Sin ti

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Anoche al llegar a casa tuve sexo con Sting, estaba borracho y se puso muy pesado... aparte yo no puedo decirle que no, me encanta.
Salí de la cama cuando vi que Sting ya no estaba en ella.
Las mañanas desde que él está en casa son mucho mejores, me ayuda un montón.
Pasé por el salón hasta llegar a la cocina, para mi sorpresa estaba ahí haciendo el desayuno.
Cocina genial pero deja todo sucio, algo malo tenía que tener.
Se percató de mi presencia y se acomodó el pelo dedicandome una sonrisa.

- Ya está el desayuno — dijo acercandose y dandome un suave beso.

- Aparte de mago, cocinero eh — deslicé un dedo por su cuello de arriba a abajo.

Sin dejar de sonreir cogió una bandeja con el desayuno y lo puso en la mesa.
Lector se levantó de la cama improvisada que tenía en el salón justo cuando olió el desayuno.

- Buenos días pequeñín — lo cogí en brazos y lo achuché, está demasiado suave.

- Buenos días Lucy — dijo para terminar con un bostezo.

Lo senté en una de las sillas y comenzó a desayunar, Sting y yo hicimos lo mismo.

La mañana fue tranquila, igual que el medio día. No hacíamos más que tumbarnos en el sofá.
Sting dormía la siesta, Lector coloreaba una especie de monstruo en un papel y yo leía mientras acariciaba la espalda del rubio.

Decidí hacer algo a sí que aproveché para ir a comprar algunas cosas que faltaban en casa.
Me levanté del sofá y cogí mi monedero para irme.

- Sting voy a salir — susurré haciendo que se despertara.

- ¿A donde vas? — se levantó perezosamente y se acercó a mi rascandose la nuca.

- A comprar, ¿necesitas algo? — le sonreí.

- No... pero espera un segundo.

Fue corriendo hacia el baño y tras escuchar varios golpes de cajones abriendose y cerrandose, salió completamente vestido y listo para salir.

- Vamos contigo — dijo abriendo la puerta de casa y poniendose en los hombros a Lector.

Sting últimamente está más unido a mí, eso me encanta.

Salimos al mercado y para nuestra sorpresa había poca gente, eso aquí es bastante raro.
Lector y Sting se sentaron en un banco a esperar mientras yo miraba los puestos.

Compré varias cosas y volví al banco, pero no estaban ahí.

Escuché algunos gritos y rápidamente me dirigí al sitio proveniente de ellos.

Pude ver a Lector corriendo hacia Sting el cual estaba en el suelo atendiendo a una señora.
Dejé mis bolsas en el suelo, me acerqué y vi que la mujer tenía un corte muy profundo en una pierna y muchas magulladuras dispersas en el cuerpo.
Tenía la respiración agitada, le dolía bastante y si seguía perdiendo sangre se podría desmayar.
Sting rompió un trozo de tela de su propia camiseta y la utilizó para vendarle el corte a la mujer que no paraba de sangrar.
La mujer con lágrimas en los ojos solo pudo decir un leve gracias dirigido a Sting.
Algunas personas vinieron a ayudar y Sting les mandó que se la llevaran a alguna enfermería y que nadie se acercara a este lugar.

Yo no entendía nada, ¿qué había pasado?

- ¡Lucy, ten cuidado ven aquí! — gritó Sting muy alterado.

Rápidamente hice caso a su mandato y me puse a su lado.

- Escuchame bien, necesito que te lleves a Lector de aquí y — un nuevo gritó nos interrumpió, esta vez provenía de un muchacho que apareció herido en mitad de la calle.

- ¿Cómo...? — sin pensarlo Sting salió corriendo en su ayuda.

Yo decidí dejar a Lector en una panadería que había cerca, al memos ahí podrá esconderse.
Fui hacía donde se encontraba el herido y pude notar su costosa respiración aparte de que de su cabeza no dejaba de fluir sangre.

