6. Mentiras en exhibición.

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Mentiras en exhibición.


Justin y Andrew paseaban frente a vidrieras de costosas joyerías el miércoles a plena luz de medio día, cuando una elegante mujer que caminaba por las aceras se sobresaltó al verlos y corrió al otro lado de la calle, como si fuesen a robarles todas sus pertenencias.

Justin contuvo las ganas de poner los ojos en blanco y se detuvo con un Andrew muy absorto frente a una tienda. Su mejor amigo observaba los collares con diamantes, rubíes y todo tipo de piedras preciosas que apenas ambos eran capaces de identificar. Él todavía no entendía la incesante necesidad de Andrew en gastar más dinero del que podía permitirse en un regalo de cumpleaños para Zoe.

Por eso Justin no se comía el cuento. No podía creerle que días después de que Zoe cumpliese dieciocho años, él estuviese preocupado en darle un costoso regalo. Además, había notado algo extraño en el comportamiento de Andrew desde el domingo; lo veía absorto en sus pensamientos, callado, bebía más que de costumbre —dentro y fuera del Dodge— y se ponía irremediablemente nervioso ante la presencia de su pelinegra amiga.

A pesar de que Andrew se había sentido atraído hacia Zoe desde la primera vez que la vio en el Dodge, y para nadie era un secreto —muy probablemente tampoco para ella—, él jamás se había puesto nervioso o avergonzado en su presencia, a diferencia de los últimos días.

Hubiese pasado por alto toda la situación justificándolo como una etapa, los sentimientos de su mejor amigo abrumándolo, pero la noche del lunes en el Dodge le habían confirmado que algo había sucedido. Lo supo por Zoe, no porque se lo dijera o hubiesen mantenido una conversación reveladora, sino porque su actitud era la misma que la de Andrew.

Algo había pasado entre ambos en algún momento de la noche del sábado, en la fiesta de Zoe, que fue la última vez que los vio actuar con normalidad antes de que todo cambiara.

Aunque, si pensaba un poco más, esa madrugada cuando estaba muy atento y preocupado por Halle que vomitaba hasta la vida en el retrete de Zoe, ella daba órdenes a todos para que su mejor amiga se sintiera mejor, y en ningún momento miró a Andrew a los ojos. Él para ese momento creyó que estaba demasiado ebria y nerviosa para tener un comportamiento normal, pero probablemente había sido otra cosa —otra cosa como una situación entre ella y Andrew que habría ocurrido mientras Halle y él bebían en el bar—.

—Andrew... —lo llamó mientras este entraba a la joyería, aparentemente decidido.

La chica que atendía pareció ponerse en alerta.

En parte lo entendía. ¿Qué hacían dos chicos como ellos, que claramente no tenían el poder adquisitivo para gastar más de mil dólares en joyería cara, allí? Como todos los demás, muy seguramente asumió que estarían ahí para asaltarla.

Claramente no fue así y aunque Andrew salió de allí con el brazalete más bonito y económico que pudo comprar dentro de una pequeña bolsita, la chica no había dejado de estar en guardia, analizar los billetes una y otra vez por si eran falsos, y permanecer muy cerca del teléfono por si debía llamar a la policía.

Justin suspiró.

— ¿Ahora sí me dirás qué sucede?

— ¿A qué te refieres? —Andrew contestó, caminando a su lado y observando la pequeña bolsa negra mate que llevaba en la mano con su reciente compra.

—No te hagas. ¿Un regalo para Zoe que vale todos tus ahorros? ¿Qué mierda hiciste? —esta vez Justin dejó salir todo abruptamente y lo miró con el ceño fruncido.

Paralelos (#1 Líneas)Where stories live. Discover now