VII

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-Oye, despierta -me decía una voz desconocida.

Abrí mis ojos y ante mi apareció el rostro de un chico joven de pelo negro. Era el mismo del que estuvimos hablando Felix y yo. Ambos nos dormimos en el autobús.

-Ese uniforme es del mismo instituto al que voy -me dijo, mirando mis prendas -. Ya hemos llegado a nuestra parada.

Ese tipo realmente nos salvó. Si no nos hubiera despertado, el autobús habría seguido su recorrido con nosotros dentro. En esos días era fundamental no perderse ni una sola clase: un solo fallo y los exámenes se complicarían más de lo debido.

Bajamos juntos y caminamos por los pasillos con tranquilidad. Todavía teníamos tiempo antes de que sonara el timbre.

-Es la primera vez que te veo en el autobús -le comenté.

-También es la primera vez que os veo a vosotros -dijo, mirando a mi amigo -. No sois de por aquí, ¿verdad?

-Somos nuevos, aunque ya no tanto. Llevamos viniendo aquí tres semanas.

-¿Ya han pasado tres semanas? Sí que me habré perdido cosas...

-¿Cómo? -pregunté sin entender lo que me trataba de decir.

-Es la primera vez que vengo a clases en este curso -se explicó, rascándose la cabeza.

-¿Has estado enfermo?

-No, de hecho -pausó -me cuesta mucho caer enfermo. Lo que pasa es que no me acordé de los horarios, así que supuse que las clases empezarían en octubre.

Esa fue la peor excusa que escuché jamás. Simplemente se tomó vacaciones más largas de lo debido porque no se molestó en revisar algo tan importante como los horarios. Por la mirada que me mandó Felix supuse que él pensaba lo mismo que yo. Él suspiró y sin mirarnos ni a mi ni a ese chico tomó otra dirección.

-Yo ya me voy a mi clase, deberíais hacer lo mismo.

Vaya forma de dejarme sola con ese desconocido. No pareció caerle muy bien, o a lo mejor no estaba de muy buen humor por la falta de sueño. Podía ser mi mejor amigo pero a veces no lo entendía.

-Deberías ir a tu aula, el timbre va a sonar en cualquier momento -me aconsejó.

-Lo sé, estoy yendo hacía ella. Es la 8B.

-¿De verás? Esa también es la mía.

"... ¿Eh?"

-Pero... nunca te he visto allí.

Oí los pasos y las voces de mis compañeros, que se iban acercando a nosotros por detrás. Reconocieron al chico al instante. Hasta corrieron hacia él con mucha ilusión.

-¡La leyenda aún vive! -gritaba Bruno junto a sus amigos entre risas y palmadas.

-Deberías afeitarte esa barba, pareces un vagabundo -se burló el pelinegro de, al parecer, su amigo -. ¿Dónde está Lauren?

Una nube de furia salió de detrás de la multitud. Era ella.

-No quiero saber nada de ti así que ya puedes volver de dónde sea que hayas salido -le amenazó. Ni siquiera se fijó en mí.

-Cada año te vuelves más violenta, cielo. Es lo que me gusta de ti -dijo con una sonrisa triunfal en sus labios.

Todos los chicos empezaron a reírse hasta el punto de ahogarse mientras Lauren entraba en clase con su amiga, no sin antes golpear al muchacho en el estómago. Verla hecha una furia era todo un placer. De hecho, no pude evitar sonreír en un intento de contener la risa. Ella siempre se metía en los asuntos de los demás, así que se lo tenía bien merecido.

-Con esa fuerza no dañarías ni a una mosca.

-Que te jodan -se oyó desde dentro de la clase.

Sus amigos se acercaron al chico entre sonrisas y aplausos y yo, que aún estaba a su lado, me fui alejando lentamente de ese cúmulo ruidoso de personas. Vi cómo Marie y Alice se acercaban a mí después de localizarme.

-¿Has visto eso? Lauren parecía que iba a explotar en cualquier momento -se rieron.

-Sí, aunque no estoy muy segura de lo que acaba de pasar aquí.

Tenía tanto sueño que no entendía nada de lo que había sucedido, pero por sus caras, sabía que las gemelas tenían la información que yo necesitaba.

-He oído a dos compañeras conversar sobre él: al parecer ese chico del pelo negro es Damien, aquél del que hablaban el primer día de clase.

-¿Él? -pregunté sorprendida -¿Y qué tiene él que ver con Lauren?

Ninguna de las dos sabía esa respuesta, pero no me importó. Ya lo averiguaría por mi cuenta. Ese chico al que llamaban "leyenda" resultaba ser de lo más interesante.

MorganWhere stories live. Discover now