Capítulo 22

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Tomoe estaba teniendo un momento difícil intentando entender lo que estaba diciéndolo, o por qué estaba diciéndola aquellas cosas, pero comenzaba a sentir una furia inexplicable en su pecho. Tal vez por el modo egoísta en que Toshizō estaba comportándose últimamente. ¿Quién se creía que era? Besándola el día en que Keisuke murió y luego ignorándola. ¿Acaso las mujeres en ese lugar no eran suficiente para él? ¿Era ella una especie de diversión extra cuando las geishas se volvían una molestia? No debo soportar esto, pensó para sus adentros. Si no se alejaba de inmediato, no se veía capaz de hacerlo en ningún instante cercano.

- Regresaré al cuartel - declaró finalmente, alejándose un paso de distancia para evitar que la tocara -. Con permiso.

Deteniéndola de nuevo, Toshizō se volvió a aferrarla del antebrazo para obligarla a apoyar la espalda contra una pared de una casa cercana que tenía las luces apagadas. Intentó soltarse una segunda vez pero sus manos se encargaron de sostenerla con insistencia de los hombros,y no importaba cuánto se removiera o pateara, el vice-comandante no tenía intenciones de dejarla ir. Estaba inmovilizada. Pero no se rendiría, no cuando tenía sus pechos casi pegados y podía sentir el latido acelerado de su corazón. ¿O era el de Toshizō? No estaba segura, sólo sabía que su decisión comenzaba a flanquear junto con su orgullo. Necesitaba largarse.

- Suélteme, Hijikata-san - pidió, eludiendo su mirada para no enfrentar aquellos ojos negros que tanto la alteraban -. Se lo suplico, déjeme ir a casa.

- No hasta que hables conmigo - soltó él sin dudarlo un segundo, con una voz firme.

- No tengo nada que decirle.

- Entonces recházame ahora. - Tomoe lo miró por primera vez, confundida por lo que estaba diciéndole. - Recházame. Rechaza todo lo que soy. Dime que jamás podrías estar con alguien como yo y que no tienes ningún tipo de interés en mí.

¿Por qué estaba haciéndole eso?

- ¿Nande? - inquirió por lo bajo, volviendo a bajar la vista y respirando hondo - No es justo...

El hombre colocó una mano en su barbilla para obligarla a verlo a los ojos una vez más y, una vez se dio cuenta que tenía su atención, habló:

- Nací en una familia de campesinos en una pequeña villa en la región de Tama. - ¿Estaba contándole sobre su vida? - Fui el menor de seis hermanos. Mi padre murió de tuberculosis unos pocos meses después de que nací, y lo siguió mi hermana Shuu y, luego, mi madre.

- Hijikata-san...

- Después de eso, quedé a cargo de mi segundo hermano mayor, Kiroku, y su esposa - prosiguió, ignorando la interrupción -. Ellos me criaron hasta que cumplí los once años e hicieron todo lo posible por poder darme una buena vida. Sin embargo, nunca pude complacerlos manteniendo ninguno de los trabajos que consiguieron para mí. Y ahora que lo pienso, me hubiese gustado ser más agradecido en aquel tiempo... - Lo escuchó soltar un largo suspiro. - Era sólo un niño, no sabía mucho sobre ser un adulto, y mi único sueño era convertirme en un samurái. Así que todo lo que hacía estaba dirigido a ese sueño.

- No tiene que contarme todo esto, Hijikata-san.

- Kiroku murió en 1860 - sentenció con un tono arrepentido en su voz -. Nunca pude contarle sobre el éxito que tenemos en el Shinsengumi. Por el otro lado, mi hermano mayor, Tamejiro, era ciego. Y una de las personas más valientes que conozco, ¿sabes? Una vez, recuerdo que huno una inundación en el río y él, en lugar de detenerse y esperar a que alguien lo ayudara, colocó todas sus pertenencias sobre su cabeza y caminó a través del agua para volver a casa. - Creyó haber atisbado una sonrisa mientras se sumía en el pasado. - Era tan refinado y gracias a él comencé a interesarme en la poesía. Luego, el que seguía a mi hermana Shuu era Daisaku. Él fue adoptado por otra familia y lo último que pude escuchar sobre él es que está interesado en la medicina gracias a sus nuevos padres. Mis demás hermanos, en su mayoría, murieron prematuros.

Mujer SamuráiWhere stories live. Discover now