Capítulo | 75

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SARA

Luego de un largo día en el banco, llegamos a casa. Jaime estacionó el auto en frente de la puerta principal, me desmonté con los zapatos en las manos, Lucas trae mi bolso; con mis manos abro la puerta de la casa, me sorprendo al no ver el desorden de mis hijos en la sala, camino hasta la cocina y Lucas sube las escaleras. Al llegar a la cocina miro a Doris quien está cocinando, se voltea y me ve, miro sus ojos y está nerviosa, aunque no lo diga.

Siempre eh tenido ese don de saber lo que las personas tienen, todo se ve en el reflejo de sus ojos, aprendí eso a lo largo de los años metida en el mundo donde de alguna manera, tienes que adivinar lo que lo demás piensa.

— ¿Qué pasó?—Ella suspiró, sabe que puedo notarlo. Lucas entra en la cocina tras darle un beso a Nana en la mejilla. Ellos dos se han vuelto muy cercanos y eso me hace muy feliz.

Miré a Nana de nuevo esperando su respuesta, tragó fuerte.

—Se peleó. —Fruncí mi ceño.

— ¿Quién?—Pregunté.

—Ducan. —Hizo una pausa. —Y no solo eso, Derek, Klaus y Samantha, sí, Samantha les ayudó. —Sabía que esa niña no se quedaría atrás.

¿Qué puedo decir? es igual que su madre.

— ¿Pero por qué no me llamaron a mí?—Tengo que hablar serio con ese colegio. — ¿Para qué diablos pago tanto dinero? ¿Para que no sepan cuidar mis hijos?—Pregunté llena de ira.

>> — ¡DEREK JACOBIS, SAMANTHA Y DUCAN SMITH, VENGAN AQUÍ!—Grité saliendo de la cocina y entrando en la sala. Al llegar, ellos venían bajando de la escalera. Lucas se situó detrás de mí, cada uno de ellos venían con la cabeza hacia abajo sabiendo lo que habían hecho.

— ¿Me pueden explicar lo que pasó?—Dije luego de haberme sentado en uno de los sillones.

En realidad esto me parecía muy entretenido, no estaba enojada con ellos, el que Ducan se pelara y que los chicos hayan querido ayudarlo me deja ver que ellos lo aprecian.

Después de un día estresado, tus hijos son la mejor terapia.

Tuve que respirar para contener mi risa, Samantha suspiró y dio un paso hacia adelante.

—Mami. —Comenzó a decir, juro por mi madre que es lo más tierno que eh visto. —No te enojes con Ducan, un niño de la escuela me haló el cabello y me puse a llorar, entonces se lo dije a Ducan, él es mi hermano mayor. —Levanté un dedo interrumpiéndola.

—Sí Samantha, tu hermano mayor, no tu guardaespaldas.

—Bueno, en realidad sí, entre él y yo tenemos que cuidarla ¿qué pasará cuando sea grande y tenga nov....? —Dijo Lucas, al cual lo miré mal. —Está bien, me callo. —Levantó las manos en forma de rendición.

—Prosigue, Samantha. —Demandé.

—Entonces Ducan le dijo al niño que no se metiera conmigo, que yo era su hermana menor y el niño le dio un puñetazo Ducan. —Miré a Ducan, quien tenía el ojo un poco sombreado. —Y Ducan se defendió, Derek Y Klaus lo ayudaron. —Hizo una pausa. —Y yo también.

A ver, si ella podía defenderse sola, ¿Por qué no lo hizo desde un principio?

Me levanté del asiento y caminé hacia ellos, ¿cómo podría ponerme guapa, si ellos solamente se defendieron?

— ¿Estás enojada?—Preguntó Ducan, miré a Derek quien seguía mirando al piso, volví mi mirada a Ducan.

—A ver, no estoy enojada porque tú solo defendiste a tu hermana, pero que no se vuelva a repetir ¿Bien?—Los tres asintieron.

—Ahora, ¿quién quiere cup cakes?—Dijo Lucas, miró a los niños y todos comenzaron a saltar, me acerqué a él.

—Los mal acostumbras. —Le susurré en el oído, los niños corrieron a la cocina. —Mañana tendré que ir al colegio.

—Tendrás que ir sola, mañana tengo una reunión en la empresa.

—No hay problema. —Dije besándolo. —Sé cuidarme sola.

—Mierda nena, claro que sí. —Dijo poniendo sus manos en mi trasero apretándolo fuerte.

—Los niños están en la cocina. —Dije mordiendo su oreja, por lo cual recibo un gruñido de su parte.

Caminamos hasta la cocina y los niños estaban animadamente hablando como suelen hacerlo, mi corazón latía rápido al verlos tan felices haciéndome feliz a mí. Compartimos un rato con los niños, al terminar, cada uno va a su cuarto a dormir.

Lucas puso seguro a la puerta.

— ¿Qué haces?—Le pregunté cuando se acerca a mí.

—Quiero hacer algo. —Murmura mientras comienza a besar mi cuello.

Sube su rostro y toma mis labios, nuestros labios se unen y se mueven a un compás sincronizado. Con sus manos desciende por mi espalda hasta llegar a mi trasero y apretarlo mucho más fuerte que horita.

— ¿Te eh dicho cuanto me gusta tu trasero?—Dice luego de separarnos del beso. —Por él fue que volví. —Dice y no puedo evitar golpearlo.

Lo miro a los ojos y están más oscuros por la excitación. Niego con la cabeza y él me empuja hacia la cama, poniéndome de espalda. Toma el short que tengo puesto y lo saca de mi cuerpo de manera lenta, dejándome en bragas en la parte de abajo de mi cuerpo. Su respiración la puedo sentir en mi trasero, me arqueo al sentir como muerde uno de los cachetes de él.

—Tu trasero me vuelve loco. —Dice tras darle otra mordida al otro cachete y dejar un par de beso en cada cachete.

Me pone boca arriba mientras él está a ahorcadas encima de mí. Saca mi ramera, su boca se dirigió a mi cuello, me estremecí cuando mordió muy fuerte en esa zona. Sus manos bajan hasta mis bragas para luego arrancarlas de un tirón.

Con mis manos acaricio el duro bulto que tiene a través de su bóxer y lo escucho gruñir en mi oreja, cosa que hace que mi excitación crezca más.

—Lucas... —Digo en un gemido.

—Dilo preciosa...Solo dilo. —Sus besos subían desde mi cuello hasta la parte de atrás de mi oreja.

—Hazme tuya, Lucas... —Su manos dejaron de tocar mi cuerpo para luego introducirse en mi de una estocada fuerte. — ¡Dios!—Gemí al sentir la profundidad.

—Preciosa, amo tus gemidos, pero has silencio si no quieres que los niños se despierten. —Dice tras darme un beso en la boca.

Y lo que me pide se me hace tarea imposible. Sus labios buscan los míos silenciando por completo mis gemidos.

Me dejo ir entre toqueteos y besos. Lucas lo hace luego de dar dos embestidas más para luego dejar caer su cuerpo a mi lado.

—Te amo. —Dice.

Desde que nos habíamos reencontrado en mi despacho, desde el día en que hemos tenido sexo duro, después de todas las peleas y besos lo dice, haciendo que sea feliz.

—Te amo. —Acomodo mi cabeza en su pecho. —Tanto que haría cualquier cosa por que estés bien. —Culmino.

Amada mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora