Capítulo 9

8 0 0
                                    

Despertó al escuchar el inconfundible sonido de un parlante.

No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente ni lo que había pasado durante su desmayo, pero de seguro nada bueno.

Trató de levantarse. Su cuerpo estaba muy adolorido, apenas podía caminar. Avanzó hasta el borde de la azotea y comprobó toda el área: todo seguía igual, pero el fuego había cesado.

Trató de encontrar la fuente del sonido. A lo lejos logró captar una figura entre la niebla, sin embargo, la imagen era poco nítida. Tomó el francotirador y apuntó hacia la figura. Era un hombre alto de tez morena, sus ojos irradiaban inteligencia y autoridad. También portaba un uniforme diferente al de los demás, como un veterano: chaleco antibalas, pantalón negro, cinturón de cuero; también llevaba un identificador con la leyenda "???".

¿Qué quería decir aquella leyenda? No estaba seguro, pero sabía que lo descubriría en algún momento.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando vió llegar a otros cuatro a su lado. Al primero lo conocía bien, era el soldado de parkour, tenía la misma mirada asesina que antes, parecía muy cómodo, como si las heridas no le molestaran.

El segundo soldado llevaba el mismo traje que el primero. Era muy grande, parecía muy fuerte, capaz de levantar cualquier peso. No llevaba ningún arma. Su identificador decía "artillería".

El tercero estaba vestido con traje. No parecía nada especialmente tenebroso, sin embargo, parecía demasiado preciso ey determinado para cualquier cosa que hiciera. Su placa decía "francotirador".

El cuarto era igual de fuerte que el primero. Tampoco llevaba armas, pero sus puños parecían letales: un solo golpe y te mandaría a volar muy lejos. Su identificador decía "fuerza".

El último no parecía nada especial. No destacaba de ninguna manera, sin embargo, tenía que tener algo que lo diferenciara de los demás, de lo contrario no estaría ahí. Finalmente su identificador decía "inteligencia".

El de en medio, el más destacado y el que parecía ser el líder, tomó la palabra. Alfredo desconocía el motivo por el cual nadie había disparado aún. Él lo haría, pero ya antes había demostrado que su puntería con rifles no era muy buena.

- Buenas noches. Hoy he traído a ustedes una muestra del poder de mi ejército. Algunos lo han comprobado desde lejos. Otros lo han comprobado de primera mano.

En ese momento, posó su mirada hacia donde estaba Alfredo. Sabía que lo estaba observando desde la azotea.

- Y quiero dejar un mensaje claro: no se metan con mis planes.- se detuvo un poco, se aclaró la garganta, comprobó su entorno y continuó - les estoy dando una segunda oportunidad. Les aseguro que esta será la única que tendrán. Váyanse, o únanse a mi ejército, o todos y cada uno de ustedes morirá, y les aseguro que sus familias sufrirán el mismo destino. Ustedes no tienen ni idea de la magnitud de mis planes.

De pronto una mira láser apareció en su cuerpo. Desde la izquierda la voz de alguien gritó:

- Muere de una vez...

Pero antes de disparar, gritó. Alfredo cambió la mira de lugar, buscando el origen de los gritos. Entonces vio que ahora yacía en el piso, muerto.

- Se los he dicho, desafiarme sólo traerá muerte. Tienen de plazo hasta mañana, a las 12 del mediodía. Por ahora detendré el fuego. Disfruten su noche.

Entonces pasó a retirarse y los otros cuatro lo siguieron en su camino. Parecía en serio que se habían retirado por ahora.

Realmente Alfredo no entendía lo que estaba pasando. La lucha había sido complicada, y él había sentido de primera mano el poder de sus allegados. En unas cuantas horas, el operativo había sido desmantelado y un grupo de soldados de élite había sido derrotado.

Nunca antes había pasado. Él había llevado muchas misiones al éxito. Por muy complicado que fuera, él mantenía las bajas al mínimo y siempre llevaba un control completo de recursos disponibles. Pero esta vez todo se había ido al caño.

