Prólogo.

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Siempre intente dar todo por él. Yo era un joven y él un niño, ninguno de los dos tenia a nadie en el mundo. Lo había encontrado por accidente… ¿O el me encontró a mi? No estoy seguro, pero le doy gracias al destino por haberlo puesto en mi camino. Se había convertido en mi pequeño hermano, me prometí cuidarlo el resto de mi vida, o al menos hasta que el decidiera que podía continuar su vida sin mí. Me prometí quererlo y hasta hoy, lo sigo haciendo. Me prometí intentar darle una buena vida, intentar enseñarle las cosas buenas de la vida porque de las malas, el solo se iba ir dando cuenta.  

Lo cuidé y lo sigo haciendo. Daría mi vida por él, de eso estoy seguro. El es adorable, tierno, carismático, perfecto. El es como mi hermano.

Pero… ¿Saben cuál es la ventaja? De que realmente no lo es.

Mi intención no había sido esa. Nunca lo fue. Siempre tuve buenos sentimientos e intenciones hacia él; me parecía adorable la forma en la que sonreía y me decía que algún día quería ser como yo, que algún día él sería quien cuidara de mí y eso, hacia que me sintiera feliz de tenerlo conmigo.

Nunca tuvimos una casa o un departamento. Las viejas y nuevas calles de Londres eran nuestro hogar. Nunca tuvimos dinero, tampoco sabía si comeríamos al siguiente día o terminaríamos muriéndonos de hambre como lo hacíamos algunas veces. Pero de lo que siempre estaba seguro, era que estaríamos juntos. Protegiéndonos como hermanos.

Siempre le tuve un gran cariño, pero supe que ese cariño se me estaba saliendo de las manos cuando empecé a entender que el me gustaba.

Sabía que no estaba bien y que sentir algo por él era incorrecto y quise negarme ese sentimiento muchas veces, pero cuando conoces a un chico moreno y de copete peinado hacia arriba te das cuenta que no podrás negarte por siempre. El me hacía entender que lo quería más que como un simple hermano.

We are not real brothers.Where stories live. Discover now