Capítulo 42 | Nunca dejes que vuelvan a romperte

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Tres meses después, me encontré bajando las escaleras con la maleta lista y un terrible dolor de cabeza con unas ojeras de panda. Ayer no habíamos dormido nada, nos entretuvimos viendo películas y chismeando como si fuera una pijamada de hermanos. Hace tiempo que no hacíamos una, y la verdad estuvo bastante bien. Habría estado mejor si Nick hubiera amanecido menos perfecto y más como yo.

Era hora de volver a casa.

—Acaban de enviarme un mensaje. —Nick se reunió a mi lado después de despedirse de todos, arrastrando su maleta por detrás—. Dicen que estarán esperando en el aeropuerto.

El corazón me dio un salto de emoción.

—¿Incluso Tyler?

Él se enderezó, cerrando la puerta principal detrás, y me dio una sonrisa reconfortante.

—Incluso Tyler —afirmó.

Apreté los labios en una sonrisa nerviosa y asentí. Tres meses sin verlo era mucho tiempo. Mis crisis existenciales solo duraron unos tres días, después volví a llamarlo. No sé por qué aún tengo la costumbre de alejarme de todos cuando no me siento bien. Nick miró a todos lados antes de sacar su celular.

—Bueno, parece que no van a venir...

Sus palabras quedaron silenciadas cuando Scott bajó de un taxi. A su lado, Laura corrió hacia nosotros con los ojos llorosos. Metimos nuestras maletas en la maletera, Laura se la pasó llorando y haciéndome prometer que no me olvidaría de ella mientras Scott y Nick se la pasaron discutiendo todo el trayecto. Sí, respirar cerca del otro se había convertido en su tortura diaria.

—Espero que vuelvas a visitarnos. —Scott me sonrió de lado—. De preferencia, sin tu hermano.

—Cuida tus palabras o serán las últimas que digas —le amenazó Nick.

Scott lo abrazó como despedida. Nick rodó los ojos, pero lo aceptó dándole unas palmaditas en la espalda. Le dijo algo al oído que hizo que Scott se apartara de inmediato. Nick soltó una risita maliciosa entre dientes. Scott tenía una santa paciencia, pero en estos días seguro que envejeció veinte años por culpa del idiota de mi hermano.

Laura se acercó hacia mí y me abrazó.

—Sé que encontraré mi alma gemela, espero que tú seas feliz con la tuya.

—Lo harás. Eres una chica increíble, nunca lo dudes.

Ella enfocó sus ojos detrás de mí y estos brillaron al ver a mi hermano sonreír. Suspiró.

—¿Alguna vez te has ilusionado con alguien que sabes que no te va a corresponder porque está enamorado de alguien más?

La miré de reojo con una pequeña sonrisita.

—Bueno, una vez me ilusioné con un chico que pensé que jamás me correspondería por todas las chicas tras él. —Ella me miró con curiosidad—. Me terminé enamorando de él.

—¿Y qué pasó con el chico?

—Se enamoró de mí.

Los ojos se le pusieron llorosos. Reí abrazándola hasta que fue Scott el que ocupó su lugar. Se acercó a mí con la mirada baja, un poco tímido, sin saber qué decir. Él odiaba las despedidas, y la última vez que nos separamos ni siquiera lo hicimos. Tal vez era la última vez que lo vería, así que lo abracé con fuerza.

—Gracias —susurré.

—¿Por qué?

—Por perdonarme.

«Gracias a ti por fin me siento en paz», quise decir.

—Está bien. —Scott me abrazó con suavidad—. Vuelve a prometer que vendrás a visitarnos.

Inevitable DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora