Capítulo 1

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¡PI... PI...PI...PI...PI!

¡Dios, cállate! Maldito despertador... ¡Me va a hacer estallar la cabeza!

-Bien... allá voy de nuevo con mi agotada rutina.

<<Que lástima... con lo bien que se está en la camita a estas horas... >>

Miro el despertador con desprecio, siempre odio cuando suena porque eso es señal de que debo abandonar mi cómoda cama. De golpe mi cara cambia de fastidio a la de asombro, mis ojos se abren como nunca cuando veo que son las 07:30 a.m... Me levanto de un salto ¡Madreee que voy a llegar tarde! He de estar en mi trabajo a las 08:00 a.m. y para colmo de males es en otro pueblo...

Un pueblo que está a quince minutos del mío llamado Zuheros. El lugar donde trabajo es un hotel rural precioso que se encuentra en medio del campo, rodeado de olivos (árbol típico de Andalucía) y de la fantástica Sierra Subbética: un hotel llamado Hacienda La Libertad.

Comienzo a correr por toda la casa como loca. Lo primero prepararme un café que me espabile y mientras se hace, me dirijo a vestirme y a darme un poco de arreglo en la cara, porque estoy fatal. Tengo un aspecto que como yo digo: ya no se lleva. Mi piel está pálida, el pelo como un estropajo y como se dice en mi tierra... con unas ojeras de olé.

Con movimientos mecánicos empiezo por el uniforme: chaquetilla de manga corta y pantalón blanco entero con cuello chino, los detalles en verde como la cremallera y dos pequeñas líneas del mismo color que lleva en cada uno de los bolsillos de la chaquetilla. Mis zuecos blancos o como yo los llamo, los "pesca-ranas", ya que son ideales para eso también. Sin embargo, hay que reconocer que son los mejores 20 euros pagados de mi vida, porque son lo mas cómodo que existe sobre la faz de la tierra.

Sigo con mi pelo, lo recojo en una cola alta de caballo. Por último doy un poco de color a mi pálida cara y disimulo un poco mis ojeras... ¡Ya estoy lista!

Corro escaleras abajo para tomarme el café, pero al llegar a la cocina veo que el café se está saliendo de la cafetera. Rápidamente apago el fuego.

<<Me temo que hoy le tocará al viento espabilarme>>

Me dirijo al comedor y comienzo a buscar las llaves de mi moto. Porque sí, tengo una moto y no un coche ya que pienso que éstos son demasiado aburridos para mi gusto.

Miro en su lugar de siempre, un plato pequeñito que mi abuela me hizo en sus cursos de manualidades precisamente para eso,porque siempre le comentaba que perdía las llaves. Pero no están, abuela... Si aún estuvieras aquí, apuesto a que saldrías con las llaves en la mano regañándome por mi despiste. Sonrío con nostalgia al recordar a esa pequeña mujer que me crió con tanto cariño y amor tras la muerte de mis padres. Los cuales murieron cuando apenas yo tenía un año en un accidente de coche. Dejando a un lado mis pensamientos vuelvo al propósito de buscar las llaves. En la cocina tampoco están...

<< ¡Maldita sea! ¿Es que hoy no saldrà nada bien o que? Quizás necesite comerme un donut a ver si así me sale el día redondo...>>

Después de otros cinco minutos buscando, descubro que tengo las llaves puestas en la puerta. No lo puedo creer, con la de tiempo que perdí buscándolas. Hoy creo que estoy espesa...
Tomo las llaves y me aseguro de que cierro bien la puerta. Salgo pitando y al cabo de quince minutos, y sin ni siquiera haberme fijado en el paisaje estoy en el trabajo.

<<Ufff... sólo cinco minutos más de las 08:00 a.m. menos mal...>>

Me bajo a toda prisa y corro hacía adentro. Cuando ya estoy, suelto un largo suspiro, gracias a Dios que no me ha pillado doña...

-Señorita De la Rosa, -doy un respingo al escuchar mi nombre -¡llega usted tarde, como siempre! -murmura una irritante voz tras de mí, ¡oh oh! creo que sí que me pilló.

Me giro para encontrarme con Agatha la desagradable directora del hotel. Es rubia, mide poco más de metro y medio pero lo que le falta de estatura lo supera en altivez, prepotencia y engreimiento. Vamos, una mujer insoportable con letras mayúsculas.

