Capítulo 4 | A solas en mi cuarto

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Canté en la ducha como todas las mañanas. Bueno, como todas las mañanas en las que la flojera no me vencía. I feel I'm drowning era uno de mis temas favoritos a estas horas, me causaba placer. Dejé correr el agua y jaboné mi cuerpo, contoneando las caderas frente al espejo. Cuando terminé, me cubrí con una toalla y caminé hacia mi cuarto.

Un ruidito me detuvo.

—¿Hola?

Abrí lentamente la puerta y lo vi tirado en mi cama.

—Hola, Ly.

Tuvo el descaro de sonreírme. Tenía los brazos cruzados tras su cabeza y una sonrisita pícara en el rostro mientras sus pies se balanceaban fuera de la cama. Su mirada recorrió mi cuerpo cubierto por una toalla y mi expresión de horror. Ensanchó su sonrisa.

—Que buen recibimiento.

—¿Qué haces aquí? —solté con brusquedad.

—Ahora mirarte —respondió como si nada.

—Hablo en serio. ¿Qué haces aquí?

Tyler puso los ojos en blanco.

—Aquí la señorita se levantó del lado amargado de la cama.

—No estoy para bromas, Tyler. ¿Cómo carajos entraste a mi departamento?

—Ayer le pediste a tu hermano que te llevara. Bueno, lo haré yo. —Giró una llave entre sus dedos—. Porque yo soy el del carro —dijo con una sonrisita de superioridad.

—Eso no explica cómo entraste.

—Por dios, Lydia, deja de ser tan desconfiada —bufó rodando los ojos y sacó otra llave—. Copia.

Me quedé atónita ante su frescura.

—¿Tienes una copia de mi llave?

—Vaya, que bueno, la captaste.

—¿Mi hermano te dio una copia de mis llaves? —repetí molesta.

—Tienes suerte. —Se volteó en la cama, mirándome coqueto—. Pasarás tiempo conmigo.

—¿Podrías dejar tu egocentrismo de lado?

—Noto cuando alguien me mira.

La ropa que había sacado se me cayó de las manos.

—Yo no te miro —espeté con los dientes apretados.

Él sonrió para sus adentros.

—El auto va de acuerdo al dueño. Si mi «cañaza» te atrae, entonces yo más.

—Claro. Muero por ti —dije sarcástica.

Me di la vuelta para quitarme la toalla. Esperé un par de minutos. Nada. No se movió de mi cama. Le puse mala cara.

—¿Qué?

—Tyler, por si no te has dado cuenta o en verdad eres idiota, quiero cambiarme y no lo haré delante de ti.

—Está bien. Soy un caballero.

Él se dio media vuelta en la cama y se tapó el rostro con una de las almohadas. Dios. Era un insulto a la humanidad. Di zancadas hacia él y le quité la almohada bruscamente.

—En serio me está ofendiendo tu desconfianza.

—¿Te vas o te saco a patadas?

—¿Y tú te vas a quitar la toalla o te la saco yo?

Me quedé boquiabierta al ver que se volvió a tapar con otra almohada, la cual se la quité otra vez. Él pataleó entre quejidos y me miró molesto. Enfocó sus ojos cafés en mí, enarcando una ceja. Yo también me puse seria, pero Tyler contraatacó con su mejor cara de póquer. Oh no.

Inevitable DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora