CAPÍTULO 03 | ¿Quién eres?

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PERRIE

Algo me dice que mi cabeza está a punto de explotar en cualquier momento, como en las caricaturas en las que alguien no entiende algo.

En mi mente algunas cosas se conservan intactas. Y, sin embargo, otras parecen borrosas, como si en realidad no estuviesen allí o fuesen falsas; pero creo que puedes confiar en tu propia mente después de todo. Te pertenece, ¿cómo podrías traicionarte a ti mismo? Al menos eso me gusta pensar mientras observo, dudando, a la chica de cabello oscuro que tengo justo frente a mí. Intento sonreírle, pero ella no me devuelve el gesto, así que desvío la mirada al chico que tiene justo a un lado.

Este permanece atónito. Parece estar viendo algún fantasma en vez de a mí. Sé que quizás le sorprenda un poco mi cabello, o quizás mi cuerpo, pero no creo que me recuerde de ningún lado, por lo que decido sacudir una de mis manos justo frente a su cara.

Él sigue sin reaccionar.

Frunzo el ceño y me detengo a observar sus facciones durante una milésima de segundo, intentando no ser demasiado obvia. Sus cejas son bastantes extensas y grandes y quedan a la perfección con sus ojos, de un color casi gris. Sus labios están entreabiertos y dejan ver sus dientes del color de la leche. Su cabello es extraño. Sé que es castaño, pero está revuelto sobre su cabeza como un huracán, dándole un aspecto desprolijo y prolijo a la vez. Todo eso conforma una cara bastante bonita pero también rara, porque el joven poseyente de estas facciones no se mueve ni emite ningún sonido.

—¿Están perdidos?—pregunto en voz alta.

No esperaba oír voces a mis espaldas.

—¿Quién es ella?

Estoy a punto de girarme cuando quienes tengo cara a cara conmigo consiguen salir del trance y se trasladan con rapidez al lado de quien se encuentra a mis espaldas, esta vez obligándome a dar vuelta sobre mis talones, sin más remedio.

Me encuentro con otro muchacho mucho más bajo en estatura que el anterior. No esperaba que fuese así. Observo directamente sus ojos, que me analizan con curiosidad. Son de un color caramelo bastante llamativo que consiguen atraparme al instante. Su cabello también es tan extraño como el de su amigo. Sus cejas son mucho menos espesas y su nariz es algo más gruesa.

Es el único que me sonríe. Sin embargo, no dice nada.

Una chica rubia aparece detrás de él y se posiciona justo al lado de la otra chica, observándome seriamente. Sus labios son gruesos y tiene una nariz respingona bastante llamativa. Al echarle un primer vistazo, lo primero que pienso es «venga, otra de las típicas», pero cuando habla esa idea se esfuma al instante.

—¿Quién eres?

Su voz es dulce, como si intentase acariciarme con ella en vez de matarme. Junto todo el aire que necesito antes de soltar mis primeras palabras.

—Soy Perrie—contesto, y al instante el chico de más baja estatura extiende su sonrisa, riendo.

—¿El ornitorrinco?—pregunta, sin poder reprimir la risa.

La chica rubia pone los ojos en blanco, y su amiga avanza un paso hacia mí, quedando cara a cara conmigo. Observo sus ojos de un color verde bastante apagado y también su cabello de un color rojizo también oscuro, mientras su voz se abre paso en mis oídos.

—¿Y cómo llegaste hasta aquí?—cuestiona con firmeza.

No pude evitar sonreírle de medio lado, dejando caer parte de mi peso sobre una pierna, inclinándome ligeramente hacia atrás. Le echo una rápida mirada al coche azul que tengo a mis espaldas, a varios metros de distancia, y devuelvo la mirada hacia todos ellos.

AlevosíaWhere stories live. Discover now