capítulo 20

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No lo puedo creer, es casi irreal que hasta párese un sueño. Con solo verlo se me olvida todo lo que había sucedido antes, trago saliva de solo tocarla, es igual o más pesada que un ladrillo, tanto es su peso que Samuel no me deja soltarla, lo que confirma que los arcángeles son mas fuertes de lo que pensaba. Miro con asombro a Samuel y éste sólo me sonríe tiernamente; miro por última vez la daga, es tan afilada como una aguja y tan grande como mi débil brazo o un poco más, dejó escapar un suspiro de verdadera admiración al presenciar tan letal y glorioso arte. El bullicio de la gente me atrae a la realidad; miro a mi alrededor buscando la fuente de algarabía y me detengo a ver en el fondo de la sala hay mucha gente rodeando ese espacio; escucho que son dos hombres que pelean y mi corazón empieza agitarse como si supiera que algo grave pasa en la disputa, dejó la daga algún lado y me dispongo a ir al lugar con el presentimiento de que algo malo pasará.

Me llevo una gran sorpresa al saber quiénes son, es klanformin y belsebu; los miro estupefacta en mi lugar, sintiendo el estomago contraído y las inmensas ganas de vomitar.

Belsebu, con su cuerpo de humano combinado con el de un rectil, los ojos rojos color vino tinto, sus pupilas negras como el carbono emanan una intensa ira que me estremece de pies a cabeza, y eso no es todo, su piel negra escamosa desprende un olor pudrefacto, pero veo que nadie se queja por el mal olor o ponen mala cara, solo miran con euforia la gran pelea que estos se dan junto con los gritos y sujerencias de que continúen.

klanformin no se ha quitado la ropa, pelea con ella y al parecer no le causa ningún inconveniente o desventaja, él esquiva con agilidad los golpes que belsebu le proporcionan, ambos se miran con desprecio y hasta con severas ganas de matarse. De las fauses de belsebu se escucha un griñodo casi similar al de un león o un lobo, me tapó los oídos de inmediato al escuchar esa cosa, miro con horror al ver a klanformin perdiendo el equilibro dándole oportunidad a su contrincante de vencerlo. Entre el bullicio de gente gritando del dolor sumado con el de belsebu no hace más que me duela horriblemente la cabeza y tenga la visión borrosa. Miro con preocupación a klanformin que ha caído de rodillas del dolor, su cara ahora está tornándose de rojo vivo y de sus manos y cuello desciende grandes cascadas de líquido rojo; ¡Está muy mal!, ¡debo ayudarlo o morirá!

- klan.... kla.....- susurro con pesadez inimaginable - klanfor.... klar....

Dejo de intentar llamarlo, el no me escuchara- pienso con dificultad, que alguien lo ayude por favor- pienso sintiendo el punzante dolor de cabeza que amenaza con dejarme inconciente.

- sedeme lo que quiero sahara- esa voz que me resulta tan desagradable ha venido a molestarme de nuevo.

-vete - digo con debilidad, de mis oídos desprende un líquido que se siente tan viscoso y al olerlo se que es, sangre.

- déjame esto a mi sahara, déjame matarlo, ¡déjame matarlo!- el insoportable griterío del demonio hace que suelte un gemido del dolor.

¿no sería tan malo dejarlo suelto, verdad?, suelto un grito casi inaudible por tanta presión acumulada, no me sirve para nada está algarabía para pensar con claridad, entonces me deja una opción y de la cual detesto.

- tu ganas.

- te aseguro que no te arrepentirás.

Diciendo esto último la comunicación se rompe al igual que la algarabía, los ojos me pesan y siento un terrible agotamiento que hace que caiga al piso sin sentir algún dolor por el golpe; creo que me dejó sorda - pienso alarmada.
Miro borrosamente a klanformin que pelea con dificultad con belsebu que aún no para de rugir; dejo escapar mi ultimo suspiro para adentrarme al mundo de la oscuridad.

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