Capítulo | 53

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LUCAS

— ¿Te diste cuenta?—Preguntó Kaidan entrando a mi oficina

—No me entero de nada. —Le dí otro sorbo a mi jugo.

—América está muerta.

—Vuelve a repetir lo que dijiste.

—América, la que era tú prometida, la insoportable mujer, está muerta.

Me detuve un rato a pensar las cosas, América estaba muerta. ¿Cómo podía ser eso? América, Muerta.

— ¿Cómo sabes, eso?

—Las noticias. —Tomó el control remoto del cajón del escritorio y encendió el televisor colocando el canal cinco.

Miré el televisor hasta que la imagen del mundo dando vueltas apareció en la pantalla, dando a entender que empezaría la noticia.

—Noticia de último minuto, la empresaria América Asnold, ha sufrido una trágica muerte, se le ha encontrado muerta, tirada en uno de los parques de ésta ciudad, fue encontrada por un señor que iba transitado a eso de las cuatro de la mañana, terrible la forma en que encontraron a esta gran figura de el mundo empresa......

No seguí prestando atención a todo lo que decía la reportera, solo podía verle la boca moviéndose, ¿cómo había pasado todo esto? Es algo que aún me cuesta creer...bueno, me cuesta a un asimilar.

—Trágica muerte hermano.

—Lo mismo digo.

Dije aún algo ido porque lo único que podía pasar por mi mente eran unas simples palabras que me había dicho Sara.

—La amenazaré a mi manera.

Y valla manera.

SARA

No, No, No, era lo único que repetía en mi cabeza.

—No es para tanto, cálmate.

— ¡¿Cómo quieres que me calme?!—Le grité a Vanessa. — ¿Qué va a pensar Lucas?

—Lo que piense él no importa mucho.

—Claro que importa, él también está en esto, o que crees ¿Qué lo hice yo sola?

—Estamos de acuerdo que lo hicieron los dos, pero...

—No sé cómo se lo diré.

—Simple. —La miré mal.

—Para ti.

—Exacto.

¿Qué haré ahora? Más que asustada, me siento aterrada, no sé que haré con esto, ¿cómo cuidaré de alguien más pequeño que yo? ¿Cómo le diré a Lucas?

— ¿Qué voy hacer?

—Lo primero es calmarte, si te alteras le puede hacer daño. —Asentí a lo que había dicho y me recosté en la cama de mi habitación.

No quería hacerle daño, no es mi intención y tampoco es su culpa. Respiré hondo varias veces hasta que me volví un ovillo en la cama abrazando mi almohada, ¿Cómo no lo ví venir?

— ¿Cómo no lo ví venir?—Susurré para mí misma.

LUCAS

Aparqué el auto en la entrada de la casa de Sara, me puse mi capucha para luego salir del auto, ella me habia explicado que era peligroso que me vieran entrando a su casa, por lo tanto, sólo si hay una emergencia tendría que hacerlo y eso hago en este momento.

—Jaime. —Saludé.

—Señor Smith, un gusto verle.

—Igual. —Hice una pausa. — ¿Sara?

—Está en su habitación, ya sabe cuál es.

—Gracias.

Comencé a caminar de nuevo, cada paso que daba mi corazón se aceleraba y mis palmas sudaban, no entendía mi comportamiento, pero estaba nervioso, de eso estaba seguro.

—Lucas. —Saludó una amable Doris.

Me deshice de la capucha y me acerqué a ella, besé su mejilla y le sonreí.

— ¿Cómo estás?—Me preguntó.

—Muy bien, ¿y tú?

—Excelente ¿Vienes a ver a Sara?

—Sí, exactamente a eso.

—Ella está en su habitación, adelante.

–Gracias Doris.

Seguí caminando hasta dar con la puerta de su habitación, dudé unos segundos antes de abrir la puerta y entrar, pero lo hice.

Miré hacia la cama y estaba durmiendo muy tranquilamente. Lamentablemente no podría esperar a que se despierte, así que la moví levemente.

—Vanessa, déjame... —Murmuró.

—Sara, soy yo, Lucas. —Volví a moverla, ella se volteó y me miró.

—Hola... —Me sonrió

—Hm...Hola. —Dije algo incómodo.

Ella se sentó en la cama apoyando su espalda en el respaldar y mirándome con una sonrisa que se borró al ver que no le sonreía, se arregló su pelo el cual estaba un poco más largo.

— ¿Pasa algo?—Preguntó.

—Sí, si pasa.

— ¿El qué?—Me levanté y empecé a moverme en la habitación.

—Es América.

— ¿Te amenazó?

Ojalá aún pudiera hacerlo.

—América está muerta. —Dije deteniéndome y mirándola para ver su reacción.

—Oh. —Fue lo único que dijo, aumentando mis sospechas.

— ¿No te sientes culpable?

—Siendo honesta, no. ¿Por qué debería de hacerlo?—Miró hacia su mesita y volvió a poner su mirada en mi. —Tú no piensas que yo la maté, ¿verdad?—No dije nada. –Eso piensas. —Susurró, cosa que yo alcancé a escuchar.

—Yo no eh dicho eso.

—Pero lo pensaste, estás desconfiando de mi, sin pruebas. —Guardé silencio de nuevo, cosa que ella aprovechó para volver hablar. —Si tanto piensas que la maté, ¿Qué haces aquí? ¿Viniste a terminar conmigo verdad? ¿A eso viniste?

—Deja de poner palabras en mi boca.

—No son palabras, es tu silencio. Sé que esto fue algo clandestino, pero esto no te da derecho a pensar que iré matando por ahí a cualquiera que se me cruce por enfrente.

— ¿Cómo probarías que no fuiste tú que la mataste? Me dijiste que la amenazarías.

— ¡A mi manera Imbécil, solo la intimidaría, no te dije que la iba a amatar! Piensa con tus neuronas, inútil.

— ¡No tienes por qué hablarme así, solo te estoy preguntando algo!

—No solo estás preguntando, estás dudando de mí. —Ninguno de los dos dijo nada, pero mi silencio dijo más que mil palabras, las cuales ella interpretó a su manera. —Sal de aquí Lucas, no te quiero volver a ver. —No me moví ni dije nada.

Ví como se levantó y abrió la puerta de su habitación.

—Sal de aquí, ¡Ahora!

Hice las cosas más fácil para los dos y salí de la habitación, pero antes de salir por completo ella me paró.

—No puedo estar con una persona que desconfié de mi, esto se acaba aquí, en definitiva.

— ¿Eso quieres?

—Eso quiero.

—Eso te daré.

Salí de su habitación, de la casa, y sobre todo, de su vida.

Amada mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora