VI

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Las tres primeras semanas no fueron tan horribles como pensé. Es verdad: me perdí en el primer día y estuve castigada en el segundo. Pero después de todos los nervios, empecé a relajarme. Hice buenas migas con las gemelas, y aunque no logré hacerme amiga de mis otros compañeros, tampoco me caian tan mal.

Como el chico pelirrojo. Descubrí que se llamaba Bruno y tenía tres hermanitas pequeñas. O la chica de las gafas redondas, que resultaba ser muy fan del heavy metal aunque a primera vista no lo pareciese.

Pero Lauren, la chica de pelo corto, no me daba buena espina. Tampoco es que quisiera ser amiga suya, pero al parecer no le caía muy bien. Felix me dijo que no pasaba nada, que no era necesario ser amigo de todo el mundo, y que siempre encontrarias a gente así en tu vida. Y tenía toda la razón.

Y después de la época de relajación, llegó el octubre y con él el frío y los exámenes.

-Cada día que pasa se me hace más duro madrugar -decía mi mejor amigo, que se sentaba a mi lado en la parada.

Hizo un gran bostezo y se fregó los ojos con las manos. Su pelo castaño estaba hecho un desastre.

-Dímelo a mí, que por culpa de tu móvil ahora soy yo la que te hace de despertador.

-Y te lo agradezco -comentaba mientras estiraba sus piernas -, y ahora si me disculpas creo que voy a echar una cabezadita.

-Demasiado tarde, el autobús ya llega -le advertí.

Gruñó desanimado y se levantó con pereza. Subimos al autobús y cogimos los mismos asientos que llevábamos usando desde el primer día. Pero antes de sentarme me quedé un rato de pie, observando a uno de los pasajeros.

-¿Qué ocurre? Pensaba que a ti te gustaba estar al lado de la ventana.

-Sí, es sólo que... -bajé un poco mi tono de voz -no había visto a ese chico antes.

Felix, que ya me había robado el asiento, giró la cabeza hacia él. Parecía tener nuestra edad. Llevaba una mochila en el regazo y tenía la mirada fija en la ventana. Hasta ahora sólo habíamos visto a adultos y viejos en ese autobús.

-¿Irá al instituto? No lleva uniforme -me dijo después de inspeccionarle.

-Quién sabe, aunque tu tampoco lo llevas.

-Es que lo manché con salsa el viernes.

-¿Y no tienes otro? -pregunté, una vez sentada.

-Vale, en realidad se me ha olvidado ponermelo, pensaba que aún era domingo hasta que me lo has recordado en la parada.

-Realmente eres un desastre. ¿Qué harias sin mí?

-Ah, que haría yo sin ti -murmuró somnoliento mientras se acomodaba en el asiento y cerraba los ojos -. En fin, me doy a dormir un rato, despiertame cuando llegemos.

-Claro, después de todo soy tu despertador.

-Mi "Ganspertador" -rió.

-Madre mía, eso fué lamentable -me burlé -. Realmente te vuelves un tonto cuando tienes sueño.

Hizo un ruido de afirmación y se giró mirando en dirección de la ventana. Cogí mis auriculares y puse mi playlist favorita, aunque no sirvió de nada porqué yo también me quedé dormida.

En dos días teníamos examen de física y no teníamos mucho tiempo para descansar.

MorganUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum