Capítulo 20

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Al regresar, cada uno tuvo unas pocas horas para poder descansar y dormir las horas que no habían tenido el día anterior, arreglando con encontrarse en la noche para salir juntos a comer. Tomoe fue una de las primeras en despertar, aprovechando el tiempo que le quedaba libre para darle una clase a Ren, entrenar un poco por su lado, tener un corto enfrentamiento con Hajime y tomar un baño caliente y pacífico dentro de la tina de madera. Sola en su habitación, se decidió por vestirse con un kimono marrón y un tipo de hakama color verde oscuro, conocido como "tattsuke hakama" que, al igual que el pantalón normal, era suelto, pero se ajustaba en la parte de la pantorrilla hasta los tobillos. En sus pies, ya acostumbrada con el tiempo que llevaba usándolos, prefirió las waraji, aunque sin las medias. Por último, se colgó solo su katana y escondió la daga también en la cinta de su cintura. Sabía que la estarían esperando en la entrada por lo que, al cerrar la puerta a sus espaldas, caminó por el pasillo mientras ataba su cabello en una coleta y escuchó los pasos de Ren unirse a los de ella por detrás. Después de las palabras de Sōji, el niño no había vuelto a protestar sobre por qué ella era la que debía enseñarle, aunque seguía mostrándose reacio a la idea.

Isami, Toshizō, Sōji, Shinpachi, Hajime, Genzaburō, Heisuke y Sanosuke los estaban esperando pacientemente en la puerta de entrada, los saludaron a ambos y lideraron su camino al Distrito Shimabara, al que tanto Tomoe como Ren atenderían por primera vez desde que estaban en la ciudad de Kioto. Cuando entraron en una de las "Casas de Té", un edificio de arquitectura de madera tradicional, les fue asignada una habitación de varios metros de largo y ancho con diez cojines sobre el suelo de tatami que formaban un espacio vacío en medio que luego sería ocupado por los platillos de comida. Con intenciones de satisfacer el deseo de Ren de sentarse junto a Sōji, Tomoe no tuvo más opción que ocupar su lugar junto al vice-comandante, quien llevaba los últimos meses sin siquiera dirigirle la mirada y solamente hablaba con ella cuando era absolutamente necesario.

- Tomoe-chan, Ren, no tengan vergüenza y pidan tanto como quieran comer, ¿ne?

- Hai, Sano-san.

Pocos minutos después, el espacio en medio de ellos se vio repleto por tantos platos que la joven encontraba imposible creer que pudieran hacer entrar tanta comida dentro de los estómagos de tan pocas personas. Boles de arroz por doquier, algunos más llenos que otros, sopa de miso, tempura, verduras, sekihan – arroz con frijoles rojos -, distintos tipos de carnes, sopa de fideos de udon, salsa de soja, té y sake, el cual era servido directamente por la geisha que los acompañaba esa noche. Ésta, una mujer hermosa con facciones elegantes, ojos de pestañas largas y arqueadas fácil de verse gracias al maquillaje blanco que ocupaba su rostro, labios carnosos resaltantes de rojo y un cuerpo alto y delgado que se ocultaba debajo de aquellas telas brillantes de distinción, terminó por provocarle un golpe de celos a Tomoe al verla tratar de aquella manera tan familiar a los hombres con los que llevaba tanto tiempo viviendo. Incluso su baile de presentación con abanicos había sido mejor de lo que ella jamás podría conseguir. ¿Cuántas veces habría ido ellos a ese lugar antes de ese día? Podía apostar que bastante ya que la geisha parecía haber aprendido sus nombres y gustos a la perfección. ¿Incluso Hijikata-san?

La joven echó un vistazo a su pobre atuendo cuando la mujer llenó su copa por primera vez con sake, haciendo el movimiento que ella ya conocía de mostrar la piel desnuda de su mano y muñeca, después de que Sanosuke les pidiera a todos tener una bebida en mano para escuchar el anuncio que debía hacer. ¿Estaba coqueteando con ella?

- Es mi honor informarles a todos – comenzó a hablar con una sonrisa de oreja a oreja y las mejillas ya sonrojadas por el alcohol – que Masa y yo nos casaremos.

Mujer SamuráiUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum