Capítulo 2

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Escuchó una voz distante que poco a poco tomaba fuerza hasta tomar la suficiente intensidad como para despertarlo, reconoció la voz fácilmente, era la voz de Luis, que estaba preparando su cama. Alfredo no había notado la presencia de Luis en la sala, agradecía que no estuviera en una misión, no percatarse de la presencia de un posible enemigo de seguro le costaría la vida.


— ¿Qué hora es? siento que he dormido por horas — Dijo desconcertado.


— Son las 7:30, justo a tiempo para que vayas a la oficina del jefe —Dijo tranquilamente, pero de pronto cambió su tono a algo más serio— Alfredo, ¿Tengo que hacer esto siempre?


— ¿Te refieres a despertarme? Por supuesto, eres mi alarma personal.

Luis esbozó una forzada sonrisa y siguió ordenando su cama.

— Tú sabes qué si estuviéramos en misión, no percatarse de la presencia de alguien podría ser fatal, tienes que controlar eso. Pero por ahora... — Se encaminó a la puerta y la abrió — Tienes una reunión importante con Orlando, ya vas tarde, espero que no haga una escena.


— No seas aguafiestas, ya voy de camino y no me toma nada de tiempo llegar allá.


— Tienes que contarme lo que te diga en la reunión, promételo.


— Lo prometo.

Se acercaron e hicieron su "saludo secreto", luego Alfredo abandonó el cuarto. Al salir, lo primero que vio fue el reloj que se encontraba casi enfrente de su cuarto, colgado en una pared,  todavía faltaban alrededor de cinco minutos para las 7:30; Luis le había mentido, pero si no lo hubiera hecho probablemente nunca hubiera salido del cuarto.

En su camino al elevador vio unas cuantas caras conocidas de misiones anteriores, en casi todas cumplieron todos los objetivos marcados y salieron victoriosos con pocas bajas, en algunas otras las muertes abundaban, pero pocos o muchos sobrevivientes, siempre vencían.

Al fin llegó al elevador. Era estrecho, no cabían más de cuatro personas, por suerte esta vez estaba vacío, aunque no era muy tranquilizante debido a la poca luz dentro del mismo. Justo cuando disponía a presionar el botón del octavo piso, logró ver a lo lejos a uno de sus compañeros de misión más queridos, Job, que también quería tomar el ascensor. Cuando Job vio a Alfredo dentro del ascensor se le dibujó una gran sonrisa en su rostro y aceleró el paso hasta llegar al elevador.

Job era bastante fuerte, las últimas misiones le habían puesto en forma, tenía la piel morena, solía ser muy táctico y preciso en las misiones, su rol favorito era francotirador, sin embargo desempeñaba buenos papeles en líneas principales y cuerpo a cuerpo, a pesar de todo a primera vista parecía muy despistado.


— Amigo, hacía tiempo que no nos veíamos, ¿a qué piso vas?


— Desde esta mañana supongo, me dirijo al octavo piso, con el jefe y creo que llegaré tarde ¿tú a dónde vas?


— También voy al octavo piso, a la sala común, tengo cuentas pendientes en ajedrez contra Oscar — Dijo de forma burlona, pero pronto expresó preocupación — Espero que no vayas por malas noticias amigo.


— Yo también lo espero, sin embargo sé que serán malas.

Se abrió la puerta al fin, todo afuera era un desastre, casi nadie estaba en su puesto, todos hacían llamadas o recibían reportes, algunos presionaban, con una velocidad increíble, los teclados de las computadoras que tenían enfrente. A lo lejos divisó a Estefany (o Fanny como solían decirle), no se extrañó al verla, pues siempre era una de las primeras en medio de la acción. Era una excelente investigadora, delgada, de tez blanca, ojos claros, parecía frágil pero era una maestra en el combate cuerpo a cuerpo y se desempeñaba muy bien con armas ligeras; era una gran amiga que siempre ayudaba a quien lo necesitara en misión y, según palabras de Luis, era una gran novia aunque últimamente se notaba que no tenían mucho tiempo para ellos solos.

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