|CAPÍTULO DOCE|

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«Dylan»

Después de una larga charla con los Pines acerca de lo peligroso que era Bill y de informarme de todo lo que el demonio había hecho se fueron.

Juliette había salido con Will porque tenían un tema pendiente por lo que yo me había quedado en la casa sola.

Gire la llave de la puerta una vez que me di cuenta que Juliette ya se había ido.

Me gire para encaminarme a mi cuarto, pero al dar la primera pisada caí al suelo.

Estaba rota, confundida, me sentía usada.

Estaba del lado de un demonio que no hizo nada más que desastres en Gravity Falls. Fue casi el causante del fin del mundo. Y de metió con el ser que más quiero en esta historia.

Mi abuelo.

Recosté mi cabeza en la puerta y recogí mis piernas mientras seguía llorando como la estúpida que era.

Porque realmente lo era.

Estúpida por creerle.

Estúpida por entregarme a él.

Estúpida por enamorarme de él.

Simplemente era una estúpida por todo.

Cerré los ojos, tratando de regular mi respiración, no es un gran momento para estar alterada.

Y lo peor sería estarlo en estos momentos.

Una risa me sacó de mis pensamientos, el lugar se volvió gris.

Confundida, levanté mi rostro, limpiando con mi suerte, las lágrimas que se posaron en mis mejillas.

—¿Por qué esa cara larga, Dyli? —aparté la vista, "ocultando" mi rostro sonrosado por las lágrimas.

—¿Qué estás haciendo aquí? —hablé fría, algo que realmente, no va conmigo.

Bill levantó las manos en forma de defensa, sin quitar esa estúpida sonrisa de su rostro.

—Que dura andas hoy, nena. —Bill posó su mano en su mentón y al instante chasqueó los dedos—. ¡Lo tengo! ¿Estás en tu periodo?

—Si hubiera estado en mi periodo no hubiera dejado que pasara lo de ayer—no pude evitar sonrojarme al decir eso, nunca había sido tan directa diciendo mis cosas íntimas.

—Bah... claro —empezó a flotar para ponerse de cabeza—. Con o sin el periodo de todas maneras lo harías conmigo.

Se acercó velozmente a mí para besarme pero me aparte.

Él volteo a mirarme confundido.

—¿Y eso?

Desvié la vista, sus ojos ámbar me ponen nerviosa.

—Eso es obvio querida —peinó su cabellera hacia atrás, de manera egocéntrica.

Viré los ojos.

—Solo que... hoy... —piensa algo Dylan...

—¿Hoy? —repitió Bill, incitando a que terminara la oración.

—Hoy... eh... digo, ¡Aún no me he cepillado los dientes!

"Que gran excusa, Fienes."

Bill enarcó una ceja.

—¿Y eso me importa? Sólo quiero besarte—rodeó mi cintura con sus brazos

—P-Pero mi aliento huele mal y-y ¡Hoy desayune atún! Imagínate si nos besamos ¡Va a ser un fiasco! —me separé de él.

Forbidden PassionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora