El amor regresa

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Bella POV -

Le miré horrorizada, cuestionando mi salud mental. ¿Era posible que mi agonía y el deseo de volverlo a ver fuera tan fuerte y poderoso, como para hacerme ver esta milagrosa alucinación? Mi cuerpo tembló violentamente mientras intentaba levantarme del suelo del bosque. No pude hacerlo y entonces colapsé contra el suelo nuevamente, ahogando un sollozo.

-Me estoy volviendo loca- murmuré girándome hasta que me encontraba sobre la espalda, mirando el cielo. Escuché el crujir de las hojas caídas y me maravillé ante mi imaginación. El intenso dolor que sentía quería desesperadamente ser consolado por mi alucinación. Mi mente se retorcía ante ese deseo que realmente le veía. Una cansada e histeria risa escapó de mis labios mientras cerraba los ojos. Podía escuchar su respiración, pesada y lenta, como la mía. -Nunca hacia sido tan real.

-¿Que cosa?- Su voz era suave y aterciopelada, tal y como la recordaba. Aun más suave. Dejé que la sensación de su voz me envolviera, una pequeña y triste sonrisa se formó en mis labios.

-Tu- la palabra escapo mis labios quebrándome, haciéndome sollozar, mi expresión reflejaba la agonía que sentía dentro. Escuché como respiraba profundamente, temblando, adolorido. Seguido por un fuerte estruendo, como si un árbol se hubiera caído al suelo. Abrí mis ojos, las lágrimas que tenia en ellos rodaron por mis mejillas. Entre la lluvia y mis lágrimas, encontré a mi hermosa alucinación. Parecía que estaba siendo torturado.

-Bella,- mi nombre era un doloroso llanto en sus labios, mientras sollozaba sin que de sus ojos cayeran lagrimas. Era gracioso ver cuan realista era mi ilusión...hasta este Edward no tenia verdaderas lagrimas que derramar. Le miré, intentando que la ilusión fuera feliz, pero permanecía atormentada. Sus dedos estaban enredados en sus cabellos, las palmas de sus manos descansaban sobre su frente. Edward sufría.

Me arrepentí del momento en que su nombre apareció nuevamente en mis recuerdos. Mi cuerpo fue aplastado por el peso del dolor y grité agónicamente, dando paso a más lagrimas. Quizás lo imaginaba conjuntamente con la alucinación, pero creí escucharle gritar penosamente también. Escuché el ruido de las hojas mientras se arrastró hacia mi, -Bella, mi Bella.

Repentinamente fui levantada, envuelta protectoramente por un cuerpo tan duro como la piedra, y frío como el hielo. Me sorprendió la realidad de mi ilusión. Miré al cielo mientras silenciosas lágrimas caían de mis ojos. Respiraba forzosamente a bocanadas, saboreando su delicioso aroma. Era tan real. Tan agónicamente real. Su cuerpo temblaba por el llanto, su voz quebrada repetía mi nombre una y otra y otra vez en mi oído.

-No es real,- murmuré suavemente mientras comenzó a mecerme en sus brazos. Nuevamente, mantuvo la respiración y se alejó para verme a los ojos. Me vi perdida en su hermosa mirada, los mismos atragantes ojos topacio que me atraparon años antes. Sus ojos estaban llenos de dolor y arrepentimiento y pronto me encontré con mis manos sobre su rostro. -No.

-Bella, estoy aquí,- susurró en la palma de mi mano antes de besarla suavemente. Sus ojos se volvieron a encontrar con los míos. Aun seguían atormentados. Entonces me di cuenta de que él no debía estar triste, aunque fuera una ilusión. No importaba a que dolor tuviera que enfrentarme, nunca seria peor que el de Edward. Nuevamente, su nombre envió dolorosas descargas a mi espina y temblé en su pecho. Me apretó mas contra el. -¡Bella! Bella, soy real.

-No,- exclamé, recorriendo su rostro con mis dedos. Quería atesorar cada centímetro de el mientras tuviera oportunidad. -No puedes ser Edward,- Mi voz se quebró al pronunciar su nombre y el apartó su rostro ante mi tono atormentado. -El me dejó. El no quiere volver. Tú eres una alucinación. Pronto desaparecerás. Tal como él...

-¡No, Bella!- su voz era dura mientras me apretaba contra él. No podía ver la furia de sus ojos, pero le conocía bien como para saber que estaba allí. Podía sentirle sacudir su cabeza -Bella, volví. Volví por ti y no voy a dejarte. Nunca volveré a dejarte.

Curando sus heridasWhere stories live. Discover now