Capítulo 8

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Alfredo salió al exterior de la planta alta. Después de su enfrentamiento había sentido sentimientos extraños, él sabía que esto apenas comenzaba.

Hubiese deseado hablarlo con Job. Al salir, no notó a nadie, pero después de un vistazo más profundo, a lo lejos, vio a Job disparando con su francotirador. Ya lo había visto varias veces, aún así siempre se sorprendía de su pulso y puntería: ninguna bala fallaba.

- Me alegra verte vivo amigo

Job dejó de disparar un momento para saludar.

- A mí también me alegra. ¿Dónde estabas? Te desapareciste en la mejor parte - señaló a su izquierda con la cabeza - Toma un francotirador y apóyame

Alfredo negó con la cabeza

- Nunca ha sido mi mejor puesto, pero puedo intentarlo

- Tengo fe en ti. No lo arruines

Caminó hasta donde estaba el rifle. Tomó un cartucho y lo recargó. Las balas enemigas teñían el ambiente nocturno de luces vivas pero mortales y el caos reinaba en todo el lugar. 

No estaba seguro de cómo sería su desempeño con el rifle, sin embargo, tenía que intentarlo, era su única opción entonces. Se puso a cubierta, justo al borde de la azotea y apuntó. Las primeras balas fallaron. Su pulso seguía muy acelerado debido a su anterior enfrentamiento y por mucho que lo intentara no podía calmarse del todo. Después de varios fallos, respiró profundo y disparó de nueva cuenta. Por fin acertó.

Apuntó de nuevo, esta vez hacia una pequeña barrera, detrás había otro francotirador que ignoraba su posición. Disparó. La bala fue directa y certera, no dio lugar a nada más. 

Continúo disparando hasta que captó a alguien diferente en la mira. En primer lugar, parecía haberse dado cuenta de dónde venían los disparos, sin embargo, iba decidido hacia ellos. En segundo lugar era demasiado rápido: justo cuando Alfredo lo tenía en la mira, parecía saberlo y cambiaba rápidamente de ubicación, poco a poco fue acelerando el paso, acercándose más y más a ellos. Alfredo iba a hacer un último intento de disparo, pero ocurrió algo que le heló la sangre: él estaba sonriendo.

Retomó el control de sus acciones y con la mira buscó al soldado enemigo. No logró encontrarlo de nuevo sino hasta que era muy tarde.

- Job, será mejor que dejes tu rifle y tomes un arma cuerpo a cuerpo

- ¿Qué rayos dices? La estoy pasando como nunca. Si te sientes un poco fuera de acción, lo entiendo, pero...

Entonces, por el mismo borde que antes estaba, subió el soldado. Desde la mira no lo había podido observar a detalle, sin embargo, en vivo y tan cerca parecía totalmente distinto: su uniforme era diferente a los demás, vestía camuflaje azul, pronto quedó claro que no deseaba ocultarse; era fornido, alto y muy ágil (quizá demasiado); era joven, parecía apenas rozar los 25 años, y tenía una mirada asesina y una sonrisa poco tranquilizante; por último, en la etiqueta de su uniforme, se leía la leyenda "parkour".

No hubo tiempo de presentaciones. Todos los presentes sabían su objetivo: matar a ambos. Job yacía en el piso, aún consternado por el reciente evento. Alredo estaba listo para el combate (o eso creía).

Al principio nadie atacaba. Parecía el más intenso duelo de miradas jamás hecho, y, apenas Alfredo lo miró a los ojos, supo lo difícil que sería la pelea. 

El soldado fue el primero en atacar. Sacó un cuchillo de combate y se acercó rápidamente a Alfredo. Alfredo ni siquiera había procesado su movimiento sino hasta que tuvo un cuchillo en su garganta. El soldado se detuvo justo antes de cortarlo.

British Secret Governmental ServiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora