Capítulo veintiuno

1K 67 1
                                    

Desperté sintiendo una leve caricia en mi rostro, me moví un poco y de un manotazo quise quitar la mano que me estaba ocasionando comezón en la mejilla. Pero al escuchar una risa femenina, abrí rápidamente mis ojos.

—¿Qué haces tu aquí? —no tardé en cuestionar, cuando ni siquiera tenía la habilidad de abrir por completo mis ojos.

—Vine a ver como estabas, si quieres me voy. —respondió mi mejor amiga un poco sorprendida por mi actitud.

—No, aquí quédate. —tome su brazo para evitar que se fuera—. Es solo que creí que Antoine se quedaría conmigo.

—Él se fue en la madrugada, no quiso darme explicaciones. ¿Que fue lo que pasó? —me cuestionó con confusión en su rostro.

Sentí como por mis mejillas se resbalan algunas lagrimas, quise recordar lo que había pasado en esa habitación y me fue imposible tener esas imágenes. Es horrible el sentimiento de tener recuerdos perdidos y mas cuando sabes perfectamente lo que sucedió.

Reprimí ese sentimiento, no me sentía lista como para decir en voz alta que había sufrido un abuso sexual. Me sentí sucia y corrí hasta la habitación del baño, lo único que quería hacer era darme una larga ducha y tratar de borrar todo rastro de otras manos que estuvieran en mi cuerpo, y que no fueron las de Antoine.

No se cuanto tiempo tardé ahí, pero me aseguré de borrar cualquier evidencia de lo que me había pasado. Me dije a misma que esa noche quedara en la caja negra de los recuerdos, ese espacio de mi mente donde escondo todo lo que no quiero.

Pero había algo de esa noche, que aunque intentara no podría borrar de mi memoria. Todo lo que Antoine Griezmann había hecho por mi y las palabras que había confesado. ¿Por qué se había ido cuando justo mas lo necesitaba?

Salí a mi habitación envuelta en una toalla y me encontré de nuevo con la morena; no había salido de mi habitación.

—No se si tu tristeza se deba a Antoine, pero siento la necesidad de confesarte algo. —declaró con voz temblorosa María.

Me acerqué a donde estaba y tomé asiento a su lado en la cama. No dije nada, pero mi acción la había animado a que continuara con lo que sea que tenía que decirme.

—Cuando fuiste a Sevilla a tu desintoxicación de Griezmann, él estuvo viniendo continuamente al piso. —mencionó agachando su rostro.

—¿Ustedes tuvieron algo? —intenté tranquilizarme y no alzar la voz, después de todo nosotros ya no éramos nada y nunca lo fuimos.

—No, no, no. Jamás te haría algo así a ti, eres mi hermana. Él venía buscándote a ti, me pedía que le dijera a donde habías ido y cuando se dio cuenta de que jamás le diría tu paradero, venía a saber como estabas y me preguntaba siempre por ti. Él nunca dejó de quererte y buscarte. —explicó esbozando una media sonrisa.

Yo sentí como mi corazón daba saltos por todas partes, pero no quería mostrarle como me sentía. Escondí una sonrisa, pero era casi imposible hacerlo.

—Él pudo buscarme... cuando ya estaba aquí; él sabía donde estaba. —mordí mi labio inferior haciendo mi mayor esfuerzo por no sonreír.

—Lo hizo Paula, ¿como crees que llegaba a todos los lugares donde tu estabas? Cuando supo de tu regreso, él me pidió que lo ayudara a reconquistarte y lo siento, pero era yo quien le decía donde estabas o a donde ibas. Porque mierda Paula, él te ama. —gritó las ultimas palabras y me tomó de los hombros.

Cualquier persona se sentiría feliz y complacida con aquellas palabras, pero ahora no me sentía de esa manera. Me sentía feliz de saber que él me quería, pero no ahora.

Wonderland | Antoine GriezmannWhere stories live. Discover now