Capítulo | 48

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SARA

—Sara, ¿Por qué hiciste eso?—Preguntó una vez más mi mamá.

—Ella me provocó, mamá. —Mire detrás de mi madre para ver a mi papá levantar sus pulgares y reírse ligeramente.

— ¡David deja de reírte mientras la corrijo!—Se quejó mi mamá dándome la espalda por lo que dejé escapar la sonrisa que hace rato quería dejar ir.

—Pero solo mírala, Clara, ella lo que hizo fue defenderse. —Lo ví acercarse a ella y darle un beso en los labios algo corto.

—Hey, la pornografía. —Mi mamá se volteó y me miró con una sonrisa.

—Cuando seas grande lo entenderás. —Un gruñido salió de los labios de mi papá.

—No hasta que tenga algunos cincuenta años.

—Por Dios David, la niña no será una monja.

—Clara, no hablemos de eso ahora ¿Bien? Ya lo dije, hablaremos de eso cuando cumpla los cincuenta.

—Como digas. —Mi mamá rodó los ojos y me levanté y la abracé. —Hey, ¿y esto?—Dijo riendo levemente.

—Los amo. —Dije abrazándola más, sentí unos brazos más grandes y más fuertes envueltos entre nosotras.

—Nosotros igual hija, nosotros igual.

—Sara, ¡despierta!—Abrí mis ojos de golpe mientras Lucas zarandeaba mi cuerpo de un lado a otro.

— ¡Ya está!—Le digo para que deje de zarandearme, de pronto siento algo recorrer mi estómago, me levanto de un salto de la cama y me tambaleo levemente, no le doy cuenta a eso y entro huyendo al baño y llego justo a tiempo para devolver todo.

Me agarro fuerte del estómago, odio mucho la sensación de devolver todo, paso el dorso de mi mano cuando siento que ya no hay más, miro hacia la puerta donde veo a un Lucas algo asustado y le sonrío para que se tranquilice.

— ¿Te sientes mejor?—Pregunta tendiéndome su mano para ayudarme a levantarme. Asiento y camino hasta el lavado, debajo de éste tomo un cepillo nuevo y empiezo la labor de lavar mis dientes.

—Es solo el alcohol. —Cosa rara, ya que no había tomado tanto, pero no hice mente a eso.

Besó mi frente mientras me cepillaba, cuando terminé me volteé y rodeé mis brazos a su alrededor.

— ¿Qué soñabas?

—No es nada. —Me separé de él y comencé a caminar a la cama para tirarme en ella.

—Gritas y dices que no es nada. —Dice y yo asiento. —Sacaré mis propias conclusiones entonces.

—Adelante.

La cama se hunde detrás de mí y luego siento el brazo de Lucas pasar por mi cintura, pongo mi mano encima de éste.

—Descansa, nena. —Besa mi cabello y yo me volteo para dormir en su pecho.

—Igual. —Me acomodo mejor en su pecho para buscar más comodidad.

— ¿Qué lees?—Le pregunto a Lucas cuando entro a la cocina y lo veo leyendo una revista.

—Algo sobre la cancelación de la boda con América y una pelea que tuvo mi novia en una fiesta, donde había personas grabando. Nada interesante. —Dice con su ironía dejando la revista en la mesa.

Lo miro de mala manera por su ironía usada conmigo mientras él sólo me mira con sus ojos clavados en mí. Tomo la revista y la hojeo, me paro donde veo una foto de Lucas y otra de Amanda y una mía en el medio de ambos.

—Joder. —Digo al ver que consiguieron una foto mía.

—Te estás exponiendo, nena. —Lo miro y le sonrío. — ¿Qué te tiene feliz?

— ¿Has visto lo bien que me queda ese pantalón blanco?—Dejo caer mi cuerpo en el respaldo de la silla y siento una leve molestia en mi estómago.

—Nena, aunque me joda que varias personas....

—Medio país. —Le corrijo y él gruñe.

—Como seguía, aunque me joda que medio país vea tu hermoso trasero, ese no es el caso. —Suspira. —Estamos hablando de que estas expuesta.

—Lo eh estado todo el tiempo. —Él asiente y hecha su silla para atrás y me indica que me siente en su regazo, lo cual hago gustosamente.

—No quiero que te hagan daño. —Suspiro y dejo la revista en la mesa, tomo su rostro en mis manos.

—No lo harán. —Le aseguro. —Estaré bien y saldré de esto, por ti y por mí. Por nosotros. —Él vuelve a sentir y toma mi mano para pegarla a sus labios.

—Te amo. —Dice mirándome a los ojos.

—Te amo. —Le contesto antes de pegar sus labios a los míos. —Gracias. —Digo cuando nos separamos del beso.

— ¿Por qué, nena?

—Por aceptarme así, con todo y pasado y sobre todo, por darme la oportunidad de poder estar contigo.

—Pensé que no expresabas lo que sentías con palabras. —Acaricia mi brazo de arriba abajo.

—Me cuesta, pero lo intento. —Me acerco a besar sus labios pero el timbre suena interrumpiendo nuestro beso, jadeo bajito por la interrupción y me levanta dejándome en el suelo para luego ir a la puerta.

Busco en la nevera una Nutella y sonrío como maniática cuando la encuentro.

— ¿Dónde está?—Pregunta la claramente voz de Nicole en todo el apartamento.

—Creo que deberías irte. —Escucho decir a Lucas.

—No me iré hasta verla. —Escucho un quejido y luego la cabellera de la pelirroja entra por la cocina tirando otra de las revistas en la mesa.

—Lo sé. —Me anticipo a decir y la veo acercarse a mí.

— ¡Te vez genial!—Chilla

— ¡Lo sé!—Yo chillo al igual que ella.

—Eso fue increíble, le diste su merecido a esas perras. —Se queda callada al ver la Nutella y entra un dedo en ésta.

— ¡Hey Escuincla!—Le doy una palmada que hace que se sobe su mano. —No se toca. —La sentencio con mi dedo índice.

Asiente para volver a hacer lo mismo y mandarse acorrer por el apartamento, suspiro.

Niños... —Pensé.

Caminé hasta dar con ella.

— ¿A qué has venido?—Ella levanta una ceja en mi dirección. —Digo, no me molesta tu presencia, pero quiero saber. —Me siento a su lado en el sofá.

—Tenemos que buscar el vestido de novia.

— ¡Tenias que llamarme!—La miro y se encoge de hombros.

— ¿Ese es tu desayuno?—Señala a la nutella.

—Claro que no. —La Nutella desaparece de mis manos y miro a Lucas de mala manera

—Lo siento nena, pero te has vuelto adicta.

Amada mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora