Protegerte

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Pov Lucy

Sting lleva unos días muy distante, está tan centrado en buscar cualquier tipo de pista sobre el paradero de Yukino que ni si quiera se ha acordado de cenar hoy.

- Toma... – le dejé un plato con comida encima de la mesa.

Me miró y pude notar que tenía los ojos rojos de tanto forzarlos leyendo, aún así los tenía preciosos, como siempre.

- Ven aquí rubia.

Me agarró del brazo y tiró de mi, haciendo que me sentara encima de él.

- Sé lo que piensas – continuó hablando – estoy muy centrado en el tema, pero espero que lo entiendas... se trata de un integrante de mi gremio – le costó bastante formular la frase.

Yo ya sabía que Yukino era muy querida en Saber, de hecho yo le tengo mucho cariño.

- No te preocupes Sting... – acaricié su pelo fino y rubio – yo te ayudaré en lo que pueda.

Me dedicó una pequeña sonrisa y comenzó a acercarse a mi rostro, todavía me sigo poniendo muy nerviosa cuando lo veo tan de cerca y creo que esto es algo que jamás superaré, es mi debilidad.
Rozaba sus labios con los míos y los separaba, para después volverlos a juntar pero sin llegar a besarme.
Le encanta jugar y a mí me desespera, quería besarlo de una vez a sí que sin dudarlo agarré su rostro y lo hice.
Sus labios son muy suaves, me encanta morderlos.

- ¿Me echabas de menos o qué? – dijo sonriendo pícaramente.

- No te imaginas cuanto... – dije intentando poner voz seductora, aunque solo se quedó en eso, un intento.

Sting sin más preámbulos me cogió en brazos y me dirigió hacia la cama tan grande que teníamos en la habitación de este hotel.

Amanecí hecha un desastre, las consecuencias de la noche que pasé con Sting se vieron reflejadas todas en mí, él sin embargo dormía placidamente y con el pelo como si se acabara de pasar el peine.
Tenía una gomilla en mi muñeca a sí que no dude un segundo en recogerme una coleta.
Me levanté de la cama sin hacer mucho ruido y cogí de la cuna a Derek el cual tenía sus pequeños ojos azules abiertos y me miraba sonriente.

- ¿Cuánto llevas despierto terremoto...? — lo llevé a la cama y lo tumbé encima de Sting.

Éste que dormía boca abajo al sentir algo en su espalda se despertó de inmediato, no pude evitar reirme ya que Derek le agarró de los pelos.

- Pequeño diablillo... — Sting sonrió y como pudo se quitó a Derek de encima para mantenerlo sentado en la cama.
Le agarró las diminutas manos y comenzó a jugar con ellas.

- Vaya dedos tan pequeños, parecen ramitas — dijo extrañado Sting.

- Te agradecería que no compararas a mi hijo con un arbol — cogí a Derek y fui a darle el desayuno.

Al poco tiempo, mientras le daba el biberón sonó la puerta.
Rápidamente lo dejé en su cuna y fui a abrir la puerta acompañada de Sting.

- Oh, hola Rogue — sonreí.

- Hola Lucy — parecía preocupado — Sting... hemos encontrado a Yukino.

La cara de Sting cambió por completo, por su gesto parecía estar aliviado pero a la vez preocupado y con dudas.
Se pasó las manos por su nuca acariciandosela mientras pensaba. Me miró fijamente y me puse muy nerviosa, tenía la mirada perdida.

- Lucy, vamos al gremio a ver a Yukino — dijo friamente.

- Pero tengo que... — me interrumpió.

En busca de inspiración [Stinglu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora