"No me detengas sólo para ser tu amiga"
— ¿Qué coño estás haciendo?
La culpa apenas se disipaba cuando escuché su voz. Su maldita voz regresándome a la realidad. Por un momento creí que era producto de mi imaginación, pero cuando mis ojos lo vieron... todo terminó.
No me podía reponer para enfrentarlo y soltarle algunas palabras, las pocas agallas se estaban esfumando.
— ¿A quién le estás hablando? –cuestionó Daniel con la cara media torcida, muy confundido y con desagrado.
— ¿Te conozco? No. Entonces no es a ti. –respondió Oliver.
Pocas veces le había escuchado hablar con ese tono de malicia, pero nunca le había visto la cara así. Eso me asustó.
— ¿Qué haces aquí? – le pregunté. Realmente me sorprendió la manera en que le hablé.
— Lo mismo te pregunto a ti.
Daniel soltó un suspiro de cansancio y dijo:
— Creí que estabas libre, pero si este niño va a venir a reprocharte todo, es mejor que no nos volvamos a ver.
Entonces dio un paso fuera del círculo y Oliver lo detuvo antes de que estuviera demasiado lejos.
— ¿Niño? No me provoques que te voy a demostrar los golpes que este "niño" te puede dar. –amenazó. Dejé escapar un chillido.
Daniel cayó en carcajadas.
— No perderé mi tiempo contigo –apenas le dirigió la mirada cuando se detuvo–. Que pases linda noche, preciosa. –me dijo y se fue.
Nicole nos seguía, pero a un par de pasos a distancia, no creo que estuviera muy cómoda en medio de nuestra discusión. Oliver se aparecía en aquella fiesta como sin nada y me cuestionaba como si estuviera haciendo algo malo. ¿Acaso la culpa era mía?
La noche era fría, venteaba el aire y seguro pasaban de las 12. Lo único que se escuchaba allá afuera eran nuestras voces en guerra.
— No entiendo por qué hiciste esto, ni siquiera estás en derecho de hacerme regresar a casa. Soy bastante mayor e independiente, te lo recuerdo.
— Ajá, pero vives en mi casa y ahí es donde vas a estar. –su tono autoritario me sacaba canas verdes.
— ¿Qué crees que soy? ¿Un objeto, quizá? No soy una planta que está inmóvil en tu casa y depende del agua y el sol; soy una chica que merece distracción.
— ¡Distracción! –carcajeo con sonoridad–. ¿A eso le llamas distracción? Creí que eras de las que les gustaba leer para distraerse.
— Una fiesta de vez en cuando no me vendría mal.
— ¿Fiesta? ¡Te estabas besando con un pendejo que apenas conoces! –exclamó bastante molesto.
Me estaba irritando bastante rápido y ya no lo quería soportar.
— Si me beso o no con un pendejo que apenas conozco, es muy mi problema. –le espeté.
— Pero no quiero que lo hagas.
— ¡Ja! ¿Y porque no quieres no lo voy a hacer? –le cuestioné, pero no respondió–. ¿Qué te crees que eres? ¿Mi padre? ¿Qué te hace creer que tienes autoridad sobre mí?
En un par de segundos no respondió, quizá estaba esperando a que su humor de perros bajara un poco para decirme algo.
— Soy tu mejor amigo y te tengo que cuidar. –dijo ya más calmado, incluso con un tono culposo.
Me quedé sin palabras, no tenía nada que reprocharle a su argumento.
— Y eres mi amiga. –agregó casi en un susurro.
— No me detengas sólo para ser tu amiga.
Al llegar a casa las luces estaban apagadas, su padre dormía, pero la televisión estaba encendida. Sin decir alguna palabra, cada quien se dirigió a su habitación para descansar. Yo tomé mi pijama y fui al baño para cambiarme y quitarme el exceso de maquillaje.
Cuando entré a la habitación de Oliver, él estaba tendido sobre la cama a un lado, con las sábanas cubriéndolo, pero los ojos los mantenía abiertos. Me coloqué a su lado, pero le di la espalda para dormir. No tenía ganas de verlo.
— Lucy...
— ¿Mhm?
— No quiero que te beses con otros chicos.
Por dentro me preguntaba por qué, pero no le quería dirigir la palabra. Supongo que adivinó mis pensamientos, pues añadió:
— No si yo no lo conozco. ¿Sabes? A Daniel lo conozco bastante bien, a pesar de que casi nunca le hablé. Tiene fama de mujeriego y dominante sexual, al estilo Christian Grey, pero la mayoría de las mujeres con las que ha estado terminan ilusionadas y con el corazón roto –se detuvo un momento para respirar–. Yo no quiero que te pase eso a ti.
— No le pueden romper el corazón a quien ya lo tiene destrozado.
Y sí, eso iba para él.
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Modern Fairytale.
Teen FictionHay un millón de razones por las que debería renunciar a ti, pero el corazón quiere lo que quiere. ‹‹En medio de la oscuridad, en medio del silencio, una luz surge de una esquina y una voz me dice "no estás sola, yo estoy contigo". Entonce...