Capítulo 40

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"No te quiero Camila, lo nuestro pasó y no volverá  por mucho que juegues, por mucho que te insinúes. Por mucho que intentes besarme"

Aquellas frases se repetían una y otra vez en su cabeza mientras notaba cómo el vapor de su ardiente café, a pesar de estar en pleno julio, llegaba hasta su rostro. Tenía la mirada perdida. Ella estaba perdida.

Nada más ver cómo Lauren desapareció de allí dando un fuerte portazo y caer de rodillas contra el frio suelo de madera, cogió los trozos de la carta y, entre sollozos, los pegó uno a uno. Obviamente no había quedado como antes, pero podría seguir leyéndola.

Al terminar con esto no aguantó ni un segundo más dentro de su pequeña casa donde ahora todo le recordaba a Lauren, por lo que se limpió las lágrimas, se dirigió hacia su habitación y rápidamente guardó ropa limpia en una mochila de cuero que tenía dentro del armario. A la misma velocidad cerró la cremallera, caminó hacia el salón, cogió al pequeño Dusty en brazos y salió de allí subiéndose al Citroën dejando al felino en los asientos traseros. Todo esto en menos de cinco minutos. Antes de encender el motor volvió a llorar.

Quería odiarla, quería gritarle, quería golpearle, pero sabía que si tenía a Lauren frente a ella no iba a ser capaz de todo eso porque la amaba, por mucho que aquellas palabras le hubiesen roto el corazón, Camila la amaba y no podía hacer nada al respecto.

Con un destino directo, llegó dando fuertes acelerones a altas hora de la noche, hasta su antigua casa. Estaba destrozada y no podía lidiar con eso ella sola. Necesitaba ser consolada. Necesitaba unos brazos que la abrazasen y le prometieran que todo iba a salir bien. Necesitaba a su hermana pequeña.

- "¡Ya va joder!" gritó Sofía mientras bajaba las escaleras al escuchar cómo aporreaban la puerta. "Camila ¿qué...?" se pausó al notar los ojos rojos e hinchados de su hermana. "Mierda" dijo antes de abrazarla con fuerza intentando no aplastar a Dusty en los brazos de su dueña.

Tres días habían pasado desde entonces. Tres días en los que Camila no había querido ir a trabajar, no quería comer, no quería hablar. Tres días que llevaba viviendo en su antigua casa, durmiendo con su hermana todas las noches. Se despertaba entre lágrimas, hacía sus necesidades, lloraba, intentaba comer, lloraba de nuevo, se duchaba y se dormía volviendo a llorar.

Sofía no sabía qué más hacer. Intentaba ayudarla pero todo era en vano para ella. Se sentía insuficiente y no podía hacer nada. André había ido a visitarlas preocupado por su mejor amiga, pero ésta no quiso que le abriera la puerta.

- "La-Lauren... la car-carta... ella no-no me qui-quiere y-y-y yo... du-duele" recordaba las palabras de su hermana al abrirle la puerta.

Ni si quiera había querido saber nada de Bianca, a pesar de sentirse mal al respecto. Ni si quiera Dusty podía acercarse. No fue hasta la tercera mañana de su estancia allí, en la que comenzó a hablar mientras seguía embobada mirando el vapor de su ardiente café.

-  "Bueno ya está bien" suspiró Sofía sentándose a su lado con un vaso de zumo tropical en sus manos. "¿Piensas estar así siempre?" preguntó sin obtener una respuesta por parte de Camila quien permanecía cabizbaja. "Tú te lo has buscado" finalizó para salir de la cocina.

Si su hermana mayor no quería hablar por las buenas, entonces lo haría por las malas y obligada. No podía más con todo aquello por eso había llamado a una persona que podría llamarla. Una persona llamada André Denver.

- "¿Dónde está?" preguntó el castaño después de saludar a la menor.

- "En la cocina" señaló hacia ésta. "A ver si tu consigues hacerla hablar"

Cenizas | Camren Fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora