Rompecabezas

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Seungcheol terminó de escribir el sms en su teléfono, guardándolo en borradores en lugar de enviarlo, recordando que no podía llamarlo ni preguntarle cómo se encontraba. Así no funcionaba, había dicho Jeonghan, y Cheol deseaba realmente que este tiempo de pensar terminara rápido. Miró la fecha, había pasado casi un mes desde que Jeonghan se había ido a la casa de sus padres para pensar y poder tomar una decisión. Esperaba que esa decisión estuviera lista pronto, pues realmente estaba muriéndose de soledad en ese departamento donde todo le recordaba a Jeonghan. Lamentablemente, su vida debía continuar y debía seguir trabajando como si estuviese con él aún. Lo extrañaba mucho.

Era fin de semana y ese día le tocó pasear a cinco perros distintos, fue un día bastante ocupado, pero pasear perros siempre le hacía sentir mejor, verlos saltar y sacar su lengua, agitar su cola y dejarles acariciar la pancita era lo que más le gustaba de este trabajo de fines de semana. Entregó al último perro del día y se sentó en una banca en la plaza, mirando cómo todo se teñía levemente de naranjo con el sol tibio de la tarde. Había niños jugando, algunas parejas, gente paseando animales. Seungcheol suspiró.

- Qué aburridas son las tardes sin ti, Yoon Jeonghan – dijo en voz baja echando la cabeza para tras, sintiendo la brisa revolverle el cabello y el sol entibiar su rostro. Se levantó y decidió volver a casa a descansar un poco.

A mitad de camino pasó por la cafetería que frecuentaban siempre con Jeonghan, la cafetería de su primera cita... la cafetería donde todo había terminado como estaba ahora. Suspiró levemente, decidiendo que quizás entrar por un café no sería mala idea después de todo. A Seungcheol le gustaba recordar cosas, buenas o malas, le gustaba mucho recordar y este lugar sin duda le traía muchos recuerdos. Pagó por un café y se giró a buscar una mesa.

Entonces lo vio.

Sentado en la última mesa hacia la ventana estaba él, Hong Jisoo, con un café y un pedazo de torta de chocolate en un plato sobre la mesa frente a él. Concentrado escribía en una libreta y luego tomaba su guitarra, hacía algunas notas, la dejaba a un lado y volvía a escribir. Entonces tomaba un sorbo de su café, comía un pedazo de torta y volvía a repetir. Seungcheol lo miró largo rato, estaba solo. Miró tras él a la puerta, una parte de él le repetía insistentemente "vete, no hagas nada estúpido, solo vete"; pero ahí estaba él, avanzando lentamente hacia el chico delgado completamente en su mundo.

"Partituras" pensó cuando se había acercado lo suficiente para ver lo que escribía en esa libreta. Se paró a su lado, apretó el vaso de café en su mano lo suficiente para no hacerlo reventar o algo así, el chico no se dio cuenta de su presencia, sumido totalmente en las notas que tocaba, las notas que escribía y su mente. "Te vas a arrepentir de esto Seungcheol" pensó para sí mismo, y sin esperar más, aclaró su garganta con suavidad, haciendo que el chico dirigiera sus ojos hacia él.

- Hola – habló tranquilo. El chico pegó un salto que le hizo golpear la mesa con la rodilla, y entre el sonrojo que se formó en su rostro al reconocerlo, la mueca de dolor con el golpe en su rodilla y la preocupación por haber derramado algo de café respondió el saludo.

- ¿H-hola?

Intentó mostrarse desinteresado y enojado, aun con su mano frotando su rodilla y el fuerte sonrojo que adornaba sus mejillas. "Adorable" pensó por un segundo Seungcheol, y sin siquiera preguntar se sentó en el asiento vacío frente a él, dejando su café en la mesa y mirando por la ventana tranquilamente.

- Es un bonito día – dijo. El chico Jisoo lo miró varios segundos con la boca abierta y los ojos brillantes, confundido, antes de responder otra vez.

Quizás es hora de olvidar [JiHanCheol]Where stories live. Discover now