humor alegre de todos los días aunque con más entusiasmo, invitándola a almorzar con los demás. Feliz por poder compartir una comida con ellos después de casi dos semanas sin haber tenido la oportunidad, Tomoe se lavó el rostro y acomodó un poco su cabello para quedar presentable, se vistió con una muda de ropa limpia y entró acompañada por el primer capitán en la habitación. Le echó un vistazo a Sōji al cerrar las puertas a sus espaldas, quien había ocupado su rostro con una sonrisa que hacía tiempo no veía después de lo ocurrido con Keisuke, un tema que habían prometido no hablar con el secretario ya que su brazo seguía sin mostrar signos de sanación. Estará bien, Okita-san, le había jurado al capitán en varias ocasiones, sabiendo que eran sólo palabras esperanzadas sin pruebas. Regresando a la realidad, Tomoe se encontró con Sanosuke frente a ella.

- Ha pasado un tiempo, Tomoe-chan – la saludó con una media sonrisa.

Llevaba casi una semana sin tener noticias del capitán debido la profunda investigación que estaba llevando a cabo al Chōshū sobre un incendio que se decía que estaban planeando en la ciudad de Kioto, volviéndose un tema de extremada importancia dentro del cuartel.

- Ohayō, Sano-san. ¿Ha logrado averiguar algo?

- Nada de auténtica importancia, Aizu asegura que las cosas están yendo bien por ahora así que decidieron dejarlo por un tiempo – fue su respuesta, encogiéndose de hombros.

- Pero nosotros no lo haremos, ¿verdad? – indagó alzando una ceja.

- Por supuesto que no. – Él le guiñó un ojo con complicidad. - Veo que tomamos una buena decisión al dejar que te quedaras con nosotros. Tienes el mismo pensamiento retorcido que Saitō-san. ¿Cómo ha estado tu herida estos días?

- Mucho mejor, ya ni siquiera es una molestia cuando entreno. Aunque Saitō-san sigue insistiendo en que descanse un poco más que los demás sólo para estar seguros de que no volverá a abrirse.

Al decir eso, el capitán de su división bajó la mirada al suelo y pudo jurar haberlo visto sonrojarse.

Tomoe ocupó el lugar que se le había vuelto una costumbre, entre medio de Shinpachi y Sanosuke, y disfrutó del aroma a salmón ahumado – un tipo de carne que no podían permitirse más de una vez al mes. Agradeció por la comida al mismo tiempo que los presentes y comenzó a engullir sus platos con ánimos renovados, distinguiendo a algunos hacerlo de forma más rápida y poco cuidadosa, como Shinpachi y Heisuke. A pesar de tratarse de dos distintos extremos – uno más fornido físicamente y el otro de contextura pequeña -, parecían comer con la misma prisa la misma cantidad que el otro, algo que seguía sorprendiéndola cuando se daba cuenta de que sus estómagos eran como agujeros sin fondo. Sōji, al contrario, era lento y no tenía mucho apetito en los últimos días, preocupando a los demás cada vez que dejaba comida en su plato teniendo una complexión blanquecina, casi grisácea, desde Ikeda-ya.

- Tomoe, ¿estás ocupada más tarde? – curioseó Heisuke con una evidente fachada fingida de desinterés que casi la hizo reír.

- Eso depende de lo que tenga que hacer hoy. Creo que es mi turno para acompañar a Saitō-san en la patrulla de guardia esta noche, ¿nande?

- Pues, estuvimos pensando sobre preguntarte si te gustaría venir con nosotros al Festival Gion. Hoy es uno de los últimos días así que no tendremos otra oportunidad para volver a ir. – El muchacho le guiñó un ojo al agregar: - Pero quizás tengas que vestirte de mujer en caso de que se arme una conmoción al ver a los "Lobos de Mibu" paseando por las calles.

Mujer SamuráiWhere stories live. Discover now