1. Dodge Charger.

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Dodge Charger

Veinte... Veintiuno... Veintidós... Y... ¡Fuera!

Halle Price exhaló el aire comprimido en sus pulmones mientras se apoyaba en el tronco del árbol del patio delantero de su casa, esperando a que su corazón dejase de latir con mucha rapidez, como si hubiese estado corriendo un maratón hace segundos atrás.

Se recordó a sí misma contando sus pasos hasta tocar el césped y correr hacia los arbusto con la intención de que sus padres, si por algún motivo se despertasen, no la viesen.

Su corazón pegó un brincó al procesar todo lo que acababa y estaba a punto de hacer.

Su primera escapada. En ninguna otra circunstancia o, más bien, ninguna otra persona igual a ella habría hecho lo que estaba a punto de hacer. Pensó en Zoe Terrence y en su habilidad para mover las cartas a su favor, obteniendo siempre lo que quiere y nunca dejando un sabor amargo con su recuerdo.

Zoe, Zoe, Zoe. Sin embargo, esa no era la primera vez, no. La primera vez fue cuando ambas tenían doce años y la había convencido de probarse un sujetador negro que había robado del armario de la Sra. Terrence. Había sido bastante decepcionante, pues sus senos jamás fueron tan voluptuosos como los de Zoe.

Mientras esperaba a Zoe, allí hecha un nudo de miedos e inseguridades, pensó en la graciosa coincidencia de ambas situaciones; ¿acaso todo comenzó con un sujetador?

— ¿Hueles eso? —Zoe Terrence había mirado a su mejor amiga Halle Price sentarse a su lado en la alfombra felpuda.

Halle frunció el cejo y olfateó el aire.

—No.

—Huele a que alguien está usando nuevo sujetador de Victoria's Secret —enarcó una ceja en su dirección y miró su busto.

Las mejillas de Halle se tiñeron violentamente de rosado. Tomó un puñado de palomitas y los lanzó en el rostro de su mejor amiga.

— ¡Zoe!

Su pelinegra amiga lanzó una sonora carcajada, dejando a relucir su perfecta hilera de dientes blancos.

— ¿Los negros del otro día?

—Ajá.

—Te dije que quedarían bien.

Halle reviró los ojos.

—Como sea.

La Sra. Price la había obligado a deshacerse de sus viejos sujetadores y comprar unos que prestigiaran su belleza. Casi sentía el impulso de poner los ojos en blanco nuevamente con solo el recuerdo. Era absurdo que le avergonzaran esos temas, pero aún más absurdo era gastar un montón de dinero en un sujetador igual al resto.

Zoe chasqueó su lengua con los ojos fijos en la televisión, estaban transmitiendo una de las películas favoritas de su hermana menor, El diablo viste de Prada, y su esmalte rojo oscuro comenzaba secarse sobre sus uñas. Observó a Halle por el rabillo del ojo.

—Deberías acompañarme.

Halle suspiró.

—Ya hablamos de eso, Zoe.

Ella giró su rostro y la encaró.

—Hablo en serio, Halle. Deberías intentarlo.

—No me gustan esos lugares.

—Ni siquiera sabes cómo es —Zoe sonrió.

— ¿Es tan importante para ti? —Halle preguntó, observándole.

Paralelos (#1 Líneas)Where stories live. Discover now