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Las siete. Cerré la puerta con llave y pulsé el botón del ascensor. Las puertas se separaron de immediato, permitiéndome la entrada. Pulsé otro botón y esperé unos segundos. Un minuto. Dos.

Las puertas seguían abiertas.

El ascensor se había vuelto a estropear.

Miré el reloj de pulsera y suspiré ruidosamente. Salí y me dirigí a las escaleras, cuando un sonido mecánico hizo que ne diera la vuelta. El ascensor había cerrado sus puertas y se dirigía a la planta baja sin mí. Me mordí el labio inferior con rabia y seguí bajando los escalones. No tenía tiempo para esperar a que volviera, después de todo era un séptimo piso. Hice todo el recorrido hasta abajo en un tiempo récord. Me sentí mucho mejor, hasta que volví a comprobar la hora.

-¡Mierda!

Empujé la puerta de entrada y me puse a correr en dirección a la parada de autobús. La mochila me iba arriba y abajo, ralentizandome. Era un dia cálido, pero muy ventoso. Los rizos se metían en la boca y los ojos, y no me permitían ver lo que tenía delante. Y cuando trataba de quitarmelos con las manos, se enredaban entre los dedos y empeoraban la situación.

Milagrosamente, llegué a la parada sin ningún accidente. Me senté en el banco y regulé mi respiración. Comprobé la hora. El autobús debía pasar a y diez, pero yo llegué un minuto después. La paranoia creció dentro de mí.

"¿Habré llegado tarde?" Pensé.

Justo en ese momento, vi como el vehículo se acercaba a mí. Suspiré aliviada y me levanté. En frente, el enorme autobús se detuvo y abrió sus puertas. No estaba muy lleno, solo se encontraban unos cuantos adultos que debían ir a trabajar.

Tomé el asiento de segunda fila, al lado de la ventana. Abrí mi mochila y saqué el móvil con los auriculares ya enchufados. Pusé la música a todo volumen y esperé mientras observaba desde la ventana. No me había dado cuenta de que era la única que esperaba ese autobús en esa parada.

"¿Dónde se ha metido?" Me pregunté a mi misma, nerviosa.

Las puertas se estaban cerrando y él aún no había llegado.

-¡Espere un momento, por favor! -tuve que decirle al conductor. -Estoy esperando a alguien, no tardará mucho.

Fué entonces cuando alguien dió dos golpes en las puertas, como si estuviera llamando a una casa. El conductor le abrió mientras que yo pude volver a relajarme.

-Hola Morgan -me saludó.

-Llegas tarde -le regañé.

MorganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora