Capítulo 10

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"Desesperante"


— Falta el pan, la leche y un chocolate que te encargó Nico. –le decía leyendo la lista de las compras de las cosas que aún no estaban marcadas y caminando a un costado mientras él manejaba el carrito del súper.

— ¿Podrías ir tú por el pan y el chocolate? Están muy cerca el área de panadería y la dulcería. –me invitó a ayudarle a conseguir el resto de las cosas. A mí no me molestó en lo absoluto.

— Claro.

— Están por aquel lado –me señaló la zona y yo fui a andar–. ¡Nos vemos en la caja siete! –exclamó antes de que yo estuviera demasiado lejos para escucharlo.


El camino no fue muy tedioso con Oliver a un lado. Todo el rato nos la pasamos comparando precios, calidad y marcas que diferenciaban de su país y el mío. No era el mejor tema de conversación, pero tampoco ocupábamos uno muy extenso a la distancia que se hacía del Wal-Mart a su casa en coche.

Oliver me había contado que su papá estaría en casa después de las ocho, porque por lo general, al salir del trabajo, se iba con unos amigos a un bar a tomar un par de cervezas, nada fuera de otro mundo.

Después de llegar a su casa, ordenar los alimentos en la alacena y refrigerador, el reloj marcaba las tres en punto. Teníamos el resto de la tarde hasta que cayera el sol para divertirnos o hacer cualquier cosa, pero en aquellos momentos yo lo que menos quería era salir a conocer la ciudad; claro que me gustaría hacerlo, pero en otra ocasión. Ese día estaba realmente agotada por todas las emociones que había recibido en sólo una mañana, y el pensar que su papá al llegar se encontraría la sorpresa de que yo estaba ahí, me ponía los nervios de punta y las manos heladas.

Con Nico estuvimos viendo la televisión en el living, cosa que no fue muy divertida porque los dos se la pasaron con la mirada en el celular, no en la tv. No me molestaba por parte de Nicole, pero por parte de Oliver sí.

Había viajado más de trece horas sin poder descansar adecuadamente, sin poder comer adecuadamente y con la cabeza a un hilo de explotar. Había llorado hasta quedarme dormida después de su rechazo y lo había recibido a la mañana siguiente como si nada hubiera pasado. Ése era el poder que Oliver tenía sobre mí.

Él podía hacer demasiadas estupideces, y yo le aceptaría todo.


Poco más tarde, antes de las seis, cuando Oli terminó su entretenida conversación o la batería de su celular se agotó, dejó el móvil de lado y me quedó viendo, mientras yo mantenía la mirada fija en el televisor. A decir verdad, el programa que transmitían era bastante aburrido y estúpido, sólo quería tener la atención en cualquier cosa que me hiciera olvidar que él me ignoraba por completo.

— ¿Quieres hacer algo?

— No. –contesté, la verdad no pensé que mi respuesta pareciera un tanto seca como desierto.

— A ver, ¿ahora qué pasó? –cuestionó dejando soltar un suspiro de agotamiento. ‹‹¡Aquí la cansada de tus tonterías soy yo, imbécil!››.

— ¿Qué más iba a pasar mientras me dejaste colgada viendo la televisión y tú reías con no sé qué mierda en el celular por más de dos horas?

Guardó silencio unos segundos, pero desvió la mirada.

— Chiqui, estaba hablando con unos amigos. Les contaba que estabas aquí y que estaba muy feliz.

‹‹Eres. Una. Pinche. Dramática››.

Enseguida mis mejillas se enrojecieron y me sentía acalorada, ¡de la vergüenza! Ahora no quedaba de otra más que pedir disculpas por lo boba, boba que fui.

Pero espera, ¿les contaba lo mismo durante dos horas? ¿O qué coño les estaba hablando de mí?, ¿qué era una loca que viajó desde otro país escapando de casa?, ¿qué le rompía las pelotas tener que aguantarme por tiempo indefinido, pero que no era tan hijo de puta para abandonarme? ¡¿QUÉ LES DECÍA?!

— Y, ¿qué tanto les decías sobre mí? –pregunte un tanto apenada, pero con la duda pendiendo de su respuesta.

— Cosas, Chiqui.

— ¿Qué cosas? –siempre odiaré sus escuetas respuestas.

— Cosas. –soltó una risa.

— Esa risa no me confía mucho, Oli. –amenacé.

— ¿No confías en mí? –preguntó abriendo los ojos muy grandes.

‹‹Malditos ojos bonitos››.

— Sólo quiero que me des una respuesta bien.

— De acuerdo, pero primero quiero que tú me des una respuesta bien –condicionó, rodé los ojos y asentí–. ¿Confías en mí?

— Sí, si confío en ti.

— Entonces no hay más qué decir.

Modern Fairytale.Where stories live. Discover now