Sting puso sus manos en la herida impidiendo más perdida de fluido y comenzó a hablar con el chico para evitar que cerrara los ojos y perdiera el conocimiento.

- ¿Cómo te llamas? — le preguntó mientras observaba su cuerpo en busca de más posibles heridas.

- E-eh Mike... — respondió costoso.

- Muy bien Mike, ¿crees que serás capaz de apoyarte en mí y andar? —  preguntó Sting sin dejar de apretar su cabeza.

- S-si — hizo un leve intento por levantarse pero fue nulo.

- Lucy rápido, ve a alguna tienda a por un trozo de tela o algo útil — dijo desesperado Sting.

Sin dudarlo un segundo fui a la panadería donde dejé a Lector, había bastante gente allí las cuales no se atrevían a salir a la calle y miraban aterradas lo que sucedía por las ventanas.
Pregunté al panadero si tenía algo de tela o un botiquín, me ofreció algunas vendas y esparadrapos que tenían.
Al volver Sting le vendó la cabeza y cargó al muchacho en brazos, el cual ya no respondía.
Supongo que había perdido el conocimiento.

O eso espero.

No podía dejar de ver el panorama, era horrible y no dejaba de hacerme la misma pregunta.

¿Quién lo había hecho?

Sting dejó al chico en manos de unos ciudadanos que se ofrecieron a asistirlo y llevarlo a una enfermería.
Volvió a mi lado, estaba nervioso y me miró a los ojos preocupado.

- Lucy — dijo sin apartar la vista de mí.

- ¿Qué ocurre? — pregunté intrigada por su tono de voz.

- Escuchame bien, mira en el edificio que hay detrás mía y dime si ves algo — dijo susurrandome.

Dirigí mi mirada a un viejo edificio que había y pude comprobar que había una sombra justo encima, en el borde de una cornisa.

Miré a Sting y le asentí levemente con la cabeza.

- De acuerdo, necesito que invoques a sagitario para que lo haga bajar de allí — me agarró del hombro — pero después, Lucy, prometeme que te irás.

No dije nada, solo saqué mi llave dispuesta a hacer lo que Sting me pidió.
Al girarla y llamarlo apareció con su arco y sin dudarlo dirigió una de sus flechas a ese tejado.
Dio justo en el blanco, comenzó a caer desde allí arriba un hombre con capa.
A escasos centímetros de tocar el suelo se detuvo, apoyando sus piernas en el suelo.
Tenía una flecha clavada en el torso, pero no parecía importarle.
Desde nuestra posición podía apreciarse una sonrisa en su rostro.
Sting me miró, jamás lo había visto tan preocupado.

- Corre — con un dedo señaló el final de la calle.

Yo no quería irme, me negaba a dejarlo ahí.
Pero por la expresión de la cara de Sting intuía que no se trataba de cualquier enemigo.
Cerré la puerta de sagitario.
Me separé de su lado y empecé a caminar a paso rápido, podía sentir la mirada de Sting clavada en mi espalda.
Supongo que quería asegurarse de que no me pasaba nada por el camino.

Tras recorrer varios metros escuché un sonido y seguido de ello, un grito de dolor.

Me giré y pude comprobar que ese hombre ya no estaba.

Dirigí mi mirada hacia el rubio, estaba tirado en el suelo y tenía sangre, pero esta vez era suya.

Tenía sus manos apoyadas en el pecho.
Me quedé parilazada, no sabía que hacer.
Como pude me acerqué quedandome de pie en frente de él que seguía sin moverse en el suelo.
Soltaba pequeños quejidos mientras apretaba los dientes.
Me miró y no apartó su vista en ningún momento, miraba a un punto fijo de mi rostro.

Soltó una pequeña sonrisa aunque en su gesto se veía claramente su dolor.

Caí de rodillas al suelo, mis lágrimas salían sin ni si quiera darme cuenta.

- ¿Sting...?

Hasta que poco a poco cerró sus ojos.

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