Capítulo veinte

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Antoine Griezmman POV

Mi cabeza estaba a punto de explotar y todo porque un par de ojos pardos no dejaban de destellar en lo más profundo de mi memoria.

No podía evitar cuestionarme todo el tiempo que es lo que estaría haciendo.

Desde la primera vez que la había visto después de seis meses, cuando nos topamos a la entrada de un café; supe que estaba cambiada. Pero al verla con otro hombre cenando, me di cuenta de que además de estar cambiada, ya la había perdido.

A pesar de saber que había perdido cualquier oportunidad con ella, quise aferrarme a la oportunidad de que ella aún sintiera algo por mí y me quisiera de regreso. Y en caso de que no fuera así, me conformaba con poder verla.

Pero era prefería tomar ácido antes que verla comportarse como lo estaba haciendo, verla bailar para otros hombres y que alguien más la tocara. Nunca me consideré del tipo celoso, ¿pero cómo se supone que te sientas si la mujer de la que estás enamorado arruina su vida en brazos de hombres que no la valoran?

Qué ironía, supongo que así se pudo haber sentido otra persona al verla a mi lado. Desperdiciando su vida con un tío que no le da ni la hora, que le da igual. Mierda, ¿por qué había sido tan idiota?

Paula me tenía de un hilo y ella ni siquiera lo sabía, y si lo sabía disfrutaba de hacerme sufrir. Me sentí decepcionado de verla completamente ahogada y encima de una mesa bailando como si fuera una bailarina exótica; no niego que es respetable las mujeres que lo hacen, pero ella no necesitaba hacer y lo peor de todo es que yo sé que ella no es así.

No pude evitar sentir como la sangre me ardía, ver al gilipollas que se atrevía a tocarla y tratarla como si fuera una cualquiera. Perdí el autocontrol y tuve que acercarme a propiciarle un puñetazo al cabrón. Pobre idiota, terminó tirado en el suelo y yo pude llevar a Paula de regreso a casa.

—Puedo caminar Antoine, bájame. —habló finalmente después de que la llevara cargando en el hombro, me había tranquilizado darme cuenta de que no estaba inconsciente.

—El problema es que no puedes, ni siquiera puedes hacer algo tan sencillo como caminar. —estaba estrenado, enojado y muy decepcionado.

—¿Y a ti que te importa? Nunca te he importado yo, nunca me quisiste y solo jugaste con mis sentimientos. Tu sabías perfectamente que yo estaba enamorada de ti y lo utilizaste para follarme cuantas veces quisiste. —rió y me sentí tan miserable en aquel momento, es como si me hubiese caído un balde de agua fría encima.

Se lo que le había hecho, me reprocho diariamente. Lo que no esperaba es que ella lo dijera y menos en ese despreciable tono.

—No voy a hablar al respecto, simplemente no podía dejarte que hicieras eso. —fue lo único que atiné a decir, ya no valía decir nada más, era muy tarde.

—Yo hago lo que quiera, ¡soy libre! —mi mandíbula se tensó, nuevamente su estupida actitud.

—¿Por qué haces esto Paula? Tu no eres así. —me detuve y cuestioné con interés, quería saber que la había llevado a comportarse así; no me gusta verla así.

—Te equivocas, está soy yo después de ti. —nuevamente habló con recelo fingiendo que no le afectaba.

Sus manos empezaron a pasearse por mi espalda y miles de recuerdos vinieron a mi memoria. Sentí como mi cuerpo se tensaba de tales recuerdos. ¿Cuánto daño tuve que hacerle para convertirla en esto?

Ya no dijo nada más y tampoco hizo más contacto físico intencional conmigo, así que supuse que ya se había dormido. El camino fue mucho más tranquilo.

Wonderland | Antoine GriezmannWhere stories live. Discover now