Lo que debía hacer ahora era comprobar el estado de su equipo.

Primero se acercó a Job, que seguía desmayado. Los golpes que recibió fueron demasiado fuertes y certeros, dudaba que pudiera reintegrarse a la misión a la brevedad. Lo despertó con unos cuantos golpes ligeros en las mejillas.

Despertó muy acelerado. Aún creía que estaba peleando.

- Has luchado bien. Ahora necesito que descanses, te llevaré a la enfermería.

Job sólo logró asentir. No parecía tener problema con descansar un poco.

El equipo estaba con la moral por los suelos. Alexia, la enfermera en jefe, estaba atendiendo a todos los heridos, y en realidad eran muchos: al menos había unos 30 soldados esperando por atención médica. No había caras conocidas ahí, a excepción de Rolando.

Alexia no me quitaba los ojos de encima a Alfredo, él era algo así como su héroe. Era una chica de pelo blanco de apenas 25 años, había llevado un entrenamiento especial para ser médica, y, en la opinión de Alfredo, era la mejor doctora en todo el equipo.

Alfredo le encargó encarecidamente a Job, y prometió que volvería después de comprobar las bajas.

Dio inspección a todo el perímetro. La búsqueda fue triste, apenas había salido y encontró a 3 soldados caídos, de igual manera, ninguno conocido.

Continúo hacia las torres y los demás lugares asegurados. Al terminar su reconocimiento había contado 10 bajas. En su camino encontró a Jackson, a Alex y a Oscar. Le alegraba verlos vivos, pero todos, a excepción de Oscar, estaban destrozados moralmente.

Alfredo no había notado el dolor punzante en su abdomen. Los golpes recibidos al fin estaban tomando factura, sabía que debía regresar a la enfermería y descansar. El reloj daba las 4 AM, aún quedaba tiempo antes de la hora límite, habría que planear una nueva estrategia.

Después de un tratamiento especial aplicado por Alexia, se sintió mejor, aunque de igual manera se le solicitó estar en reposo al menos unas horas.

Durante su reposo recibió una llamada de Luis por el auricular.

- Me he enterado de lo que pasó ¿estás bien? Me han dicho que te machacaron

- Sinceramente sí. Fue la peor paliza de mi vida. Pero debiste ver cómo quedaron ellos. 

Después de unas cuantas bromas, Alfredo tomó seriedad nuevamente y le explicó la situación actual a Luis. 

- Vaya... Es peor que en los informes. 

- Ni que lo digas, nunca nos habíamos enfrentado a algo así, sin embargo, estoy seguro que podemos hacer una estrategia para derrotarlos en nuestro próximo encuentro.

- ¿Necesitas refuerzos? Podría mover algunas cosas por aquí e ir yo mismo. Como en los viejos tiempos.

- Creo que si estás allá es porque te necesitan. Eres el mejor investigador que hay, mantén tu nombre en alto.

- Confío entonces en que puedes mantener todo bajo control. Monta un nuevo perímetro. Derrotalos en su propio juego.

Y entonces se cortó la transmisión.

Una nueva estrategia. Nuevo perímetro. Derrotarlos en su propio juego. Sonaba una tarea dura de lograr, pero posible. 

Después de su descanso se puso en marcha. Revisó el estado del terreno. Todo el piso estaba lleno de casquillos de diferentes calibres. Algunas torres de vigilancia habían quedado bastante dañadas. Pero, en general, el terreno podía ser usado para montar un nuevo perímetro.

Ordenó poner barreras. Él mismo supervisó el montaje. Se recargaron todas las armas y los vehículos quedaron a la mano, incluyendo los helicópteros. Asignó a todos los francotiradores disponibles a torres y puntos estratégicos. Posteriormente asignó a un líder para cada área: Job en los francotiradores, Oscar para la artillería, Alexia para enfermería, Alejandro para los pilotos y Jack para comandar con Alfredo.

Todo estaba listo. Ahora sólo bastaba esperar la hora del enfrentamiento.

British Secret Governmental ServiceWhere stories live. Discover now