Capítulo 5: "Dulce despertar"

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La princesa decidió acostarse, pero le era imposible conciliar el sueño, las imágenes del accidente se le venían una y otra vez a la mente, de repente empezó a llover y los truenos empezaban a retumbar en el cielo.

¡Ahhhhhhhhhhhhh¡, grito la princesa levantándose de impulso de su cama, sollozando del miedo que le produjo sus sueño, al sentir las gruesas gotas de lluvia en la ventana de la pequeña habitación y el sonido de los truenos, empezó a temblar.

¿Qué te pasa?, dijo el jovencito de cabello alborotado, entrando rápidamente a la habitación y al verla tan frágil de manera impulsiva la abrazó a él.

Tengo mucho miedo, decía la bella princesa temblando entre los fuertes brazos del jovencito.

Cálmate la tormenta ya pasará, es así por estos meses, pero mañana será un bello amanecer dijo el joven de cabello alborotado acariciándole el rostro y limpiándole las lágrimas de su bello rostro a la pelinegra con la palma de su mano.

¡Quédate junto a mi por favor, no me dejes¡, decía la princesa en tono de súplica.

Está bien, pero ya no tengas miedo, nada va a pasarte, dijo el jovencito acostándose ala lado de la princesa envolviéndola en sus brazos para brindarle su protección.

Minutos después:

Ambos jovencitos cayeron en un profundo sueño abrazados mutuamente dándose fortaleza uno al otro.

Al día siguiente:

Los rayos solares ingresaban a través de la pequeña ventana de la habitación, el trinar de las aves termino por despertar a la bella jovencita pelinegra, quien lentamente abrió sus ojos y quedo sorprendida al verse que se encontraba sujeta por los brazos del jovencito de cabello alborotado que dormía profundamente con su rostro muy cerca al suyo. La princesa se acordó de que ella le había solicitado al joven que la acompañase, con su delicada mano, recorrió cada facción del jovencito, mientras ella sonreía, un pensamiento le vino a su mente: este es un dulce despertar, pensó la bella joven.

Minutos después:

El joven al sentir la delicada mano de la bella pelinegra sobre su rostro abrió los ojos lentamente, haciendo retirar su mano a la pelinegra y provocando un ligero sonrojo en ella que paso desapercibido por el atractivo jovencito que solo sonrió al verla a su lado.

¿Cómo amaneciste?, dijo el jovencito con dulzura aún sujetándola con su brazos.

¡Bien¡, dijo la bella jovencita con una encantadora sonrisa.

¡Discúlpame¡ dijo el jovencito de cabello alborotado, soltándola de su agarre sonrojándose sin entender el motivo de su reacción para luego salir de la habitación diciendo: Voy a preparar algo para el desayuno.

La bella princesa sonrió, y después que el jovencito salió de su habitación se cambio su vestido se sujeto el cabello en una coleta y salió a dónde se encontraba el jovencito.

¡Disculpa, Gokú¡ ¿dónde tienes un poco de agua para asearme?, dijo tímidamente la bella princesa.

El inocente jovencito voltio a verla para responderle, pero quedo hipnotizado al verla tan bella con su vestido blanco. Luego de unos minutos de silencio le respondió: iremos al lago allí podrás asearte, pero primero siéntate para comer algo.

Ambos jóvenes comieron sus alimentos en completo silencio solo observándose por momentos uno al otro sin que ninguno de ellos lo notara.

¿Podrás caminar?, dijo Gokú.

¡Sí¡ aunque aún estoy adolorida, si puedo hacerlo, dijo la pelinegra.

Sube, dijo el jovencito de cabello alborotado sentándose en cuclillas en el suelo para que la jovencita subiera a su espalda.

¡Eh, no es necesario¡ decía la abochornada princesa.

El joven la miro con ternura y se acerco a ella y la tomo en brazos sin darle tiempo a reclamos, ahora si ¡vamos al lago¡, dijo el jovencito de cabello alborotado con una bella sonrisa, que le provocaba miles de sensaciones a la joven princesa.

Fri-pan:

Señor estamos patrullando la zona, pero a un no damos con la princesa, a lo mejor ella no logro......., decía un hombre.

No lo digas, yo sé que mi hija está viva, lo siento, continúen buscándola por algo les pago, dijo el rey con molestia.

Como usted diga mi alteza, dijo el hombre saliendo del castillo, dando órdenes a sus subalternos para que continúen con la búsqueda.

Montaña Paoz:

El joven de cabello alborotado caminaba por el bosque llevando en brazos una abochornada princesa que no hacía más que ocultar su rostro en el pecho del joven.

¡Ya llegamos¡ escucho la princesa, al tiempo que el jovencito de cabello alborotado la bajaba de sus brazos con delicadeza al piso.

¡Es hermoso¡ decía la bella princesa contemplando maravillada el bello lago, que se encontraba rodeado de hermosas flores de diversos colores.

Es hora de refrescarse un poco, dijo el jovencito de cabello alborotado sacándose la polera y luego quitándose el pantalón, mientras la princesa se cubría el rostro con sus manos. ¡No vienes¡ dijo con inocencia el jovencito, mirando a la bella joven que cubría sus rostro con sus manos.

¡No¡, así estoy bien, decía la joven pelinegra con nerviosismo.

¡Vámonos¡ dijiste que querías asearte ¿no?, dijo el jovencito acercándose a ella y bajando sus delicadas manos de su rostro.

La princesa al verlo solo con ropa interior y al darse cuenta de la buena musculatura que el joven tenía, sintió arder sus mejillas, mientras bajaba la mirada al suelo.

¿Qué te pasa?, dijo el joven.

No tengo ropa apropiada para entrar al lago, dijo la princesa.

Pues sácate esto, dijo el joven en referencia al vestido, haciendo sonrojar a un más a la bella jovencita.

No, es que,......, decía con nerviosismo la bella pelinegra.

Entonces metete con eso, luego te doy uno de los polos, dijo el joven con inocencia.

Si mejor así, dijo la pelinegra ingresando con toda y ropa al lago junto al jovencito de cabello alborotado.

Ambos jóvenes nadaban y jugaban con el agua, luego de un par de horas salieron al borde del lago y sentaron al pie de un árbol de manzano.

Gokú hábilmente bajo un par de manzanas y le dijo a la princesa: ¿Quieres una?.

La bella pelinegra sonrió y se la recibió.

Deberías sacarte la ropa te vasa a enfermar, dijo el jovencito de cabello alborotado preocupado al ver la ropa de la pelinegra tan húmeda que podía causarle daño.

Está bien, dijo la bella princesa sacándose el vestido y quedando solo con su conjunto de ropa interior de dos piezas.

¡Dámela¡ dijo el jovencito colocando la ropa en unas ramas para que se seque con la ayuda del sol.

¡Gracias¡ dijo la bella princesa cubriéndose con su manos su cuerpo.

¿Tienes frio?, dijo el jovencito con inocencia.

Un poco, debe ser porque...., la pelinegra ni siquiera termino de hablar cuando de repente se vio envuelta en los brazos del joven de cabello alborotado.

No te preocupes pronto con la ayuda del sol tu ropa secara dijo el atractivo joven, mientras la apegaba a su cuerpo.

"Inocente Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora