Capítulo 37

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"Año Nuevo"


El último día del año, en mi vida pasada, gris y fría, era más o menos, o quizá hasta peor que Navidad. Pero desde que Oliver apareció en mi vida, mi veredicto ha cambiado.

Ese día hacía tanto calor, pero teníamos planes para una fiesta. Para este día, en su país no se acostumbra tanto a pasarla con la familia, incluso puedes salir por ahí con amigos a una fiesta o a un bar. Así que eso hicimos: ir a una fiesta.

La organizaron unos compañeros de la Facultad en una enorme casa con piscina y suficientes cuartos para... divertirnos. Además, había bebidas deliciosas, música buena y buen ambiente. Cuando Oliver me invitó a ir, primero le dije que no porque yo no conocía a nadie de sus compañeros y me sentiría desubicada en aquel lugar, pero después de tanto insistir, acepté.

Esa noche quería verme preciosa para él, para mí y para el resto del mundo. Era una noche especial, así que tenía que valer la pena.

A las nueve de la noche íbamos camino al lugar de la fiesta, que quedaba a quince minutos de su casa en coche. En el trayecto Oliver ya se iba ambientando, fumando y con música alta en el estéreo. Yo estaba nerviosa.

Fue una gran noche, de las mejores fiestas a las que he asistido en toda mi vida. Para empezar, fue algo así: al llegar sus amigos me trataron bastante bien, jugaron un par de bromas, reímos, bebimos alcohol, fumamos cigarros de tabaco y probé un poco de marihuana, pero la dejé cuando me empecé a sentir mareada. Oliver los reprendió, pero después se tranquilizó cuando le dieron un vaso de whisky. Yo preferí el tequila y con la garganta caliente, canté en el karaoke con coro a los amigos de Oliver y un par de chicos más.

No nos metimos a la piscina porque no llevábamos ropa para cambiarnos, pero jugamos con el agua y espuma de colores neón. Bailamos mucho, demasiado, más bien. Y cuando el reloj anunció las 00:00, abracé tan fuerte a mi novio que sentí que el aire me hacía falta.

Todos gritaban alrededor, lanzaban fuegos artificiales, cantaban en coro o se besaban, pero yo prefería sentir los latidos de su corazón contra mi cuerpo y darme cuenta de que estábamos vivos y estábamos juntos... y era Real. Fue entonces cuando supe que lo amaba más de lo que creía, que realmente sería capaz de dar mi vida por él y que era infinitamente feliz por tenerlo a mi lado.

El sexo no va a quedar de lado, para nada. En cuanto pudimos, fuimos a la habitación más lejana de la casa, cerramos con seguro y cogimos como animales salvajes.

Oliver tenía formas diferentes para hacer el amor, pero cada una de ellas me encantaba. No tenía ni idea que en el acto sexual hiciéramos tan buena conexión como en cualquier otra cosa. Era un punto a nuestro favor.

Con el efecto del alcohol me fue imposible contemplar el tiempo que pasamos ahí dentro, disfrutando uno del otro, pero estoy segura que fue mucho, pues al amanecer, tenía cero ganas de moverme de la cama.

Ya era otro día, empezamos otro año, otro año junto a él. 

Modern Fairytale.Where stories live. Discover now