-Lo siento señora directora, no me sonó el despertador cuando debía -me disculpo fingidamente, aunque me gustaría decirle que ella es la primera que no da ejemplo. Ya que, después de un año como directora del hotel, es el primer día que llega puntual solo porque por primera vez vendrá el jefazo de los grupos de ingleses con los que llevamos trabajando desde hace años.

Todos están muy nerviosos con ese tema, pues ese hombre siempre se ha comunicado a través de e-mail. A mi, la verdad, es que no me importa lo más mínimo si viene o no, trataré a ese hombre como a todos los clientes. Después de todo, según mi queridísima directora: Marizza, Aura (mis compañeras de limpieza) y yo, solo somos tres camareruchas de pisos de lo más simple, por lo que no deberíamos tener acercamiento con gente de la alta alcurnia.

Además, seguro que el señor Lawler, que así es su nombre, es un viejo forrado en pasta que solo vendrá a dar la lata y se irá por donde vino una vez lo revolucione todo.

-Fabiola te estoy hablando, ¿es que no me prestas atención? -la directora irrumpe mis pensamientos con su voz chillona.

-Sí, claro que la escucho señora directora. Mire, le prometo que no volverá a suceder -aseguro mientras hago un mohín fingiéndome apenada. Aunque por dentro desearía limpiar el hotel con su cabeza como si fuese una fregona, cosa que dudo que se pueda hacer, porque solo tiene tres pelos y medio sobre su cabeza.

-Está bien, ve a hacer tu trabajo con tus compañeras y esmeraos bien en las zonas comunes. Ya estáis informadas de la visita tan importantísima que recibiremos hoy, y lo quiero todo perfecto -Con eso se gira sobre sus talones y se marcha.

<<Puff... al fin se ha ido, que pesadilla de mujer>>

Lo quiero todo perfecto.... Aquí todo es perfecto excepto ella, pienso para mí misma.

Me dirijo al lugar donde están mis compañeras y amigas. Nada más entrar al cuarto de lavandería, ambas me miran con cara de preocupación pero la que habla es Marizza. Ella es de pelo castaño, guapísima de cara, piel pálida como la mía y ojos castaños, eso sí, con muy buen cuerpo. Lástima que ella diga que tras el embarazo se estropeó un poco, porque para mí siempre está genial y como le digo yo "mataría por sus pechos" porque los míos solo se reducen a una talla noventa. Pero bueno... hay que aguantar con lo que a cada uno le ha tocado tener.

-¿Qué te ha dicho la directora? ¿Te la ha liado mucho? -pregunta Marizza.

-No, no te preocupes, solo me ha dicho que no pase más y ya está. Ya sabes cómo es esa mujer, Marizza. Siempre tiene a alguien en su punto de mira. -Marizza asiente con cara de comprensión.

-Lo mejor es pasar y punto, como ella dice ¡corramos un tupido velo! - irrumpe Aura imitando a doña Agatha, haciendo un gesto aireado con los brazos y poniendo morros.

Marizza y yo estallamos en carcajadas. Ya era raro que no dijese una de las suyas...

Aura es más gordita, piel bronceada y ojos marrones oscuros. Lo mejor de todo es su increíble carácter, tiene un corazón que no le coge en el pecho. Todos los días agradezco por tenerlas de compañeras y que siempre me hayan apoyado en todas.

El día transcurre como de costumbre; habitaciones, risas, críticas, cotilleos y algún que otro cigarro que cae de vez en cuando, ya que como dice Aura "en todos los trabajos se fuma".

A las 16:00 p.m. finalizamos nuestra jornada de trabajo y aún no hay novedad del famoso jefazo de Lawlertour. La empresa dedicada a hacer tour por todo el mundo en bicicleta. Según comentan el señor Lawler tiene muchas empresas aparte de esta. Vamos que el tío se baña en billetes...
Supongo que llegará tarde, eso si, yo no me quedaré para verlo.

Tras despedirme de todos, monto en mi moto, una honda CBR 1000 Fireblade, la cual aún estoy pagando. Pero a mí me encanta por el simple hecho de que es mía, fue lo primero que me compré después de desaparecer finalmente de la vida de él, a quien no quiero ni nombrar ni recordar. Él forma parte de una etapa de mi vida que prefiero olvidar para siempre. Aunque a veces aparezca en mis sueños para atormentarme y recordarme que todo fue verdad, y no una pesadilla como me hubiera gustado que fuera...

No te daré mis alas (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora